22 oraciones de ejemplo con pijama

Damas mal tapadas con un kimono, señores en pijama, se deslizaban por el pasillo discretamente sobre la suavidad silenciosa de sus pantuflas, todos en la misma dirección, lanzando una ojeada de cólera hacia la puerta luminosa que sorprendía el secreto de sus miserias corporales.

La túnica indostánica había sido reemplazada por un pijama masculino de seda violeta.

Estaba vestida con su pijama hombruno.

¡Le habían hallado una calavera y un pijama negro!

Eran mantelerías con calados sutiles semejantes a telas de araña; pañuelos de seda de tonos feroces que daban a los ojos una sensación de calor; kimonos con aves y ramajes de oro; leves pijamas que parecían confeccionados con papel de fumar; almohadones multicolores como mosaicos; velos blancos o negros recamados de plata que traían a la memoria las viudas trágicas de la India subiendo al son de una marcha fúnebre a la hoguera conyugal.

Algunos, vestidos con pijamas o medio desnudos bajo un largo gabán, descendían del gimnasio y se deslizaban rápidamente en busca de sus camarotes.

El escribano leía nombres, y avanzaban entre dos gendarmes los que debían recibir el bautizo, descalzos, sin más traje que las ropas interiores o un simple pijama.

Luego de desnudarse se cubrió con un pijama, tomó un libro, y esperó leyendo y fumando.

Vestía un pijama a rayas blancas y amarillas, y al primer golpe de vista me pareció demacrado y envejecido.

Bajo la liviana seda del pijama marcábase la osamenta; el rostro demacrado tenía un color plomizo, y los ojos mortecinos brillaban en el fondo de dos profundos surcos amoratados.

No sale de casa, y se pasa el día en sus habitaciones, en pijama y desgreñado.

Está soberbiamente vestido con un pijama de seda azul, que pondría en peligro las mejores digestiones.

Después del baño me he quedado en pijama y me hice traer los diarios de la mañana.

Pues no me ausentaré nunca... Cuando se encuentra la casa de la dicha hay que no salir de paseo siquiera... Como esos presidiarios que no pueden escaparse nunca, no tendré otro traje que el pijama... No, ¡qué horror!...

Aborrezco el pijama...

Todo hombre en pijama es trivial como él solo, y además hipócrita como un cómico de teatro galante... Tan pueril y tan ostentoso es el pijama, que no han podido menos de usarlo también las mujeres, que en sus juegos con los hombres juegan a la ambigüedad, por más que lo disimulen.

Todo hombre en pijama es trivial como él solo, y además hipócrita como un cómico de teatro galante... Tan pueril y tan ostentoso es el pijama, que no han podido menos de usarlo también las mujeres, que en sus juegos con los hombres juegan a la ambigüedad, por más que lo disimulen.

Pues retiro lo del pijama...

Félix venció esa descortesía que hay siempre en aparecer desarreglado frente a la mujer con quien no se acaba de tener confianza, y salió en pijama hacia el cuarto de baño.

Un criado, vestido con un triste pijama de domador, les fué enseñando aquel magnífico palacio que un ruso nostálgico de todas las Rusias se había hecho construir en el ideal Portugal.

Todas las mujeres llevan pijamas masculinos.

Encontrábase de rodillas en mitad de la cama, las asentaderas descansando en los talones, vestido con un viejo pijama de seda cruda que tenía un gran desgarrón en la espalda.

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