38 colocaciones para mirador

En el palacio del obispo brillaban como láminas de acero enrojecido los cristales de los miradores, cual si reflejasen un incendio.

Llegamos cerca de la Aduana, y don Ciriaco se detuvo delante de una casa grande, con miradores.

No señor; hace dos dias, al amanecer, en las horas del calor, por la tarde, por la noche, las celosías del mirador han estado cerradas.

Estábamos sentados en el fondo del mirador.

Pero sea de ello lo que fuere, el tablado de la picota era una especie de mirador que revelaba á Ester todo el camino que había recorrido desde los tiempos de su feliz infancia.

En su jaula de cañas colgada sobre la puerta del mirador, silbaban una vieja riveirana los mirlos que cuidaba Florisel.

El sol, encendiendo los vidrios de sus mil miradores, salpicaba la ciudad con polvos de oro, y su blanca mole se destacaba tan limpia y pura sobre las aguas, que parecía haber sido creada en aquel momento, o sacada del mar como la fantástica ciudad de San Genaro.

Thompson y el Capitán hicieron lo mismo, y se acercaron los tres al pabellón donde vivía el coronel; llamó Eguaguirre, y les pasaron por un patio hasta el jardín del mirador.

Lo uno, que á todo tiempo y á toda sazón se halla en ella dulce y agradable acogida; lo otro, que esta gracia y dulzura suya no es gracia que desata el corazón del que la ve, ni le enmollece, antes le pone concierto y le es como una ley de virtud, y así le deleita y aficiona, que juntamente le limpia y purifica; y borrando dél las tristezas, lava las torpezas también; y es gracia que aun la engendra en los miradores.

Aparece en ella perfectamente el origen del arco apuntado sobre estirados arranques del mirador de Lindaraja de la Alhambra, el de colgantes de las tres entradas al Patio de los Leones, el festoneado del Patio del Estanque y todas esas formas que tomaron después tal lujo y delicadeza, como no se vió en parte alguna.

Al fin, cuando no quedaban ya neófitos y los grotescos personajes iban a retirarse, precedidos por la música, la vio en un extremo del mirador de la cubierta de paseo, oculta detrás de la señora Lowe, asomando sobre un hombro de ésta la frente y los ojos, lo necesario para ver.

El friso de este mirador se hacia octógono, y sobre él se veian diez y seis bellísimas ventanas transparentes de estuco, sobre las cuales se levantaba una cúpula de estalácticas, que remedaba con sus colgantes una gruta de hadas.

En la mejor habitación de la casa, un gabinetito con mirador, hallábase Rafael del Águila, figura inmóvil y melancólica que tenía por peana un sillón negro.

Se compone de tres calles paralelas, muy pulcras y regulares, destacándose para dominar la bahía una larga fila de casas muy hermosas, de aspecto frances moderno, perfectamente iguales, de muros de piedra y cinco pisos, y adornadas de graciosos balcones, con algunos miradores y gabinetes volados.

Había visto, no me puede caber duda, la había visto perfectamente, una mano blanquísima, que saliendo por uno de los huecos de aquellos miradores de argamasa, semejantes á tableros de ajedrez, se había agitado varias veces como saludándome con un signo mudo y cariñoso.

La señora de Osorio, hastiada de la vida elegante, habiendo agotado todas las emociones que ofrece a una dama ilustre por su hermosura y su riqueza, se iba placiendo extremadamente en aquel saludo inocente que casi todos los días cambiaba con el joven del mirador.

En lo alto de la Montaña del Oeste, un kiosco con miradores de porcelana y columnas de laca ha sido convertido en restorán para los visitantes.

Arriba, arriba, se veía el follaje de un laurel del mirador de la coronela... * * * * * El huerto de la casa era triste; reinaban allí el silencio y la sombra; los naranjos altos subían en busca de sol, y un limonero mostraba en sus ramas limones marchitos, atados a ellas con bramantes.

Y es que, como no ponen término á su mala codicia, vienen á dar en licencia desvergonzada, porque les es necesario el teatro y la procesión y la muchedumbre de los miradores, y el vaguear por las iglesias y el detenerse en las calles para ser contempladas de todos, porque cierto es que se aderezan para contentar á los otros.

En balde esperé la noche, clavado en aquel sitio, y sin apartar un punto los ojos del mirador; inútilmente volví muchas veces á ocupar la oscura piedra que me sirvió de asiento la tarde en que vi aparecer aquella mano misteriosa, objeto ya de mis ensueños de la noche y de mis delirios del día.

Las cuatro paredes de este precioso mirador están compuestas de arcos apuntados dobles y triples bajo un centro común, y el de entrada tiene las más bellas enjutas que hay en el alcázar, con una curva á festón que regulariza los mocárabes de su intrados en pequeños cupulinos.

Y, cuando sentada en un poyo del mirador de Lindaraja, contemplo la gloria de luz rubia y rosa en que se envuelven los montes, suena cerca de mi oído una voz baja, intensa: ¿En qué piensa la sultaniya?

Como que se pasan meses enteros sin que se la vea ni por una rendija de los miradores: cuando sale á misa, y eso muy de mañana, va cubierta de los piés á la cabeza con un manto, á través del cual el mas lince solo puede verla un ojo, pero un ojo como un sol...

A cada uno de estos fósforos contestaré yo con la misma señal desde el mirador de casa.

Así por lo menos juzgaban su jerigonza pagana el señor Galba, desde su mirador y el coronel Roberto que se acertaba a pasar.

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