22 Verbos a usar para la palabra zarza

Porque cada árbol por su fruto es conocido: que no cogen higos de las espinas, ni vendimian uvas de las zarzas.

La que tenía el ojo en la frente llevaba a las otras dos de la mano, mirando intensamente en derredor suyo; tanto, que Perseo temía que pudiese atravesar con la vista la espesa zarza tras de la cual él y Azogue se habían escondido.

Después comenzaban a verse zarzas, callistris y algunas piteras.

No quería gastar los fósforos en intentar encender hierbas demasiado húmedas, y fui cortando las zarzas y los hierbajos más secos con el cortaplumas, y los puse en una concavidad de la roca resguardada del viento.

Los árboles mas seculares caian á sus sacudidas como caen los juncos, las zarzas y las ortigas arrancadas por mano del cazador, cuando quiere despejar el terreno para tender sus redes.

Si el mundo se convirtió al cristianismo sin necesidad de milagrosdije yoesto sólo es un milagro tan grande, que los otros no son la centésima parte de él; porque entraste pobre y famélico en el campo a sembrar la buena planta que en otro tiempo fué vid y ahora se ha convertido en zarza.

La tierra estaba cubierta de nieve y sembrada de zarzas y malezas.

¡Y aquello no era lo peor! Lo peor, lo irresistible, lo anonadante, era la monotonía atroz del vivir sedentario, la uniformidad de los días que se deslizaban iguales, tristes, inacabables, en aquel acolchado que defiende de cualquier choque exterior y que hace que, en el atroz guateado que nos torna insensibles, echemos de menos las zarzas y las espinas del camino.¡Loti! ¡No me cabía duda de que la cita era de Loti!

Mientras tanto, aquél sudaba copiosamente temiendo que José viniese a explorar las zarzas.

Mas á medida que pasó tiempo, brotó en el corazon de Clemencia, á la par de este reciente amor una instintiva inquietud, como al lado de una azucena nace una zarza, que la envuelve y espina con sus ramas.

Clemencia y las niñas anduvieron algun tiempo por el campo, y entraron despues en un camino encajonado entre altos vallados de pitas, á cuyos piés nacian espesas é intrincadas las zarzas, las esparragueras, las madre-selvas, las pervincas, entre las cuales asomaban las amapolas sus encendidas y encarnadas caras con su ojo negro, y los candiles de vieja sus jorobas.

Vió que un labriego estaba muy afanoso pegando palos á una zarza con un enorme garrote; detúvose y le preguntó la causa de tanto trabajo; el campesino le contestó que acababa de ver en aquel matorral una culebra muy vieja y tan larga y gruesa como no la habia visto ni esperaba verla en toda su vida, añadiendo que estaba resuelto á no alejarse de allí hasta haberla encontrado y muerto.

Siguieron por la carretera y a unos cien pasos se encontraron con otra calzada, igualmente estrecha y hundida, con las márgenes pobladas de zarzas, y el fondo lleno de lodo y de detritus; que echaba un olor pestilente.

Y no anda perezoso el atalaya, ni se deja vencer imprudentemente del sueño, sino que luego acude a lo que le toca, y hace la señal; la luz de los encendidos sarmientos llega a las corrientes del Euripo, y avisa desde lejos a los atalayas del Messapio, y ellos ponen fuego a un montón de secas zarzas y llevan más allá las señales.

Viviendo, el alma duda, y aunque en todo se siente el fin supremo claro, visible y trasparente, se envejece del vicio en negra esclavitud; el hombre olvida el gérmen de su orígen divino, que á todos roban algo las zarzas del camino, su vellon á la oveja y al hombre su virtud.

No se veia habitacion alguna en toda la isla, cuyo suelo estaba cubierto de humildes mirtos y de enebros: retiro plácido y favorito de los ciervos, de los gamos, liebres y cabritos, era conocida tan solo de los pescadores, que solian tender y secar sus húmedas redes en las peladas zarzas, concediendo mientras tanto algun reposo á los pescados en el fondo del mar.

¿Qué hará, si no, el mozo mal experimentado que al asomarse al campo de la Ciencia sólo ve en él zarzas y ortigas, dificultades y estorbos?

» esperando, tal vez, que abriéndose las zarzas dejaran libre paso á la misma Galatea.

Pero apénas la torcida Senda dejé, y de la aljaba Al arco puse la flecha, Cuando entre las verdes jaras De un ribazo, á quien servian De entretejida muralla Sobre dos desnudas peñas Cuatro mal vestidas zarzas, El monstruo , á cuyo horrible Asombro volvió la espalda La amedrentada cuadrilla, Y yo absortamente helada, «

Cuando se levantaba, en la tranquilidad profunda de la mañana, miraba afuera las zarzas cubiertas de rocío, y las matas vigorosas de hierbas; no veía nada que pudiese tener relación con aquella vida concentrada en el Patio de la Linterna, aquella vida que antes era el santuario de las altas dispensaciones en su favor.

Vestía el traje propio de los señores acomodados que viajan en verano, con el redondo sombrerete, que debe a su fealdad el nombre de hongo, gemelos de campo pendientes de una correa, y grueso bastón que, entre paso y paso, le servía para apalear las zarzas cuando extendían sus ramas llenas de afiladas uñas para atraparle la ropa.

Tal huvo, que cayendo se resuelve De asirse de una zarza ó cabrahigo, Y en llanto á lo de Ovidio se disuelve.

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