25 Metáforas para pecho

A cada momento se arrancaba Aurora del pecho una aguja enhebrada o se la clavaba en él, pues el pecho era su acerico, y allí tenía también una batería de alfileres.

Á mi y á mis caballeros, dijo, se ha confiado la guarda de estas puertas: nuestros pechos serán la barrera que las defienda.

El pecho opulento y firme y sobre él una cabeza que causó honda impresión en Rafael.

Lentamente vió que lo que oprimía su pecho era el cadáver de un soldado enorme.

Es el quetzal (Trogon resplendens Gould, Pharomacrus Mocinno, de La Llave) del tamaño de una paloma, su plumaje de un color tornasol verde-dorado, el pecho es de un color cinabrio brillante, y el macho, al tiempo de empollar, luce generalmente dos hermosísimas plumas de tornasol, verde dorado que á menudo tienen la dimensión de un metro.

¿Estaba, por ventura, el pecho mío De bárbara arrogancia y muertes lleno, Y de piedad justísima vacío? ¿Es de mi condición, por dicha, ajeno Usar benignidad con el rendido, Como conviene al vencedor que es bueno? #¡Mal#, por cierto, tenían conocido El valor en Numancia de mi pecho, Para vencer y perdonar nacido! QUIN.

¡Qué diablo! Pecho al agua...

Tanto tiene del héroe como del discreto; tanto de valor como de cortesía; su pecho es de diamante y su palabra de oro...

] »Era gran capitán y se hallara en guerras con la gente portuguesa cuando contra Castilla se mostrara defendiendo su tierra en alta empresa: la fuerza del amor allí notara que a su hija la hizo ser princesa, porque con su beldad el pecho doma del fuerte rey, y por mujer la toma.

La fiebre de odios que tu pecho agita ya es más que fiebre vértigo iracundo, cráter que horrores sin cesar vomita.

sus cabellos, su pecho por coraza, pudiera tal guerrero, de Arauco en la región, lancero de los bosques, Nenrod que todo caza, desjarretar un toro, o estrangular un león.

No me da descontento El hábito costoso Que de lascivo el pecho noble infama; Es mi dulce sustento Del campo generoso Estas silvestres frutas que derrama; Mi regalada cama De blandas pieles y hojas, Que algún rey la envidiara, Y de ti, fuente clara, Que bullendo, el arena y agua arrojas, Estos cristales puros, Sustentos pobres, pero bien seguros.

rompió los campos, y David, rey invencible y glorioso, no sólo antes del reino apascentó las ovejas, pero después de rey, los pechos de que se mantenía eran sus labranzas y sus ganados.

El pecho que, recalcitrante, no se doblegaba al halago, fieros y amor del rey, fue laxo de propósito, dándose en holocausto para poder salvar la vida de su ídolo.

Y no por qué influjo o qué destino no tienen un orgullo y gallardía que los pechos levanta de contino a buscar en trabajos alegría;

Y un súbito accidente, una mudanza el pecho libra de mortal veneno, y el que en mi agravio a mi furor condeno, en el perdón produce mi esperanza.

El pecho del hombre estragado en los deleites es la losa de un sepulcro vacío.

Se presentía detrás de esas muestras un pecho limpio y puro de mujer pulcra que huele al alba angélica de la ropa blanca muy bien lavada y oreada.

Por pudorosa y honesta la llaman Leila la Horra, y tambien Leila la Hijara porque su pecho es de roca: y ella, el amor ignorando, de su adolescencia goza, como el naciente capullo que áun no desplegó sus hojas.

PECHO DE CARNERO RELLENO.Ábrase por el lado de las costillas, deslizando la hoja de un cuchillo entre la piel y huesos; sazónese interiormente, llénese con un picadillo de cerdo, y mezclando un poquito de pan rallado con setas picadas, cebolla y perejil también picado.

Pintarse los brazos, el pecho o del ojo a la oreja era señal de cierto número de combates; llevar prendidas en sus cabellos plumas de águila indicaba el valor del guerrero, pues el número de plumas era igual al de enemigos a quienes había dado muerte.

, como llora el desgraciado, como canta el alegre; porque el pecho es para el hondo sentimiento estrecho y se desborda el duelo ó la alegría, ésta con expansiva carcajada, aquél en una lágrima sombría.

7 Pagad pues á todos lo que debeis: al que tributo, tributo: al que pecho, pecho: al que temor, temor: al que honra, honra.

El pecho del buen cabreirés era terreno excelente para quien quisiera sembrar en él beneficios y finezas.

El llegar a su patria dulce y cara, a sus caros penates y parientes, el contar la derrota larga y rara, los varios cielos, climas, tierras, gentes, el alcanzar el premio que ganara por tan graves trabajos y accidentes, es a cualquiera un gusto tal, que el pecho y corazón para él es vaso estrecho.

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