1334 oraciones de ejemplo con cañones

Con diez cañones por banda, Viento en popa á toda vela, No corta el mar, sino vuela Un velero bergantín: 5 Bajel pirata que llaman, Po

» Que es mi barco mi tesoro... page 76 «Son mi música mejor Aquilones: El estrépito y temblor De los cables sacudidos, 5 Del negro mar los bramidos Y el rugir de mis cañones.

Y Rizal ya tallaba Machetes y cañones, Y siempre preparaba, ¡Manera singular de sus hazañas! Contra el cañón el triunfo de las cañas.

Si el Señorito la corta, adiós mi bandera: perderíamos hasta el modo de andar, manque los pelos se nos hicieran cañones.

El servicio de los cañones estaba listo, y advertí también que las municiones pasaban de los pañoles al entrepuente por medio de una cadena humana semejante a la que había sacado la arena del fondo del buque.

Los cañones se servían con presteza, aunque no sin cierto entorpecimiento, hijo de la poca práctica de algunos cabos de cañón.

Disipose por un momento la densa penumbra, ¡pero de qué manera tan terrible! Detonación espantosa, más fuerte que la de los mil cañones de la escuadra disparando a un tiempo, paralizó a todos, produciendo general terror.

La expansión de los gases desparramó por mar y cielo en pedazos mil cuanto momentos antes constituía un hermoso navío con 74 cañones y 600 hombres de tripulación.

Entre tanto, gran parte de los cañones había cesado de hacer fuego, porque la mitad de la gente estaba fuera de combate.

Marcial me llamaba: acudí prontamente, y le hallé empeñado en servir uno de los cañones que habían quedado sin gente.

En aquel pasajero letargo, seguí oyendo el estrépito de los cañones de la segunda y tercera batería, y después una voz que decía con furia: «¡Abordaje!... ¡las picas!... ¡las hachas!»

El Santa Ana, navío de 112 cañones, había sufrido también grandes averías, aunque no tan graves como las del Santísima Trinidad; y si bien estaba desarbolado de todos sus palos y sin timón, el casco no se conservaba mal.

Figúrense ustedes el fuego de estos seis colosos, vomitando balas y metralla sobre un buque de 74 cañones.

La mitad de la gente estaba muerta o herida; la mayor parte de los cañones desmontados; la arboladura, excepto el palo de trinquete, había caído, y el timón no funcionaba.

Pero Paca no ve las cosas más que por el lado de su egoísmo; y como tiene un genio tan raro, y como se le ha metido en la cabeza que las escuadras y los cañones no sirven para nada, no puede comprender que yo...

Si yo no hubiera apuntado tan bien aquellos cañones, quién sabe, quién sabe... ¿Y qué crees ?

Protegían sus piernas recias polainas de cuero, abrochadas con hebillaje hasta el muslo; sobre la ingle derecha flotaba la red de bramante de un repleto morral, y en el hombro izquierdo descansaba una escopeta moderna, de dos cañones.

No ciertamente en la tonsura, borrada por una selva de pelo gris y cerdoso, ni tampoco en la rasuración, pues los duros cañones de su azulada barba contarían un mes de antigüedad; menos aún en el alzacuello, que no traía, ni en la ropa, que era semejante a la de sus compañeros de caza, con el aditamento de unas botas de montar, de charol de vaca muy descascaradas y cortadas por las arrugas.

La multitud les victoreaba, por la sencilla razón de que se divertía; ellos, con los aplausos, se creían no menos dignos de admiración que las huestes de César o Aníbal; y por fortuna nuestra, desde el Puerto de Santa María, donde estaban los franceses, no podía verse ni con telescopio semejante fiesta, que si la vieran, de buena gana habrían hecho más ruido las risas que los cañones.

Había llegado tarde á la batalla del Marne; y él, que se imaginaba asistir á combates gigantescos, viendo moverse millones de hombres y funcionar cañones inmensos, sólo presenció una serie de luchas entre pequeñas fuerzas ocultas en el suelo, encuentros cuerpo á cuerpo que hacían ganar unos cuantos metros de tierra.

Y al conocer la existencia de cañones que tiraban a más de cien kilómetros, quedó desconcertado.

Merecen verse los centinelas que nada guardan, las fortalezas que para nada sirven, los cañones que á nadie amenazan, los armazones de inverosímil nacion mandada por increible monarquía Al examinar todo esto creeis emprender prácticamente los viajes de Gulliver y encontraros en las regiones de los imperceptibles enanillos.

Parece imposible; pero en tan estrecho recinto, oprimidos por espesos muros, á la sombra de las ceñudas fortalezas; allí donde sólo se oian los pasos del austriaco que celaba con la ardiente mecha aplicada al oido de sus cañones; sin salida ni retirada posible á causa de las lagunas del Mincio, auxiliares de las fortificaciones, los patriotas conspiraban.

Pronto se rompieron las buenas relaciones de Cabral con el Samorin, hasta el punto que, la gente del pueblo, excitada por los moros, atacó los almacenes de los portugueses y mató al factor y a algunos más, teniendo Cabral que disparar todo un día sus cañones contra la ciudad e incendiar 15 buques dentro del puerto.

Aun habiendo entrado en Tenochtitlan con infantes, caballos, arcabuces y cañones, habría podido enlazar pacíficamente los dos pueblos, si no se hubiese empeñado en poner aquella nación bajo la obediencia del rey de España y obligarla al pago de tributos.

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