37 Metáforas para fuego

El fuego de la tempestad alumbra raras veces

NEDDA El hogar doméstico era siempre a mis ojos una figura retórica, buena para encuadrar los afectos más dulces y serenos, como el rayo de luna para besar las rubias cabelleras; pero me sonreía al oír que el fuego de la chimenea es casi un amigo.

¡Nunca se apagará este ardor y esta memoria! ¡Es fuego, es fuego, es el amor entero, es el infierno todo sobre mis labios desde entonces! El mayor abatimiento succedió á este corto estravío de la razon del doncel.

Do arde sagrado fuego de eterna religion.

Y durante toda la velada permaneció sentado en su choza despojada de su tesoro, no preocupándose de cerrar los postigos ni la puerta, oprimiéndose la cabeza entre las manos y gimiendo, hasta que lo tomó el frío y le advirtió que su fuego no era más que una ceniza gris.

Ahora celebremos el triste banquete; y cuando se descubra la aurora, manda, oh rey de hombres Agamenón, que traigan leña y la coloquen como conviene á un muerto que baja á la región sombría, para que pronto el fuego infatigable consuma y haga desaparecer de nuestra vista el cadáver de Patroclo, y los guerreros vuelvan á sus ocupaciones.

Y tras este tan cruel, Luégo un otro te dará, Que nunca te mirará Por no mirar mi papel; Otro tormento de fuego Te dará mucho peor, Y será darte gran fuego, Que te vayas luégo, luégo, Por ser yo su servidor.

» Cuatro años después de escrita esta carta, doña Mencía, apartada del mundo y de todo trato de gentes, salvo el de sus hermanas las religiosas, se consumió como si un fuego interior la devorase, se marchitó como rosa aromática en el ardor del estío, y entregó a Dios su alma en el convento de Santa Clara de Córdoba, edificando con su resignada, ejemplar y cristiana muerte a las pocas personas que por entonces la trataban.

El hombre, con su experiencia personal sobre el fuego, resume todas las interpretaciones simbólicas y sabe que el fuego es don de los dioses, si lo mantenemos dominado, o agente infernal, si nos domina.

Fuego y agua son los elementos de España; o un auto de fe o una pila de agua bendita.

Oh vosotros que ignorantes, De aqueste vedado sitio Coto y término pasasteis Contra el decreto del Rey, Que manda que no ose nadie Examinar el prodigio Que entre esos peñascos yace, Rendid las armas y vidas, Ó aquesta pistola, áspid De metal, escupirá El veneno penetrante De dos balas, cuyo fuego Será escándalo del aire.

El fuego es un faro.

El agua del Tajo es la mesma, sus lodos no han cambiado, el fuego es siempre el fuego, y en punto a lo que habría que hacer todos lo saben.

Esos otros fuegos fueron todos hombres contemplativos, abrasados en aquel ardor que hace nacer las flores y los frutos santos.

Retumba de repente el tiroteo como a pocos pasos de nosotros, y el fuego es de dos horas.

Dicen algunos investigadores que el "fuego fatuo," que se ve con mucha frecuencia en Venezuela, es indicio de vastos depósitos subterráneos de asfalto.

* * * * * Pobre mujer, tu angustia es nuestro juego, Y tu llorar de amor, es nuestro hastio; El que te dice que te adora ciego, Te hiere aleve con engaño impío: Niña inocente, del amor el fuego Será tal vez de lágrimas un rio.

El fuego de la inspiracion, que algunos creen fuego fátuo, es como la lava que se endurece y adquiere la consistencia del bronce para resistir al tiempo.

Ya, Señor, que el hacimiento De gracias abrió el camino Para que, quebrado el hielo Del temor, pueda contigo Ó por ser lenguas el Fuego, Ó por ser el más activo, Hablar de parte de todos, Que me escuches te suplico.

Mas si mi fuego y mi llama, Y sentir teneis sentido, Claro está, graciosa dama, Qu’el ausencia al que bien ama Ni le da, ni causa olvido; Ni el olvido no me olvida, Ni olvidar no me conhorta; Mas mi vida con tal vida, Ni se acuerda, ni se olvida, Ni el bien ni el mal la deporta.

El fuego que le animó un tiempo, y que aún no estaba extinguido sino entibiado, no era de esas llamaradas que toman cuerpo rápidamente, brillan y se apagan al punto, sino una llama intensa y rojiza, como la de un hierro candente.

De la familia cándida vestal; Que ese fuego que el casto hogar calienta Es la luz que nos guia en la tormenta De la vida, cual místico fanal.

Ni aun reparan en que si los cuerpos estuvieran separados completamente del espacio en que se concretan, no habría en el mundo más que una sola masa y de esta nada se desprendería: lo contrario sucede con el fuego, del cual se derivan centellas y chispas bastantes para hacer patente que el fuego no es una masa compacta sino reunión de partes rodeadas de espacio.

Su cara grande y redonda, su frente huesuda, su melena rebelde, aunque corta, el fuego de sus ojos, sus gruesas manos, habían sido motivo para que dijeran de él: «es un león negro».

38 Porque la nube del SEÑOR estaba de día sobre el tabernáculo, y el fuego estaba de noche en él, a vista de toda la casa de Israel,

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