209 colocaciones para rozó

La bala rozó la mejilla del joven, levantándole la piel y haciéndole sangre.

Y lloró con toda su alma, inclinándose sobre el muertecito, rozando apenas con sus labios la frente pálida y fría, como si temiese despertarle.

Es la hora santa de las ilusiones, que llega y pasa sin rozar el suelo... En un ambiente a nardos evangélicos deshojan los llorosos surtidores su inspiración de bardos arcangélicos, bajo la luna que nostalgias llueve, bordando en sus azules bastidores el arabesco de su nombre en nieve... Marzo, 1922.

Pasando bajo la imagen, contemplaba el jirón de la cometa, cuando me detuve de nuevo, porque un objeto rozó mi cara, produciéndome escalofrío.

allá, con el cabello suelto sobre los hombros mecíase suspendida de la rama de un sauce sobre la corriente de un río, y sus pequeños pies, color de rosa, hacían una raya de plata al pasar rozando la tersa superficie.

Una sonrisa de una tristeza indecible rozó los labios de Marta: Sídijo.¡Mucho debo haber cambiado! Nuevo silencio.

Los brazos de Artegui, abiertos esperaban, Lucía se inclinó, y más rápida que las golondrinas, cuando al cruzar los mares rozan el agua, apoyó un instante la cabeza en los hombros de Artegui.

De repente sintió una voz de mujer que cantaba, sintió pasar una persona rápidamente por el pasillo en que estaba la puerta; sintió el ruido del traje, rozando con las paredes al correr, y sintió la voz, la voz que, al pasar tan cerca, resonó con timbre delicado y expresivo.

Al poner el pié en la escala rozó nuestra cabeza una golondrina; alzamos la vista y vimos colgaba su nido en uno de los ángulos de la piedra.

¡Vesten!dijo con imperio á Batiste, avanzando una mano amenazante hasta rozar su rostro.

Cristeta obedece, y el galán, al rozar el cuerpo de su amada, siente algo parecido al latigazo de una descarga eléctrica.

¡Cuan dulcemente se pasa el tiempo mirándola, ahora y después y siempre! ¿Qué placer iguala al de pasar rozando sus cabellos, y acariciarle la frente con mis flequitos?

Su codo me rozaba ligeramente el brazo, y la sentía temblar.

Si vemos aplastar un hombre en la calle, experimentamos un dolor físico, como si las ruedas hubiesen pasado por encima de nuestro cuerpo; el relato de este suceso leído en un periódico no hace más que rozar nuestra piel.

La bala de su revólver me rozó una oreja; tiré de la espada, pero no pudiendo arrancársela del cuerpo la solté y salí a escape en seguimiento de Sarto, a quien divisé en aquel momento a unas veinte varas de distancia.

Emilita, confusa y avergonzada, con las mejillas convertidas en dos brasas, se acercó vacilante al heroico capitán de Pontevedra, fértil en toda clase de astucias, y le rozó con el carmín de los labios la tierra amarillenta de sus mejillas.

Apenas se atrevía a rozar con sus labios aquellos dedos flacos y transparentes.

¡No llores, Rosa, no llores!profirió con acento conmovido; y rozando con los labios su oído, le preguntó:¿Es verdad que me quieres?

Pero esta dulce Francia, ¿cómo va a revivir en el tiempo y el espacio? ¿Será acaso en su Argelia más irreductible que el acero, tan árabe hoy como el día de la conquista, tan cerrada a todo espíritu que no arranque del Corán y sobre la que han pasado, rozando apenas su epidermis, dos mil años de cultura greco-romana y otros tantos de cristianismo?

La golondrina roza sus alas por el quieto pantano.

El barrio de San Sulpicio, con sus calles tranquilas y silenciosas a la española y sus beatas de velo negro que pasan rozando los muros del Seminario, atraídas por el toque de las campanas, fue para el seminarista español lo que el camino de Damasco para el apóstol.

La lámpara esparcía su luz tenue y risueña, como si hubiera alumbrado una escena de las más alegres, y suavemente el viento soplaba, rozando las ventanas con una caricia.

Me he procurado fuego como Robinsón,[112-5] rozando dos pedazos de cedro.

El músico cumplía con su deber rozando las cuerdas parsimoniosamente, produciendo un sonido sordo y antipático.

Acababa de recordar que uno de aquellos pañuelos se lo había atado él a la niñita debajo de la barba, para impedir que la baba le rozase el cuello.

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