Qué preposición usar con pies
¡Que al pie de tu sepultura caven la mía!... ¡Rusa! ¡Rusa! ¡Rusa! LOS MENDIGOS ¡Era la madre de los pobres! ¡Fruto de buen árbol! ¡Tierra de carabeles! Atropelladamente, los tres bigardos salen de la cocina rosmando amenazas, y por el portón del huerto huyen a caballo.
En tanto que éstas permanecían recostadas aún al borde del agua con los azules ojos adormidos, aspirando con voluptuosidad el perfume de las flores y estremeciéndose ligeramente al contacto de la fresca brisa, aquellas danzaban en vertiginosa ronda, entrelazando caprichosamente sus manos, dejando caer atrás la cabeza con delicioso abandono, é hiriendo el suelo con el pie en alternada cadencia.
Carmelo, un perro viejo y feo que dormita a los pies del leproso, se endereza y sacude.
También lo usaba, como dice el texto, haciendo ademán de barrer los pies a los mirones, para que, dando algunos pasos atrás, agrandasen la palestra.
DON FARRUQUIÑO ¡Tú quieres asustarme, gran ladrón! DON PEDRITO Le has puesto el pie sobre el pecho.
La vieja entonces, tan humilde, tan hipocritona, hasta aquel punto, se puso de pie con un movimiento tan rápido como el de una culebra enroscada á la que se pisa y despliega sus anillos irguiéndose llena de cólera.¡Oh! no; ¡no quiero morir, no quiero morir! decía; ¡dejadme, ú os morderé las manos con que me sujetáis!...
La joven se marchó, y el gigante, al verse solo, se puso de pie para aproximarse al lugar donde la hoguera acariciaba con sus últimas llamas la panza del caldero.
Por la mañana, estaban de pie al despuntar la aurora.
He aquí vuestro alojamiento, exclamó el aposentador al divisarle y dirigiéndose al capitán, que después que hubo mandado hacer alto á la tropa, echó pie á tierra, tomó el farolillo de manos del guía, y se dirigió hacia el punto que este le señalaba.
] [Nota 276: «Armado de punta en blanco quiere decir armado de pies a cabeza, con todas las piezas de un arnés, y las demás armas defensivas y ofensivas, desnudas, a punto y guisa de acometer y pelear.
Luego pasó sus pies por encima de la máquina rodante, con cierta lentitud para no aplastarla, y continuó marchando hacia la capital, sin hacer caso de los gritos que lanzaba Flimnap al verse abandonado.
Siguió a pie hasta la plaza del Ángel, y allí detuvo un coche de punto y se metió en él.
Por desgracia, entonces se caminaba con pies de plomo en las carreras, no había guerras civiles ni pronunciamientos, y el cadete, firme como una roca y fiel como un perro, envejeció sin pasar de teniente nunca.
Un muchacho de catorce años, su hijo mayor, de pie ante ella, escuchaba sus palabras...
Vió que eran dos hombrecillos sobre los que había puesto su pie sin saberlo.
El primogénito encuentra a su padre, que viene a pie entre la hueste de mendigos, y refrena el caballo haciéndose a un lado para dejar paso a todos.
Como por las inmediaciones no había coches y no quería utilizar el de su querida, por más que él lo pagara, encaminóse a pie hacia su casa.
EL CABALLERO Para vosotros, que yo me voy a pie desde aquí a Flavia-Longa.
Este simpático personaje, antes de salir en público, no ya escondido y á trozos, sino por completo y por sí solo, pasa, con la venia de Lucía, á besar humildemente los lindos pies de V. y á ponerse bajo su amparo.
Yo le supliqué que lo dejase, poniéndole por delante que si los niños olían poeta no quedaría troncho que no se viniese por sus pies tras nosotros, por estar declarados por locos en una premática que había salido contra ellos, de uno que lo fue y se recogió a buen vivir.
#Un día# puse pies en polvorosa, y tomando el camino en las manos y en los pies, por detrás de San Bernardo, me fuí por aquellos campos de Dios, adonde la fortuna quisiese llevarme.
´ y, `En sus manos, te cargarán, Para que no tropiece tu pie contra una piedra.
Se le figuraba estar á muchos pies bajo tierra; creía que aquella reja daba á algún conducto misterioso, y que detrás de los muros habría una presa de agua.
Y dice San Gregorio: Nardo Maria pistico Unxit beatos domini Pedes, rigando lacrymis Et detergendo crinibus; con nardo machacado María unge los santos pies del Señor, regándolos de lágrimas y enjugándolos con los cabellos.
Condesadijo el coronel, si alguna vez viene Dumas a España, me obligo a traerle a vuestros pies para que os dé gracias por el modo que tenéis de juzgar sus obras.