432 colocaciones para encender

Con el corazón acelerado, entró en su aposento, y, buscando cerillas en su mesa, encendió una luz.

022:055 Cuando habían encendido un fuego en medio del patio, y se habían sentado, Pedro se sentó entre ellos.

El demonio agora enciende un cigarro con un tizón que saca del rabo.

Doña Rebeca husmeó en la capilla, procurándose auxilios piadosos para aquel trance, y volvió al cuarto de su hermano, donde, muy diligente, encendió la vela de la agonía.

Pero vuelve a encender la lámpara y déjalo todo como estaba.

Muchas tribus perseguidas se han refugiado en las cavernas que sirvieron de morada común á sus abuelos, y á los perseguidores bárbaros ó pretendidos civilizados, negros ó blancos, vestidos con pieles ó uniformados con bordados y condecoraciones, no se les ha ocurrido nada más humano que asfixiar por el humo á los refugiados en ellas, encendiendo hogueras á la entrada de la gruta.

Antes de amanecer sentimos algunos tiros del otro lado, y diósenos orden de hacer el menor ruido posible y de no encender lumbre.

Esperaba, acaso, en un arrepentimiento causado por la inquietud; pero había escogido el peor de los medios para atraer á Roussel, que no replicó; hizo una inclinación de cabeza; abrió la puerta á su prima y cuando la vió en la escalera, volvió á entrar en su casa, encendió de nuevo la pipa y continuó la lectura del correo de la tarde.

Tembló Batiste de frío y de miedo; fué una sensación de debilidad, como si de repente le abandonaran sus fuerzas, y se metió en su barraca, no respirando normalmente hasta que vió la puerta con el cerrojo echado y encendido el candil.

Encendió un cigarrillo, se tendió en un sofá y permaneció arrojando círculos de humo que subían, formando espirales, hacia el techo del estudio.

Después encendió el fósforo raspándolo en el muslo.

Luego que se empezaron á encender los faroles en la ciudad, nos dirigimos á la calle de Rívoli.

¡Se le mata! ¡Se le entierra! DON PEDRITO ¡No me encienda la sangre, que si me vuelvo lobo, lo como! EL CABALLERO Apéate del caballo, y verás quién tiene más fieros dientes.

Fernando VII nos dejó una herencia peor que él mismo, si es posible: nos dejó á su hermano y á su hija, que encendieron espantosa guerra.

¿Qué sucede? ¡Pero, hombre!, añadió Antonio, al encender la bujía y ver la expresión de nuestros rostros.

] Tal vez sería un rayo de sol que serpeó fugitive entre su espuma; tal vez una de esas flores que flotan entre las algas de su seno, y cuyos cálices parecen esmeraldas ... no : yo creí ver una mirada que se clavó en la mía; una mirada que encendió en mi pecho un deseo absurdo, irrealizable: el de encontrar una persona con unos ojos como aquellos.

Verdad sencilla y múltiple: compendio de las eternas ánsias de las gentes: universal y silencioso incendio, que baja sobre todas las conciencias para encender en las insignes frentes la llama inextinguible de las ciencias! La llama ardió.

» Encendió una cerilla, y a poco se cae de espaldas.

Encendieron ante el CRISTO Cuatro cirios y una lámpara, 25 Y de hinojos un momento Le rezaron en voz baja.

Decir á una joven ó vieja que encienda la antorcha de himeneo sin recubrir previamente su cuerpo con trapos nuevos y de seguro no da chispas: anunciarle un viajito, que tenga siquiera un trayecto de una veintena de millas y no le presentéis antes un muestrario, y no hay viaje posible.

Luego que el zapatero encendió un quinqué de petróleo, el Padre Alesón tomó la palabra: Le causará maravilla vernos en su tienda, dadas las ideas que usted profesa....

Al oir en boca de Lucía el nombre y apellidos de su amiga y la última inocente pregunta, el Comendador se estremeció, se turbó; el color rojo, que había teñido antes las mejillas delicadas de Clarita, se diría que había pasado con más fuerza á encender el rostro varonil de D. Fadrique, curtido por el sol de India y por los vientos de los remotos mares.

Todavía hay fresa abundante, y las cerezas entran enredadas unas en otras, porque no les gusta ir solas; que bien se conoce su cortedad de genio en el vivo rubor que enciende sus mejillas.

Pues bien: el pueblo está furioso contra esos tibios; ya usted sabe cómo se ha logrado encender esa ira.

Los mozos encendieron el gas, y continuó el tertulín de la tarde empalmándose con el de la noche.

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