46 Adjetivos para describir mocedades

dexenme gozar mi mocedad alegre: si quieren gozar su vejez cansada / si no / presto podran aparejar mi perdicion e su sepultura. no tengo otra lastima: sino por el tiempo que perdi de no gozarlo: de no conoscerlo: despues que a mi me se conoscer.

En medio de su pena, pudo tanto aún la briosa mocedad de María Antonia, fortalecida por el modo de vivir, menos duro y penitente que su larga convalecencia le había impuesto, que vino al cabo a encontrarse de nuevo sana y hermosa.

Allá es voz que penas y culpas de su libre mocedad trajéronle una dolencia de espíritu y corporal, 80 que vino a dejarle casi mudo, imbécil, incapaz.

La mísera mocedad del hermanito, triste como su infancia doliente, ha inspirado á Regina ráfagas de pasión y de misericordia, reveladoras de ocultas raíces sentimentales.

Sediento de emociones nuevas, en una febril inquietud espiritual, tocaba con sensuales deleites las diversiones en que la mocedad varonil de la aldea ponía el alma, brava y sencilla.

Cuando la inocente niñez deja de sonreír entristecida por los primeros balbuceos pasionales de la ardiente mocedad, el mundo se transforma y una nueva existencia saturada de perfumes jamás aspirados, de lejanías nunca vistas y de tiernos arrullos no escuchados, surge de la vacía existencia infantil.

Le hablé yo mismo de aquel gran pecado de mi atropellada mocedad, de lo arrepentido que estaba y de cuán firme era mi propósito de la enmienda.

Decíase de él por lo bajo que en su borrascosa mocedad había sido contrabandista y que yendo y viniendo de Ronda á Gibraltar y de Gibraltar á Ronda con su potro corredor y su trabuco naranjero, había llenado aquella ancha zona de su alto nombre y sus épicas hazañas.

Don Valentín había sido en su mocedad muy buen católico, pero sin fervor penitente y sin inclinaciones místicas y contemplativas.

El mal tuyo recibe este nombre técnico: espuma de la mocedad comprimida.

Un momento halagó á Villarroya la idea de que la Godoy fuese su última pasión, su capricho postrero, el desenlace de su mocedad conquistadora.

Este Obispo Don Alfonso su fijo desde su mocedad fué criado en la Iglesia, y en escuela de sciencia, é fué gran Letrado en Derecho canónico é civil.

Sea juez el mundo y diga si no es palpable que con ella has usado de encantos y artes de brujería, que de su delicada mocedad abusaste con drogas y minerales de esos que debilitan el discernimiento.

De resultas de esto se halló en su mocedad desamparado, sin otro arrimo que el de una hermana que tenía soltera, y aún tachado, con razón ó sin ella, de no muy sano en la fe.

Es la niñez ignorante, la mocedad desatenta, la edad varonil trabajada y la senectud jactanciosa.

Y, sin embargo, no hay en el Parnaso Colombiano más que una sola composición del doctor Madiedo, tal vez de su mocedad, tal vez de las más descuidadas.

Así es, que en dicha primera mocedad, había sido algo descuidadilla.

En la primera mocedad, dotado D. Fadrique de tales prendas, y siendo además bello y agraciado de rostro, de buen talle, atrevido y sigiloso, consiguió que lloviesen sobre él las aventuras galantes, y tuvo alta fama de afortunado en amores.

El primero en llegar fué el Estudiante, un muchacho de aspecto infantil, rubio y flaco, raquítico brote de la dura mocedad aldeana.

Entonces siente crecer el peso de las trenzas en los hombros; en los párpados, la lumbre de la pasión, y en las mejillas el carmín de la salud: una fragancia de besos le sube hasta los labios desde el corazón, ebrio de ternuras, y toda su mocedad, exaltada por el sentimiento, vibra y arde bajo la encubridora noche.

El conde recordaba su feliz mocedad, cuando soñaba en llegar a general y adquirir gran renombre y cuando se creía próximo a realizar sus ilusiones, y al verse ahora postergado, solo, sin otro apoyo que el de los jesuítas y en lo mejor de su edad, casi en la misma situación de un veterano inservible, sentíase dominado por tremenda melancolía, y maldecía la memoria de la mujer que de tal modo había truncado su porvenir.

¿qué es de tu tan amada limpieza, tu grande recatamiento, tu amada libertad, tu claro linaje, tu soberano valor, tu descanso, tu placer, tu alegría, tu contento, y finalmente, tu fresca mocedad, deleitosa juventud y muy alabada hermosura?

Había sido en su mocedad frescachona de cuerpo y enjuta de rostro, y tenía cierto parecido remoto con Juan Pablo.

La mocedad, la sangre rica, el aire libre, las amorosas caricias del sol, habíanse dado la mano para crear la coloración magnífica de aquella tez plebeya.

Examinaban los porteros con grande rigor á cuantos llegaban y, en topando alguno, que venía de los verdes prados de sus gustos, regoldando á obscenidades, al punto le encaminaban á la puerta de los horrores y le introducían en dolores, asegurando que la mocedad liviana entrega cansado el cuerpo á la vejez.

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