119 colocaciones para engaños

Misioneros fueron autores, ò víctimas de este engaño, no es facil decidirlo; pero las càbalas que ya empezaban à urdirse contra la Compañia, deben inspirar desconfianzas hácia todos los cargos que se le hicieron en aquella época.

¡Matar a unos animales tan nobles con toda clase de engaños!

De engaño en engaño, me condujo hasta Chillan, en donde se encontraba el ejército español en aquel tiempo, i se presentó al jeneral a dar cuenta de una comision que habia tenido durante su ausencia.

El hijo por engaño y Toma de Toledo, de Lope.

Sin embargo, bien puede asegurarse sin temor a engaño, que llegará un día en que la Castellana recobre su antiguo esplendor: al cabo de los años mil, vuelven los coches por donde solían ir.

Era maestro en todas las artes del engaño, ingrato, procaz, cobarde con los valientes, valiente con los cobardes, petulante y vanidoso como pocos, amigo de atribuirse las heroicidades y los méritos ajenos y de repartir entre los demás los defectos propios.

¿No tiene usted vergüenza, siendo un sujeto decente y de obligaciones, de ocuparse en fabricar enredos, de querer sacar de su casa con engaño y violencia á una mujer honrada, de querer impedir un matrimonio en que ella cifra todas sus dichas?

, en sabiendo quién eran los autores del engaño de que resultó mi ofensa, los dos, de tres, arrojé al mar desde una galera: por las bocas me ofendieron, y entró la muerte por ellas.

Pero, por fortunacontinuó el doctor mirándoles alternativamente,por fortuna me hallo todavía entre los dos para evitar los efectos de este recíproco engaño, para salvar a dos almas de su doble error gritándoles que se aman.

Si dijo verdad el demonio, como la puede decir, cumpliendo la voluntad de Dios, el tiempo lo declarará desque pasen cuarenta años, contando los ciento, desde que estas Indias se descubrieron; y, por ventura, el secreto es la claridad del engaño y ceguedad que hay cerca de las injusticias é impiedades que estas gentes de nosotros han rescibido, no teniéndose por pecados, que ha comprendido á todos los estados de España.

; y estimularon tanto más sus sospechas, cuanto que la letra parecía evidentemente contrahecha: decidióse a abrir una, y encontróse con que, efectivamente, era toda del puño de Pierrepont: he aquí su contenido: «Querida Beatriz, , esta existencia de engaños y traiciones es indigna de nosotros y me complace que opines sobre este punto como yo...

No me repitas su nombre, que me turbas; respóndeme á lo que te pregunto, veamos si es lo que yo digo, que vienes con engaños.

Entonces prosiguió D. Fadrique: El hombre de que he hablado á V., el pecador causa del engaño y del hurto, soy yo mismo.

Los empeños de un engaño, de D. Juan de Alarcón.

Era para su hijo, para el fruto del engaño y de la infamia.

La leyó sin emoción, con la sonrisa en los labios, burlándose en su interior del engaño que sus enemigos padecían.

La fuente de los engaños.

No supe si echaria la culpa á mi facilidad en creer, ó la fuerza de su engaño en decir, porque aunque es verdad que es dificultoso librarse de una cautela engendrada de una verdad clara y evidente, con todo eso arguye liviandad el arrojarse luego á creerla; pero es tan poderoso el embeleco de una mujer hermosa y bien hablada, que con menos circunstancias me pudiera engañar.

Por más que yo me decía para disculparme de que no había podido decentemente desmentir a una muchacha que no había tenido otra mira que la de mi bien y que en algún modo me había visto en la precisión de ser cómplice de su engaño, poco satisfecho de esta excusa, yo mismo me respondía que no debía llevar tan adelante el embuste y que era demasiado descaro el querer vivir con un señor cuya confianza pagaba tan mal.

Porque han de entender que allí comienzan á mostrárseles otras de lo que son, y á encubrirles la verdad, y allí comienzan á tentarles la condición y hacerlos al engaño, y como los hallaren pacientes en esto, así subirán á engaños mayores.

De poder reanimarse el cadáver, de seguro que gritaría algo subversivo contra la sociedad injusta, contra los hombres crueles, pidiendo destrucción y venganza, para tenderse de nuevo en el féretro tras esta póstuma confesión del engaño de su vida.

Mucho extrañó don Enrique llevase el paje de don Alonso el papel; porque desde que se había ido Gonzalo a Sevilla, doña Mencía no le escribía sino por una criada, y a no conocer la letra de la dama, casi le pusiera en confusión de algún engaño; mas pensó que alguna gran novedad debía de haber, pues le escribía con diferente mensajero, y no veía la hora de ir a saberlo.

Aspiraba nada menos que a resucitar a los ojos de sus compatriotas nuestro pasado—es decir, el presente de sus bisabuelos, y conocedor del engaño de cuantos lo intentaban a pura fantasía, buscaba y rebuscaba en todo género de viejas memorias para levantar sobre inconmovibles sillares el edificio de su erudita ciencia histórica.

En ese momento se hallaba, en que las consecuencias del engaño fatal le parecían más graves, en que el último destello de su esperanza se había apagado ya, cuando Roberto Vérod la había encontrado, y así como éste había visto en ella su salvación, ella también se había sentido revivir.

Y se encontraba adosado a la rueda, confundido con aquella humanidad crédula e infantil, pero sin el consuelo de su dulce engaño.

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