24 colocaciones para telarañas

Allí las manos piadosas de las mujeres le rociaron la cara con agua fresca hasta volverle al sentido, oprimieron los tolondrones, tamaños como huevos, que tenía en la cabeza con monedas de cobre de dos cuartos y restañaron la sangre de sus arañazos con telarañas que recogieron en la iglesia.

Ahí veo formadas en batalla algunas botellas con telarañas; la masa, señor Francisco, no pasa bien sin vino; dadme una botella.

El padre Claudio soñaba ocupar algún día el centro de la inmensa telaraña extendida sobre el globo y que entre sus mallas tantas conciencias tiene aprisionadas.

No les pude hacer comprender que la honra de una chica que lleva á pastar las vacas y abre erizos con los piés, vale tanto como la de una emperatriz, y que la perla de la virginidad no pierde su hermosura por abrigarse en la concha de una cuba vacía, entre las telarañas de una bodega.

De repente, lo mismo que se rasga un velo, se ha roto en mi cerebro no qué cortina de telarañas, y aquí me tienes con una claridad en el pensar y un tino en el discurrir cual creo no los he tenido en mi vida.

«La dueña melindrosa, Tras el tapiz do tienes tu manida, 10 Te juzgue, inadvertida, Por telaraña sucia y asquerosa, Y con la escoba al suelo te derribe; Y al ver que bulle y vive, Tan fiera y tan ridícula figura, 15 Suelte la escoba y huya con presura.

Mira, salada, antes de entrar a verte, yo tenía sobre el corazón una envoltura gris, pegajosa y fría como las telarañas.

» Salía D. Francisco de estos chapuzones espirituales más muerto que vivo, con la inteligencia como envuelta en telarañas, que se quería quitar restregándose los ojos, y tardaba horas y horas en reponerse del arrechucho.

En uno, los marineros cantaban alegremente mientras trabajaban: en otro se veían hombres suspensos allá muy arriba, sobre mi cabeza, asidos solamente de cuerdas que no parecían más gruesas que las hebras de una telaraña.

Y la dejó en el rincón, con unos paquetes de cartuchos enmohecidos por la humedad y cubiertos de telarañas.

Y Apolinar salió de allí con la cara radiante, bailándole los ojos en una ráfaga de alegría loca, y dando al viento como romántica pluma aquel jirón de telarañas que se pegó en el sombrero.

En medio de la capilla, don Saturnino sudando copiosamente, cubierta la levita de telarañas y manchas de cal, rojo el rostro, cárdenas las orejas, arengaba a su auditorio, con un brazo extendido en dirección de la bóveda.

«Espantajo, madre de las telarañas, si te cojo, verás....

En la puerta de la bodega enredósele un manojo de telarañas en el bombín, y tragando saliva entró en la obscura pieza.

En la sombra parecía una masa de telarañas que velaban su frente, como si la cabeza anticuada de la señora hubiera estado expuesta á la soledad y abandono de un desván durante medio siglo.

¡Cuánto más á gusto y en paz viviríamos si cada cual se entretuviese en limpiar de telarañas el oro de sus devociones, en lugar de llamar al oro del vecino montón de telarañas, porque en él hay una que le ensucia! Por lo que á hace, no dirá el lector que no predico con el ejemplo.

Se dice que está siendo a España muy penoso sostener la neutralidad; que hay exigencias de parte de los beligerantes; que Portugal quiere pasar tropas por territorio español; que... El hilo de la hipótesis va trazando los más increíbles e intrincados dibujos, en los cuales se enreda el buen sentido, así como una mosca en una telaraña.

E inmediatamente atravesé corriendo un largo pasadizo y penetré por primera vez en una pieza de regular tamaño enteramente atestada de estantes verdes cubiertos de libros reunidos entre ellos por los tenues hilos de una multitud de telarañas.

En la mala fe de las disputas, tanto da el oro bruñido como la telaraña que sobre él cayó por casualidad.

Juanito seguía contemplando el aspecto desolado del porche: el techo, de cuyas viguetas pendían largos pabellones de telarañas; los telares, que en sus superficies planas tenían capas de polvo cuya formación suponía docenas de años; las ventanas, con sus cerraduras enmohecidas y arriba unos enrejados por los que lanzaba el sol barras de luz en cuyo interior danzaba un mundo de moléculas.

Llamábanla la tía Roma, no por qué (me inclino á creer que este nombre es corrupción de Jerónima), y era tan vieja, tan vieja y tan fea, que su cara parecía un puñado de telarañas revueltas con ceniza; su nariz de corcho ya no tenía forma; su boca redonda y sin dientes, menguaba ó crecía, según la distensión de las arrugas que la formaban.

Una boina verdosa, con rastros de telarañas, cubría su cabeza sonrosada y blanca.

Más valdría que te entretuvieses en limpiar la chimenea que tiene un palmo de hollín y un regimiento de telarañas.

¡Quizá en la sacristía le dejan en un rincón entre telarañas!...

24 colocaciones para  telarañas