339 oraciones de ejemplo con caricatura

Verdad es que tampoco eran los Indios de entonces como somos los de ahora: tres siglos de embrutecimiento y oscurantismo, algo tenían que influir sobre nosotros; la más hermosa obra divina en manos de ciertos obreros puede al fin convertirse en caricatura.

En la puerta de una escalerilla le hacía señas una buena moza, despechugada, fea, sin otro encanto que el de una juventud próxima á desaparecer; los ojos húmedos, el moño torcido, y en las mejillas manchas del colorete de la noche anterior: una caricatura, un payaso del vicio.

¡Lástima que en algunos pasajes la tendencia a la caricatura aparezca tan de resalto, y convierta en falsos tipos que de cómicos no debieran degenerar en bufos!

Salieron a relucir todos los secretos domésticos; la vida del matrimonio, la dependencia y degradación de Marín fueron puestas en caricatura.

Además, se dan el gusto de ponerlo en caricatura y le atribuyen anécdotas en las que aparece asombrado al enterarse de que en América ya nadie gasta plumas.

Aquello parecía la caricatura de una vidriera gótica.

La solterona de otro tiempo, aquella caricatura física de la mujer, ha dejado, casi, de existir.

Cuando lo sublime corre sin freno, suele tropezar en lo ridículo y caer en la caricatura.

Entonces el jugador, con modales grotescos y atiplando la voz, comenzó á remedar á la condesa de Trevia (que en aquella tertulia se llamaba siempre Laura á secas), contrahaciendo sus nobles y sencillas palabras y poniendo en caricatura sus graciosos ademanes.

Esta persona ocupa un hotel muy pequeño, junto a las fortificaciones: una caricatura de casa de tres pisos; diríase que es un telescopio amueblado por Martine; una vivienda paradójica.

Últimamente, en la época de los exámenes, dibujé una caricatura brutal, horrorosa, del padre Pulpon, y algún amiguito suyo se la entregó.

Pero incapaz de reducir á la disciplina la muchedumbre infantil de sus pensamientos, acabó por diseñar en las páginas unos muñequines de cabeza muy gorda y ojillos espantados, caricatura de sus ideas precoces.

Para él todos los medios eran buenos: desde la barricada hasta la caricatura; desde el discurso elocuente hasta el pinchazo con el estoque.

Y don Félix se nos aparece en su más externa externidad, porque el autor lo pinta con mofa y en caricatura, sin comprenderlo.

Se dirigían al edificio donde se prepara la Exposición, esta famosa Exposición tan cacareada, acechada ya por críticos al menudeo y proveedores de la malignidad en forma de caricatura y sátira.

Era este sastre un francés de caricatura inglesa: alto, flaco, con los hombros más altos que la cabeza, la cara juanetuda y amarilla y las piernas delgadas.

En hacerle la caricatura.

La contestación había apurado todos los recursos de la sátira y la pluma de Alberdi había rayado en el papel la caricatura del adversario con los gráficos rasgos de un Chatam y con la culta acrimonía de un Timon.

Al fin se acomodó en una silla echada hacia atrás, el brazo derecho montado en el respaldo de otra, la pierna izquierda sobre la mesa, formando una tan recortada y angulosa caricatura, que bien se le podría retratar si estuviera quieto y no variase á cada instante, buscando una comodidad que no lograba nunca.

Hasta á D. Silvestre, cuya hostilidad á los caminos de hierro no le era desconocida, habia regalado Sir George una chistosa caricatura inglesa que representaba una procesion de viajeros, que ántes de entrar en los coches y wagones del tren, pasaban ante la máquina quitándose el sombrero y saludándola con las palabras con que los gladiadores romanos saludaban al emperador ántes de ir al combate: MORITURI TE SALUTANT.

Acaso exagere usted la caricatura para provocar más la risa, pero siempre se ve la verdad, y, á pesar de la exageración, se reconoce la fidelidad de los retratos.

La desconfianza del hipócrita es una caricatura de la delicadeza del orgulloso; este sentimiento puede tornar susceptible al hombre de méritos excelentes, toda vez que desdeña dignidades cuyo precio es un servilismo y cuyo camino es la adulación.

La caricatura le mordió hasta sangrar, como á ningún otro: el lápiz tuvo, vuelta á vuelta, firmezas de estilete y matices de ponzoña.

La contraria doctrina jamás se preocupó de distinguir entre los hombres superiores, á punto de catalogar entre los genios á muchos hombres de talento y aun á ciertos ingenios desequilibrados que son su caricatura.

Pero su sátira es ruda y casi trágica, como la lúgubre caricatura de los achaques de la vejez.

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