26 Verbos a usar para la palabra hondonada

Al mes de vivir allí estaba Manuel un domingo a la puerta de la casa, después de comer, cuando vió que por la pendiente del vertedero bajaba a la hondonada corriendo, con las faldas recogidas, una muchacha, Al verla de cerca, Manuel quedó rojo, luego pálido.

«Soy (decía uno de sus cantos), soy el Olimpo, ilustre en todas las épocas y célebre en todas las naciones: cuarenta y dos picos coronan mi cabeza y setenta y dos fuentes corren por mis hondonadas, y en mi cima más alta se posa un águila que lleva en sus garras la cabeza de un héroe denodado.

Tiró hacia la plaza de San Marcial, y al llegar á los vertederos de la antigua huerta del Príncipe Pío, se detuvo á contemplar la hondonada del Campo del Moro y los términos distantes de la Casa de Campo.

Semejante cacería concluye siempre á medio dia, enfrente del pueblo de Santa ; y á la sazon ha de calcular el cazador si le conviene retroceder por los bajos hasta el punto de partida, ó atravesar la hondonada y cazar de regreso en la solana que hay entre Santa , Vergós y Altadill.

Pero ¿quién viene allí, avanzando lentamente por la hondonada de la Huerva, apoyándose en un grueso bastón, y seguido de un perrillo travieso que ladra á todos los transeuntes por pura fanfarronería y sin intención de morderles?

Mientras subían, oía Rip de vez en cuando ruidos que retumbaban en ondulaciones como truenos lejanos y que parecían brotar de una profunda hondonada, o hendedura mejor dicho, entre inmensas rocas hacia las cuales conducía el áspero sendero que seguían.

Las cumbres habían sido echadas abajo por la piqueta y el barreno: las hondonadas, rellenas de escoria roja, estaban convertidas en mesetas.

La parte de atrás de la casa de los hidalgos daba a una hondonada; tenía una gran galería de cristales y estaba hecha de ladrillo con entramado negro; enfrente se erguía un monte de dos mil pies, según el mapa de la provincia, con algunos caseríos en la parte baja, y en la alta, desnudo de vegetación, y sólo cubierto a trechos por encinas y carrascas.

Desde aquella azotea de la iglesia se divisaba una gran hondonada, un valle cerrado por unas lomas rojizas, y por encima, en el fondo, Somosierra, como una muralla azul; á un lado brillaban las praderas verdes de Arauzo de Miel.

No corre mucho sin que encuentre una hondonada, en la cual se extiende y se estanca, y suele ser malsana en el estío.

Después de Bernasconi se advierte el paisaje genuinamente pampeano: la loma poblada de arbustos naturales ensombreando la hondonada.

Al avanzar por él llegamos encima de la hondonada donde nace el Duero.

Este sendero llevaba a una arenosa hondonada sombreada de árboles por más de un cuarto de milla, cruzando luego el puente famoso en las historias de aparecidos, precisamente detrás del cual se eleva el verde montecillo donde estaba edificada la pequeña iglesia de muros blanqueados.

El sol lanzaba todavía sus resplandores sobre las ramas altas de los árboles que crecían en terreno elevado; pero las sombras de la tarde obscurecían ya la hondonada donde habían acampado, y el fuego comenzaba a enrojecerse reflejándose en los negros troncos de los pinos o revoloteando sobre la densa y obscura masa de follaje que circundaba aquel paraje.

En esa época ya intenta la perdiz pasar al vuelo una hondonada, quedándose á la parte opuesta del cazador, y cuando se ve que trasponen el cerro, hay que fijarse bien en la inclinación que escogen, pues la buena vista ahorra muchos pasos inútiles, dando el resultado de abreviar el tiempo, que en estas circunstancias es oro.

Terminaba el senderito que seguían en una reducida explanada, rodeada por todas partes de rocas, que la pleamar cubría por completo y salpicaban entonces las olas con blancos espumarajos, dejando al retirarse, en el declive, una pequeña hondonada, una especie de pozo lleno de agua que cubriría a ambos niños hasta la cintura.

A la mañana siguiente, muy temprano, salimos de la hondonada de Luarca; en una hora de marcha, los caballos nos llevaron a Caneiro, profundo y romántico valle entre peñascos, sombreado por altos castaños.

Muchas veces no hacía ni esto siquiera; salía á la hondonada, se tendía al sol y contemplaba vagamente la sierra y la línea austera apenas ondulada de los campos madrileños bajo el cielo azul radiante.

Hecho el descenso de aquella parte del brocal muy fácilmente, no tardamos en subir la ladera del cerro que seguía a la primera hondonada.

Todos miramos al punto indicado, edificio de grandes dimensiones, que se alzaba á nuestra izquierda, separado de Puerta Quemada por la hondonada de la Huerva.

Marcábase en la ancha calle de Bravo Murillo la interminable hilera de postes eléctricos: una fila de cruces blancas flanqueadas de arbolillos, y en el fondo, sumido en una hondonada, Madrid envuelto en la bruma del despertar, con los tejados a ras del suelo y sobre ellos la roja torre de Santa Cruz con su blanca corona.

Y el viento que surja de las hondonadas de los Andes irá a morir en el estero del Plata después de jugar con ese mar de verdura.

* * * * * Entre el puente de Segovia y el de Toledo, no muy lejos del comienzo del paseo Imperial, se abre una hondonada negra con dos o tres chozas sórdidas y miserables.

A las de la mañana proseguí á la sirga con viento S flojo, y habiendo andado una milla al S corregido, he visto por la parte del O una hondonada grande: pasé á reconocerla sospechando arroyo en ella, y llegado, hallé un arroyo de corto caudal con el agua clara y de buen gusto.

Solamente cuando alcanzaron la hondonada que marcaba el último límite de Poker-Flat, el jefe habló cuatro palabras en relación con el caso: el que desease conservar su vida, no debía poner más los pies en Poker-Flat.

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