Qué preposición usar con loco
El Caballero cierra los ojos y se recuesta sobre las algas que sirven al loco de camada.
Nébel evocaba a la madre; y con un extremecimiento de muchacho loco por las mujeres casadas, recordaba cierta noche en que hojeando juntos y reclinados una Illustration, había creído sentir sobre sus nervios súbitamente tensos, un hondo hálito de deseo que surgía del cuerpo pleno que rozaba con él.
De todas maneras, Antonio, más sabe el loco en su casa que el cuerdo en la ajena.
Iráse el loco a reinar en sus palacios.
Cada loco con su tema....
La influencia que entonces y ahora tiene el fraile de Filipinas, es preciso ser loco para no apreciarla y comprenderla.
Doblemente rico, perdida la ilusión de la dulce vida quieta y santa que acaricié apenas, de nuevo me lancé a los placeres locos del mundo, lejos de mi solar.
Sentía un orgullo loco al verse entre aquella gente, saludada por una mujer tan guapa y tan elegante, con tales muestras de respeto y deferencia.
El Carnaval se extiende por el desierto, y esta mujer va á volvernos locos á todos.
Estos y otros como estos, amiga doña Flora, echarán a los franceses, si es que les echan, que no los monigotes de la Cruzada, con su D. Pedro del Congosto a la cabeza, el más loco entre todos los locos de esta tierra, con perdón sea dicho de la que es su tiernísima Filis.
Muy guapa; parecía una señorita disfrazada; en la isla debían ir los atlots locos tras de ella.
BAENA, p. 111: El tu menasar apodo | á grant loco sin abrigo.
¡Qué amargo placer! ¡Recristo! Jamás hubiera sospechado que una noche tenía que correr casi como un loco hacia la barraca de su hermano, marchando por la playa y evitando las calles, como si le avergonzara la presencia de gentes.
Y diciendo esto, sin atender a más razones, se echó como loco sobre ella, y tan de repente, que ella no pudo sustraerse a sus abrazos y a sus besos.
El director de Bedlam sabía muy bien que debía guardar al supuesto loco hasta su muerte, y cumplía con todo rigor las misteriosas órdenes que había recibido.
Hay para volverse loco ante las absurdas conjeturas y las faltas de verdad que inspiran aquella época.
El alma se le cayó á los pies al pobre Traga-santos{97-1} cuando, apenas pasó el Manzanares, se encontró con que aquel confuso y atronador murmullo de la muchedumbre congregada en torno del santuario y de la milagrosa fuente se componía, no de piadosos himnos y plegarias, sino de blasfemias, de obscenidades, de cantares profanos, y de gritos cuando menos locos é inspirados por la embriaguez.
¡Que no eres nada!exclamó la madre, con sorpresa primero, después con cólera, y mirándonos a todos como para preguntarnos si su hijo se había vuelto loco durante la campaña.
Catalina acababa de despertarse, y graznaba como cuando se solloza; Wetterhexe, más muerta que viva, observaba los movimientos del loco desde el rincón más obscuro del antro.
Carlos Federico era bueno, dulce, aunque medio loco según unos, y loco entero según otros.
—Esa mujer, Rosario, no me quiere... no me quiere... no me quiere... Pero ella me ha enseñado que hay otras mujeres, por ella he sabido que hay otras mujeres... y alguna podrá quererme... ¿Me querrás tú, Rosario, dime, me querrás tú?—y la apretaba como loco contra su pecho.