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DON PEDRITO Hermano, sal de ese pozo negro.

EL CAPELLÁN ¡Un resucitado!... ¡Le veo y no me parece Don Juan Manuel! ¡Vengo de la playa, de esperar la barca de ese infeliz Abelardo

Pues ¿y si yo le dijera que no hace aún tres años cabales que con estos mismos ojos que se ha de comer la tierra, la caer por lo alto de ese derrumbadero, dejando en cada uno de los peñascos y de las zarzas un jirón de vestido ó de carne, hasta que llegó al fondo donde se quedó aplastada como un sapo que se coge debajo del pie?

¡Líbreme Dios de conocerla! Pero mis padres, al prohibirme llegar hasta esos lugares, me dijeron mil veces que el espíritu, trasgo, demonio ó mujer que habita en sus aguas, tiene los ojos de ese color.

La mujer de los ojos verdes prosiguió así: ¿Ves, ves el limpido fondo de ese lago, ves esas plantas de largas y verdes hojas que se agitan en su fondo?...

interrumpió Garcés con voz entrecortada y disimulando en lo posible la cólera que le producía el burlón regocijo de sus companeros, yo no me he visto nunca con el diablo, y por consiguiente, no todavía como las gasta; pero conmigo os juro que todo podrá hacer menos dar que reir, porque el uso de ese privilegio sólo en vos tolerarlo.

Cosa de dos horas ó tres haría ya que el joven montero roncaba á pierna suelta, disfrutando á todo sabor de uno de los sueños más apacibles de su vida, cuando de repente entreabrió los ojos sobresaltado; é incorporóse á medias lleno aún de ese estupor del que se vuelve en de improviso después de un sueño profundo.

Figuraos un mundo de piedra, inmenso como el espíritu de nuestra religión, sombrío como sus tradiciones, enigmático como sus parábolas, y todavía no tendréis una idea remota de ese eterno monumento del entusiasmo y la fe de nuestros mayores, sobre el que los siglos ban derramado á porfía el tesoro de sus creencias, de su inspiration y de sus artes.

Y lás mariposas blancas y las libélulas azules, que giran por el aire en extraños círculos, se paraban un momento en nuestros dentellados bordes á contarse los secretos de ese misterioso amor que dura un instante y les consume la vida.

RIMAS I Yo un himno gigante y extraño Que anuncia en la noche del alma una aurora, Y estas páginas son de ese himno Cadencias que el aire dilata en las sombras.

¿Quién se acuerda de ese nombre?

Recuerde usted que la visita de ese Gulliver fué hace muchos años, muchísimos, un espacio de tiempo que corresponde, según creo, á lo que los Hombres-Montañas llaman dos siglos.

El senador Gurdilo tiene razón: hay que desembarazarse de ese huésped grosero é incómodo.

El traje de ese Hombre-Montaña significa el «varonismo» en acción, que desafía á todas nuestras leyes y costumbres, á todo nuestro glorioso pasado, á todas las hazañas y sacrificios de nuestros antecesores.

¡Ah! ¿Conque es Momaren el que desea la muerte de ese pobre gigante?

En la noche de ese día 24 se hizo la función de Nochebuena, y se dispuso la cena en este mismo lugar; pero habiendo comenzado muy alegre, se concluyó tristemente, porque al llegar la hora de la alegría, del baile y del bullicio, todo el mundo echó de menos al alegre muchacho, que aunque vicioso, era el alma, por su humor ligero, de las fiestas del pueblo.

¡Ah! entiendo, señor cura,continué;entiendo: y ya era tiempo, porque la suerte de ese infeliz amante me iba afligiendo de una manera...

Por eso yo me resolví a entregarlo a la tropa, pues de ese modo quitábamos del pueblo a un sujeto nocivo y libraba yo a mi sobrina de un impertinente.

Yo entonces a la virtud 355 nombre daba de falsía, rabioso llanto vertía, y hundirme en el ataúd juraba en mi frenesí antes que rendirme al yugo 360 de ese hombre, fatal verdugo, genio infernal para .

¡Cielos! Nada sabía de ese infeliz.

Pero 30 salid de ese abatimiento: mirad que ya van a venir los convidados a la boda, y es menester no darles que decir.

En este aposento, allí, delante de ese balcón estaba yo, llorando sobre mi labor, como ahora 40 sobre mis galas.

¡Qué talento el de ese muchacho!

Pero es posiblecontinuó el militar, olvidado de que Elías estaba cerca¿es posible que pase usted la vida de esta manera, sin más compañía que la de ese hombre?

Cuando se teme de ese modo la llegada de un día que nos ha de traer algo malo, la imaginación tiene como una extraordinaria fuerza de odio, con la cual personifica ese día que se detesta; la imaginación ve acercarse este día, y lo ve en figura de no qué monstruo amenazador que avanza con la mano alzada y la mirada llena de ira.

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