36 Verbos a usar para la palabra unas

Y viendo á dos muchachos de diez años el uno y siete el otro aproximadamente, se dirigió á éstos sin esperar la contestación de los sacristanes.

El recado era que si quería acabar de una vez y poder raparse las barbas, que viniese, sin su gente, á donde él designara; que, seguros los dos, se verían y terminarían su pleito á navajazos, muriendo el uno ó el otro ó ambos, como buenos caballeros.

Magestad a Castilla, porque para aver de conprar los dichos negros aquy ay dos ynconvinientes, el uno que no vernán aqui tantos negros en X años, e lo otro hanse de conprar al contado que ni entraran CXX o CXXX negros que no alcanzaran entre dos vezinos vn negro; suplicamos a V.

Como la indiezuela interesa aplausos en llevar el coro, empieza luego á dar el son á los cantores y danzantes, sacudiendo con brio la caña ó báculo contra el suelo, y haciendo que resuenen las castañuelas, azotadas las unas con las otras.

Hablaban en voz baja las unas con las otras, y sonreían con las cabezas inclinadas: Sólo María Rosario permanecía silenciosa, y bordaba lentamente como si soñase.

Volvieron á callar el uno y la otra; hasta que al hallarse la barquía enfrente de la Monja y próxima á los primeros barcos, volvió á decir Andrés, bajito también: Aquí me puso al Céfiro quilla arriba una racha de vendaval.

El marquesado allí se había deshecho como la sal en el agua, merced a la malicia de un viejecillo, miembro del maldiciente triunvirato, a quien correspondía, por su acerada y prodigiosa memoria y años innumerables, el ramo de averiguación y esclarecimiento de añejos sucedidos, así como al más joven, que conocemos ya, tocaban las investigaciones de actualidad, viniendo a ser cronista el uno y analista el otro de la metrópoli.

Y habéis de advertir que la codicia de los hombres ha hecho instrumento para hurtar todas sus partes, sentidos y potencias, que Dios les dió las unas para vivir y las otras para vivir bien.

Y diziendo el uno que en la posada se la escribiria, por no traer en papel la suya, metió el otro mano á la faltriquera, y sacó della la de la lampara, diziendo: Tome v. m. la mia; que ya la tengo á punto.

Los demás, que estaban bien puestos, y lo vieron pasar, embidaron su resto: él quiso, y echando el uno cincuenta, y los demás lo que tenian, arrojó el portugués sus cincuenta y cinco puntos, y arrebatóles el resto; dijo el uno de ellos: ¿Cómo dijo vuesa merced que tenia los de Mahoma, que son cuarenta y ocho años, si tenia cincuenta y cinco?

Ambos fueron á encontrarse, deseosos el uno de alcanzar al contrario con la aguda lanza, y el otro de herir á su enemigo con la flecha que el arco despidiera.

Pero aun en aquellos tiempos de más peligro, los robos eran la excepción y no la regla, a pesar de las detalladas y precisas relaciones de indígenas y extranjeros, tan exageradas las unas como las otras.

1ª. Cuando una experiencia constante y dilatada nos muestra dos objetos existentes á un mismo tiempo, de tal suerte que en presentándose el uno se presenta tambien el otro, y en faltando el uno falta tambien el otro, podemos juzgar sin temor de equivocarnos, que tienen entre algun enlace; y por tanto de la existencia del uno inferiremos legitimamente la existencia del otro.

Dos importantes viajeros, francés el uno, español el otro, envuelto éste en su capa, y aquél en su capote, venían dentro.

Espinosa, sucesor del insigne cuanto desgraciado Vasco Núñez de Balboa en la costa del Pacífico (y que lo mismo el uno que el otro se hallaban bajo el mando superior de Pedrarias Dávila, gobernador del Darién) con cuatro bergantines y la correspondiente tripulación y fuerza armada, fundó en 1519 la colonia de Panamá, a la cual Carlos V concedió en 1521 el título y fueros de ciudad.

Doblósele a la hermosa Aminta la pasión y la rabia con las nuevas de la muerte de su tío y venganza que prometía la cólera de su primo don Luis, y más viendo a don Jacinto gozar tan libremente de Flora, el uno y el otro causa de su desdicha.

Nos habituamos uno a otro, nos hicimos el uno costumbre del otro.

Esa hembragritaba unoes la que ha tenido la culpa de todo.

En un momento inventaba mil intrigas de novelas de aventuras, tan imposibles las unas como las otras.

Así iban filando las horas para ambos, inquiriendo el uno y esperando el otro, los dos silenciosos, velando atentamente el sueño de aquella pobre mujer que se moría.

El martes por la mañana, hizome preparar un buen almuerzo, y nos instalamos por última vez, el uno frente al otro, con intención de reponer fuerzas.

¿Y irse el uno En el punto que me ve, Y disimular el otro?

Despues se encuentra la confluencia de los dos riachuelos del mismo nombre de Lütschina, llamado el uno blanca (Weisse), que baja de las alturas de Lauterbrunnen, y el otro negra (Schwarze,) que desciende, por la derecha del Eiger y su base, de las neveras de Grindelwald.

Y, diciendo esto, llegóse el uno y quitóle la capa, y dijo: -Descanse V.

te saldrán al encuentro tres varones que suben a Dios en Bet-el, llevando el uno tres cabritos, y el otro tres tortas de pan, y el tercero un cántaro de vino.

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