21 Metáforas para tiendas

La tienda fué siempre su alcázar, que para su gran corazón no bastaban palacios.

Esta tienda es de bayeta aforrada en lienzo, por haber mostrado la experiencia, que esta especie de tiendas resiste mejor al agua.

La tienda estaba en una calle importante y animada: la calle del Príncipe, inmediata a la plaza de Cervantes.

La tienda del Marqués era de mucha capacidad, y construida al estilo oriental; sus colgaduras de brocado y de finísimo paño de Francia.

Las tiendas de los modistos, joyeros, fabricantes y vendedores de artículos femeninos, son las capillas ardientes del gusto de Francia, y los pontífices: la muchedumbre de escritores, artistas, industriales y obreros que trabajan en la realización de la belleza más perceptible y necesaria acaso á la especie: aquella que entra por los ojos y golpea las puertas de la sensualidad.

La tienda estaría en una casa nueva de la subida a Santa Cruz, frente por frente a la calle de Pontejos, y sus escaparates serían de seguro los más vistosos y elegantes de Madrid.

Las tiendas que tenían una tertulia española eran un centro de intrigas políticas.

La tienda era una confitería, aunque no lo pareciese; la única confitería que había entonces en Sarrió.

Aquella tienda era un cuartejo de pésima apariencia; no tenia sino un pequeño armazon en donde se ostentaban algunas vasijas de barro y algunas reatas por toda mercancía, y una mesa sucia y vieja que hacia el oficio de mostrador.

La primera tienda que vio abierta era un estanquillo.

Hay un barrio mexicano, en que las tiendas, las fondas, los guisos, son al estilo de México....

Aquella tienda era un estuche de curiosidades, y el Zambo una presea.

Príamo saltó del carro á tierra, dejó á Ideo para que cuidase de los caballos y mulos, y fué derecho á la tienda en que moraba Aquiles, caro á Júpiter.

Ir al polo esperando el deshielo es obra de pura paciencia; copia servil aunque sabia de esas personas que, para hacer compras en un almacén, aguardan a que la tienda esté en liquidación.

Cada tienda es en realidad un pequeño museo, desde la de relojes superiores, cronómetros é instrumentos de precision, ó de bonitas joyas de las fábricas nacionales, hasta la tienda que no contiene sino canastos de todas las formas y tintas imaginables, ó muñecas y juguetes de toda clase.

6 Las tiendas de los ladrones están en paz; y los que provocan a Dios, y los que traen dioses en sus manos viven seguros.

Y bien mirado, si así se toca la tecla de las purgas, sus tiendas son purgatorios, y ellos los infiernos, los enfermos los condenados, y los médicos los diablos.

La tienda era una prendería repleta de trastos viejos que había por todos los rincones y colgaban del techo; las paredes estaban atestadas de fusiles y escopetas antiguas, sables y machetes.

Bonaparte; primer cónsul, en su caballo de dibujo convencional, con su corvo sable, y en el fondo, las tiendas de campaña; y M. Emile Loubet, fotografía género Nos contemporaines chez soi en espera de Mollard o de Crozier, caros al protocolo.

Esta tienda es la sucursal del Infierno.

VII SEXUALIDAD Y PORNOGRAFÍA En el pueblo, la tienda de objetos de escritorio era al mismo tiempo librería y centro de suscripciones.

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