Qué preposición usar con admire
El navío daba fondo en el patio, los brutos eran desenganchados, el mayoral bajaba de lo alto de su trono, y los viajeros, que aún se mantenían con la cabeza inclinada, y muy agachados, resabio de cuando atravesaron el portal, notaban al fin que no tenían el techo en la corona, se admiraban de verse con vida, y descendían también.
Gillespie admiró en las horas de sol la blanca arquitectura de la capital, á la que podía llegar con sólo varios saltos, y durante la noche sus espléndidas iluminaciones.
] El cantar de Preciosa fué para admirar a cuantos la escuchaban.
En los días de gran mercado, las mujeres del campo, que venían á la capital montadas á estilo de hombre en sus caballejos de largo pelaje, admiraban al célebre policía.
Durante el viaje había sido un excelente compañero, admirando por su cuenta y riesgo, y hablando poco.
El cura, Dr. D. Isidoro José de Herrera, en quien en competencia se admiraban con un gran juicio, una profunda sabiduria, y una acrisolada fidelidad, exhortaba á sus feligreses á la mayor constancia, y á que no manchasen su honor con el feo tizne de la deslealtad.
Admiraba á aquel primo aventurero desde mucho antes de conocerlo.
Al levantarse de la mesa todos corrieron a admirar desde los balcones el golpe de vista, que era magnífico, deslumbrador.
Al mismo tiempo acusaban al Gobierno, ó le atribuian instintivamente la responsabilidad por la falta do esos ferrocarriles que admiraban sin conocerlos.
Solo falta gente española para poblarla, y desentrañar tanta riqueza, que está oculta en aquel país; por lo que ninguno se admire de cuantos á sus manos llegase este manifiesto, porque todo lo que aquí vá referido, no es ponderacion, ni exageracion alguna, sino la pura verdad de lo que hay y es, como que yo mismo lo he andado, lo he visto y tocado por mis manos.
Ojeda le había admirado hasta los veinte años, dándole preferencia en sus afectos sobre la madre buena, dulce e insignificante.
The logical order would be: Que ('for') el estado de los soberbios grandes no le enturbia el pecho, ni se admira del dorado techo, en jaspes sustentado, fabricado del sabio moro.
No hay á quien acusar de indiferente, porque no es posible que nadie se deje oir entre semejante barahunda, ver entre nivel tan constante, ni admirar entre igualdad tan deseada.
Don Laureano lo observó, y soltando la carcajada y poniéndole una mano sobre el hombro, exclamó: Pero ¡qué empeño tienen ustedes los maridos en que nadie admire a sus mujeres!
Aquél sí reunía todo: voz y canto; no era como este ídolo de ustedes, á quien sólo se puede admirar bajo el prisma del estilo.
Es irrecusable el testimonio de autores contemporáneos para demostrar que el estilo denominado morisco por los artistas del Renacimiento, no lo fué nunca y menos en los últimos tiempos de la dominación agarena, y que esos detalles que admiramos por su riqueza y florecimiento, las bóvedas y hornacinas de colgantes, los festones de los arcos, las comarraxias y alicates, fueron obras españolas más finas y delicadas que las del Oriente.
De su estilo gallardo, brioso, castellano limpio, neto como la sangre que corre por sus venas; de su modo de ver y de sentir la tierra madre y de cantar su hermosura, ya se irá usted enterando cuando le admire en sus escritos...
¡Cuánta gente! Y Leonora, olvidada ya de las aglomeraciones de las grandes ciudades, se admiraba ante la confusión de gente que se agita en la plaza llamada del Prado, donde todos los miércoles se verificaba el gran mercado del distrito.
Quien conozca á Roma no puede ménos de conocer á Odescalchi, y quien admire á Italia no puede ménos de admirar á Ferrari.
Querida hermana, decia con una gravedad grotesca y escuchándose cada una de sus palabras, hay tres cosas que me admiran sobre manera.
El día anterior había regresado muy tarde á la ciudad, después de verse festejado y admirado durante varias horas por más de cien mil mujeres.
Es notable que muchas veces, con su cuenta de pago, atraviesen la multitud las personas, á hacer su exhibicion, con una religiosidad que admira é infunde respeto por la moralidad de estas gentes.
Rara y divina belleza, En tí ciego y muerto en él, No sé si admire el pincel, Ó admire á naturaleza, Porque es tanta la grandeza Que llega á perfeccionarte, Que imagino que copiarte Tan valiente no pudiera, Si gentil no se valiera Naturaleza del arte.
Yo doy por seguro que rara vez, ó que nunca se le ocurre á un alemán, por enamorado que esté, incurrir en rapto y secuestro tan perjudiciales á la estética y á las artes todas, antes bien se engríe de que la muchedumbre contemple y admire desde lejos lo que él más de cerca y con mayor intimidad acaso contempla y admira.