Qué preposición usar con amado
Vd. habrá comprendido cuál debía ser el único eficaz, porque a mí no se me oculta que Pablo ha seguido amando a esta muchacha, con más fuerza cada día; sólo que, altivo por carácter, y resentido en lo profundo de su alma por lo que había pasado, no puede ya pensar en el objeto de su cariño sin que la sombra de sus recuerdos venga luego a renovar la herida y a engendrarle esa desesperación que se ha convertido en una peligrosa melancolía.
Él la amaba: la amaba con ese amor que no conoce freno ni límites; la amaba con ese amor en que se busca un goce y sólo se encuentran martirios; amor que se asemeja á la felicidad, y que, no obstante, parece infundir el cielo para la expiación de una culpa.
Amaba á su hija única, tanto como detestaba á la juventud actual por su carácter frívolo y su inmoderada afición al baile.
Mas al cruzar de nuevo por delante de él le veía tan risueño, tan feliz, con tales deseos de saludarla, que el negro fantasma de la soberbia se desvanecía y entraban de nuevo en su pecho a torrentes la simpatía y el caprichoso deseo de amar y ser amada de aquel niño.
¡Qué alma tan adorable la de aquel chico! ¡Qué inocencia, qué sensibilidad, qué delicadeza y qué fuerza para amar al mismo tiempo! Acostumbrada a la monotonía de los Pepes Castro, cada nueva fase psicológica, cada sacudimiento de entusiasmo, cada desmayo o alegría o pena que sucesivamente advertía en su enamorado doncel le producían una grata sorpresa.
¿Sabes tú lo que más amo en este mundo?
Quien me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré, y me revelaré ante él.
El gigante sospechó que este universitario era la mujer amada de la que había hablado el proscrito en varios pasajes de su historia.
Era la Noche, divinidad misericordiosa que hacía ver á los desterrados en este rincón del planeta todos los seres amados por ellos.
Habia quitado la vida á la que amaba sin conocer que era su víctima
La ley de la mujer es amar, amar desde luego, lo primero que ve, lo primero que oye; porque lo primero que oye y que ve la hace sentir, y en la mujer sentir es amar.
Pero el profesor sintió deseos de llorar al ver á su amado en esta situación envilecedora.
Te amo y te amaré hasta la hora de morir, ¡hasta después de la muerte!
La Puchera (título que a los lectores melindrosos habrá parecido vulgar, pero que tiene sublime explicación en uno de los capítulos de la novela) reúne ambos géneros de excelencia: es a un tiempo novela campesina y novela costeña, respondiendo al modo de ser anfibio de los habitantes de aquel rincón de nuestra provincia, donde pasa la escena; el más amado del autor, aquel con quien sus ojos están más encariñados.
Aquel caballero, amo del hotel Español, tuvo la bondad de bajar adonde nosotros estábamos.
Así te he amado sobre todas las cosas.
Pues bien, ya podía anunciar a su amada con indecible gozo que cuando entrara en la nueva casa, encontraría en ella las prendas de vestir y de adorno que la infeliz había arrojado al mar el día de su naufragio.
Todo lo pierdes, todo se te olvida... ¡Qué cabeza, hijo, te ha dado Dios! Se lo contaré todo a tu amo para que te tire de las orejas y te despabile... ¿Qué se te ha perdido en la cómoda para que mires tanto a ella?
Está bien; pero lo que da mal cariz a esta cuestión es el hecho de haber usted amado a Magdalena ocho meses hace con tanta vehemencia como en la actualidad ama a Antoñita.
Higinio, conmovido, se arrojó á los pies de Alejandro, y éste abrió los brazos; los dos amigos juntaron sus rostros y mezclaron sus cabelleras, y el copero declaró en tono muy diverso del de antes: Señor, dulce amado mío, si te enveneno, es contra mi voluntad y por orden tuya... Esas visiones, esas torturas de que te quejas, proceden de la doble embriaguez en que vives: estás ebrio de poder y de vino añejo...
¿Cuál habría sido el acento escogido por su amada para poner un pedazo de su alma en la solemne despedida?
Por último aparece éste, se suscita un altercado entre el caballero y el pastor, siendo éste rechazado, y exhortándolo su amada á renunciar á su insensata pasión, y termina, después de reconciliarse todos, con dos villancicos sobre los dolores y placeres del amor.
He amado sin ser amada, y ahora soy amada sin corresponder, bien a pesar mío.
La lucha entre el amor y el deber de la gratitud es grande en su pecho; pero no se resuelve á ceder su amada al infiel, y para impedirlo indefectiblemente, se apresura á casarse con ella; declara en seguida á Abdallah que ya no le debe favor alguno, y que vuelve á su poder prisionero.
Los que aman é quieren en su vida conpaña, Aborrésçenle muerto, como á cosa estraña; Parientes é amigos, todos le tyenen saña, Todos fuyen dél luego, como si fues' araña.