129 colocaciones para adversaria

Gracias á la confusión que origina con tal estratagema logran romper las filas, arrancan á Quino de las manos de sus adversarios.

Allí donde clavaba su arma abría orificio, y el golpe iba dirigido siempre á la cabeza del adversario, devorando inmediatamente su cerebro al descubierto.

¡Este va a reina!exclamó clavando con los suyos los ojos del adversario.

Vió por encima de ella todo el cuerpo de su adversario, guerrero obscuro, condenado á morir más ó menos pronto á causa de las heridas recibidas por una tierra que no era la suya y por una causa que era la de todos los hombres.

Dar arma es forma anticuada que significa llamar á un centinela ó á los soldados para que se prevengan de un ataque del adversario.

Por esta cualidad sobresaliente era admirado de sus amigos y temido de sus adversarios, en grado sumo.

Es preciso que esté muy borracho, es preciso que tenga instintos verdaderamente malos o rencores muy profundos, para que atente contra la vida de su adversario.

La lanza del hermano de Aquilante habia dado tambien en el escudo de su adversario, pero como dirigió el bote de soslayo, al tropezar con su superficie tersa y bruñida, se deslizó por ella la punta de la lanza y produjo un efecto contrario: desgarróse el velo que encubria el fulgor espantoso y encantado, á cuyo resplandor era forzoso que todos cayesen deslumbrados irremisiblemente.

A menudo, aun el bruto parece comprender que ha llegado el último momento, y se detiene al verse cara a cara en mortal duelo con un solo adversario.

3 Habia tambien en aquella ciudad una viuda, la cual venia á él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario.

El mastín, después de una resistencia honrosa, atestiguada por las huellas sangrientas de la piel de su adversario, acababa de morir.

Algunas veces, en medio del combate, la posición respectiva de los adversarios se exageraba por unos y por otros; y de aquí que la revolución tropezara con algunos inconvenientes propios de la exageración natural de sus cronistas.

Desde el momento en que Jacobo de Freneuse esté en presencia de sus adversarios, sólo él debe combatirlos, sin ayuda, á su placer.

Luego, aun cuando mas arriba no hubiésemos demostrado que sin verdad objetiva no hay recuerdo ni aun de lo interior, el argumento de los adversarios bastaria para arruinarlos todos.

Se le oye con atención y respeto; pero los republicanos de la situación creen que el propósito del adversario de Gambetta es destruir la bondad de la ley, llevando las concesiones hasta los últimos límites y haciéndola odiosa a las clases conservadoras.

Descendía ya por la pendiente de mis años, cuando mis conciudadanos se encontraron cerca de Colle a la vista de sus adversarios, y yo rogaba a Dios lo mismo que El quería.

Reinaldo, á quien no preocupaba idea alguna, hacia todos los esfuerzos imaginables por alcanzar la victoria, y esgrimia altivo y terrible su hacha de armas, descargando tremendos golpes en la cabeza y brazos de su adversario.

Pero, cuando él levantaba la voz en la clase, o fuera de la clase, o con los tertulianos nocturnos que lo visitaban en el colegio, entonces temblaba la casa; buscaba la invectiva, la lanzaba al rostro del adversario y la sazonaba con vocablos de estofado, acabando por dominar el debate con sus gritos estentóreos.

Gonzalo avanzó precipitadamente, hasta ponerse a dos pasos de su adversario.

Rodomonte estaba completamente armado: Sacripante no tenia coraza ni cota de malla; pero era tan diestro en el manejo de la espada, que se resguardaba perfectamente con ella de los golpes de su adversario.

Estupefactos quedaron los dos combatientes al mirarse mútuamente en cuanto se quitaron los yelmos: Marfisa se sorprendió al encontrarse con un jóven que no parecia tener más de diez y ocho años, juzgando imposible tanto valor en edad tan temprana; el otro no quedó menos sorprendido al conocer por la rubia cabellera de la jóven el sexo de su adversario.

El silencio de los dos adversarios dió á entender al coronel que podía seguir sus voces de mando.

13 Que prende a los sabios en su astucia, y el consejo de sus adversarios es entontecido.

Alvaro Peña se levanta exaltado a su vez, ardiendo en noble deseo de llevar el convencimiento a su adversario, y se entabla una contienda furiosa, descomunal, que dura cerca de una hora, en la que toman parte todos o casi todos los socios de aquella ilustre reunión de notables.

Ningún peligro hubiera detenido en aquel momento al denodado joven, de ordinario tan comedido y pacífico, pero cuyo semblante indicaba que la indignación y la cólera lo cegaban, convirtiéndolo en temible adversario.

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