33 Adverbios para describir cómo volando

Sentían la necesidad de arrullarse libremente, de volar lejos, y un día se vieron en un puerto que tenía a su entrada un león de piedra y más allá la líquida planicie de un lago inmenso que se confundía con el cielo en la línea del horizonte.

Mientras la turba estudiantil iba y venía buscando nidos en los árboles, o, vigilada por el Padre Rector, jugaba al salta-cabrillas, yo me tendía en la hierba, y dejaba que mi pensamiento volara más allá de la populosa ciudad, más allá del obscuro lago de Texcoco.

Un simple garrotazo podía acabar con las dos si es que volaban, como otras veces, cerca de él para tenerle al alcance de su lazo metálico.

Las masas densas de bruma volaban rápidamente por el aire.

Hasta he pensado que si la misericordia de Dios, olvidando mis muchos pecados, me llamase a después de la muerte y me diese a escoger un puesto en el cielo, yo le diría, confundido de temor y respeto: «Hágase siempre tu voluntad, Señor; pero, si es posible, no me des la naturaleza angélica, porque los ángeles tienen alas, y temo que un día me duela una de ellas y no pueda libremente volar hacia Ti, soberano Rey de los cielos.

Pluguiera a Dios que al morir volase directamente a ti, y en alguno de los mundos que iluminas volviese a hallar los dulces sueños que me agitaban cogido de la mano de mi padre.

Un largo triángulo de patos vuela muy abajo, cual si deseara tomar tierra; pero de pronto los aleja la cabaña, donde brilla encendido el candil.

Si tengo la mano abría, y no se quiere ir... Clemencia le estendió la mano, y el pajarito se voló alegremente.

Todos los pájaros de pluma negra vuelan hacia atrás, no andemos con cuentos.

Mi pensamiento voló inmediatamente a Natalia, aquella niña a la cual me habían ligado lazos de afección tan estrechos, un cariño casi fraternal, y me representé de improviso cosas terribles que me apretaron el corazón.

Hay quien cree que durante las oscuras noches de tormenta se ven vagar dos sombras blancas y diáfanas que exhalan de una claridad ténue, mate y pálida, por las galerías del Mirador de la sultana, precedidas de un buho que vuela lentamente en derredor de las columnas.

El Urubú replícale que no tuviese cuidado alguno, pues que volaba perfectamente.

Los murciélagos, asustados por la luz, volaban torpemente, rozando con sus alas las caras de los dos jóvenes.

Considerad que me contaba: «Una vez en Saigón...» o bien: «Aquella tarde en Singapour...», o bien: «Entonces me contestó mi amigo el Maradjad...» ¡No solamente le hice mi secretario, sino que él llevaba en el bolsillo mi libro de cheques! Felizmente, cuando volaron todas las águilas, voló él también, con su larga nariz, su infaltable sombrero de copa y su largo levitón.

Las nubes aglomeradas y empinándose en las cumbres, levantaban unas como montañas cenicientas que juntaban la tierra con el cielo, resaltando más y más aquel color pálido con otras nubes espantosas que volaban inciertamente por la agitada atmósfera.

Quino había festejado por mucho tiempo á aquella joven, su vecina, y aún seguía festejándola con intermitencias; pero su corazón inconstante volando hacia cuantas bellas acertaba á encontrar le causaba mil tormentos.

Todosellos y nosotrosnos interpelábamos a la vez, las locomotoras silbaban, saludándose, como hacen los grandes barcos que se encuentran en alta mar, y de este modo la noticia del posible drama que peregrinaba con nosotros, volaba simultáneamente de norte a sur, y viceversa.

Parecíale que se quedaba sin corazón cuando llegó la hora de salir de ella con su hija, por más que sólo debían estar separadas, por algún tiempo, durante el día; pero no era esto lo que la apenaba, sino la idea de lo extraño, de lo desconocido para la pobre Luz, que jamás había volado fuera del nido materno sin la sombra y el amparo de las alas de su madre.

Los primeros días de su estancia en la clínica volaba cotidianamente a la ciudad, a su oficina; pero después le requirieron quehaceres de más monta, y no atendió ya a su oficina, por falta de tiempo.

Algún águila, volando suavemente a inmensa altura, trazaba, en la limpidez del aire, grandes y majestuosas curvas; a la izquierda, hacia abajo, brillaban al sol los campos verdes, surcados por las líneas obscuras de las lindes, los bosquecillos de árboles frutales y los cerros cubiertos de jara y de carrascas.

A las márgenes del Guadalquivir acudían, como a un cauce lógico, todos los que exigían algo de la gloria y de la fortuna, y en algunos autores, como Cervantes, la idea vuela continuamente al escenario de Sevilla, el más digno, por tanto, de cualquier ficción literaria y el único sitio que verdaderamente merecía la pena de ser vivido y narrado.

El insecto voló ligeramente a través de la habitación y fué a colocarse en la nevada cabeza del doctor Héidegger.

¿Qué milagro que, oyéndole, Se descuelguen de los pámpanos? ¿Ni qué milagro que, ardiéndose, Quede aturdida cual tábano? Que si la mira benévola, Es estilo fiero y áspero, Que volando ligerísimo, La deje en amargo tártago.

El viento seguía soplando, lleno de arena: volaban locamente por el aire hojas secas y trozos de periódicos; las casas altas próximas al puente de Segovia, con sus ventanas estrechas y sus galerías llenas de harapos, parecían más sórdidas, más grises, entrevistas en la atmósfera enturbiada por el polvo.

Sus pensamientos, naturalmente, volaban a los tendidos llanos de Castilla en busca de aquel joven digno de más benigno destino, cuando de repente el galope de un caballo que pasaba por debajo de la ventana las sacó de sus meditaciones.

33 Adverbios para describir cómo  volando