41 Verbos a usar para la palabra obsesión

Los anarquistas padecen además la obsesión de la traición.

Se nutre de absenta y de hiel; el comercio de los hombres se le ha hecho odioso; la sucesión de las horas le fatiga; los cuidados minuciosos que constituyen su obsesión le importunan y le sublevan; sus propias facultades son una carga para él, y maldice, como Job, el instante en que fue concebido.

Pero la madre no se cansaba nunca de encenderle, y año tras año le iba persiguiendo con una constancia que llegó a convertirse en obsesión.

Como todos los que sienten la obsesión de una idea tenaz, volvió á la suya, por creer que era lo más importante en aquella entrevista.

¡La pereza ha muerto! ¡La bohemia ha muerto! Aquellos artistas que desafiaban al calor y sólo se prometían unas cortísimas vacaciones en la primera quincena de Agosto, tenían, más que la preocupación, la obsesión del trabajo.

¡Con tal que esta visita le quitase su obsesión, que era casi una locura!...

Mañana...» León le miró sin tocarle, á dos pasos de distancia, mudo, sombrío, y acordándose de su pasada obsesión, tuvo miedo de sus sentimientos.

La idea de la nobleza se convierte en una obsesión.

«¡Colegial, déjamela! ¿no ves que es mía, no ves que la amo? ¡Atrás, impío!» * * * * * «¡Oh! ¡qué necia estupidez!» exclamó León pasándose la mano por su frente cubierta de sudor frío y desechando la obsesión terrible.

Al fin continuó: ¡La obsesión de las figuras de cera! Esa la he sentido siempre; creo que de muy niño me perseguía ya con su inquietud, que se traducía en una opresión, en un malestar extraño ante esos muñecos, frívolos al parecer y que, sin embargo, tienen una vida tan misteriosa, tan honda y turbadora.

, Alberto vino a caer en que había una cuarta postura frente a la vida, además de las que él había enumerado: se puede creer que el mundo es malo, o que es bueno, o que no es lo uno ni lo otro, sino tonto, y también se puede no preocuparse de cómo es, sino simplemente de que es, y por ser, gozarse en su existencia, sentirse vivir, decorar el presente con las más suaves fruiciones, o sea, contraer la obsesión del tiempo que corre.

Tanto creció esta obsesión y en tales gasas de lógica y de entrañable afecto se envolvía, que la conciencia de Vicente barajó y llegó á mezclar las imágenes de sus vigilias con las de sus sueños, explicando las unas por las otras, viviendo como si soñase y tomando sus fantasmagorías por realidades, hasta que determinó trasladarse á Puertopomares y hablar con Rita.

Imaginé mil extravagancias, me creí presa de una obsesión.

En todas las Sobremesas que van publicadas esta segunda época, el señor Benavente no puede disimular una obsesión de que adolece, y es la de hacer víctimas de su agudeza a los redactores de la revista España.

Terminado el café, propóneme salir; trata de que distraigamos en las calles la obsesión que, ahondada en reflexiones, se nos hace intolerable, haciéndosenos mortal.

El hombre de presa, el héroe casto y sobrio, dominado únicamente por la obsesión «de llegar», no falta nunca; es una especie de materia prima; y es porque el novelista, inconscientemente, se complace en mismo y se retrata en sus obras.

Lord John Hay era hombre de buena pasta, un tanto vanidoso, y a quien le había entrado la obsesión de hacer un papel trascendental en la historia de España.

Su irracional pavura se había disipado, y en su vez le estrujaba los sesos una obsesión no menos irracional.

Su imaginación fecunda supo al fin hallar la fórmula más propia para expresar aquella obsesión, y recordando haber oído decir: Fulano o Zutano tiene los demonios en el cuerpo, ella dijo:«Yo tengo los ángeles en el cuerpo....

Aquellos tiempos habían sido otros: no existía la unanimidad de la hora presente; el Imperio era impopular: todo estaba perdido... Pero el recuerdo de una frase célebre se fijaba en su memoria como una obsesión: «¡Quedaba Francia!»

La misma perplejidad en que me hallaba me permitió contestar en broma al «galleguito», negando toda importancia al problema que, sin embargo, era trascendental y me preocupaba hondamente, hasta imponerme la obsesión de esta pregunta: «¿Será?»...

Para librarse de la obsesión de la enfermedad del niño, se puso a estudiar como nunca lo había hecho.

Lo cierto es que Irene tenía eso que ahora llaman obsesión, y á todas horas veía aparecerse á Camargo, pálido, serio, el rizado pelo sombreando la pensativa frente...

Ojalá tuviera valor para faltar, para despreciaros, para olvidarlo todo... pero ya estoy cansado de luchar con esta maldita obsesión que me vence siempre.

Cultivó todas las artes bellas, pero siempre disfrazada de musa la obsesión de manumitir y dignificar a su patria.

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