69 colocaciones para pórtico

á una columna del pórtico departen en voz baja mientras Eladia, con la muerte en el alma, les dirige miradas fulgurantes.

Únicamente hay que citar, más por su antigüedad y valor histórico que por sus excelencias artísticas, la Casa-Ayuntamiento, que ostenta en su fachada los tres arcos de un pórtico severo y el escudo de esta gloriosa villa, que D. Alfonso, el Justiciero, mandó poblar.

Cortola sin punzarse ni mojarse, y cuando se adornaba con ella la espléndida trenza de sus cabellos, volvió maquinalmente los ojos hacia la casa y le pareció que uno de sus huéspedes la observaba desde el postigo de la ventana del cuarto, en el extremo del pórtico, donde en efecto se habían los dos alojado.

con puerta al pórtico y ventana de rejas de hierro al patio del palacio de la Capitanía General de Cuba.

¡Buena pareja! dijo doña Teresa, la mujer del capitán Peña, a tiempo que Leonardo e Isabel descendían por las gradas del pórtico al batey.

La argiva Helena mandó á las esclavas que pusieran lechos debajo del pórtico, los proveyesen de hermosos cobertores de púrpura, extendiesen por encima colchas, y dejasen en ellos afelpadas túnicas para abrigarse.

Venturita y la Serafina—decía á sus amigos en el pórtico de la Abadía la esposa de D. Juan Amarillo,—han venido á Ficóbriga con el objeto que todos sabemos, y cuanto digan de arreglar la testamentaría del señor D. Juan es farsa y enredo...

Desde lejos, como á través de larga sucesión de pórticos,

A pesar del matiz negro y sombrío que le da el humo del carbon de piedra, el edificio interesa mucho en su exterior, tanto por la belleza de su gran pórtico griego, como por el juego que hacen en un grandioso grupo sus altas y estupendas columnas, la cima triangular de la fachada, las dos hermosas torres laterales y la cúpula suntuosa que domina el centro del monumento.

Unos cuantos pasos más, y salieron del jardín en cuya puerta estaba Sansón, como gigante de centinela en el pórtico de un castillo de hadas.

Se levantó para retirarse, y pasó de una sala á otra buscando el camino del pórtico.

A los lados del pórtico, entre coluna y coluna, estaban en sus nichos dos estatuas, al parecer de bronce, que haciendo viso al héroe de la fábula, halagando una a un león y otra a un tigre, significaban el valor y la osadía.

Y vino un gran temor en toda la iglesia y en todos los que oyeron estas cosas. 12 Y por las manos de los apóstoles eran hechos muchos milagros y prodigios en el pueblo; (y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomon: 13 Y de los otros, ninguno osaba juntarse con ellos; mas el pueblo los alababa grandemente.

Las ventanas del corredor de la calle estaban cerradas, mas alcanzaba a oírse la algazara de los curiosos agolpados abajo, en el pórtico, sirvientes del barrio en su mayoría, que daban las buenas noches a cada pareja que entraba.

Asegurábase después que Sir Wílliam Howe había repetido el mismo desesperado ademán de rabia y de pesar cuando por última vez, y como el último de los gobernadores reales, atravesó el dintel del pórtico de la casa provincial.

A la derecha del espectador, al pié de la ancha escalera del pórtico, se levanta dulce y llena de majestad la estatua de Lincoln, en ademan de invitar á que pasen al establecimiento.

A poco más llegaron al pie de la escalinata del pórtico las señoritas Ilincheta en su carruaje, el cual, junto con sus ocupantes, los caballos y los jinetes, venían cubiertos con el polvo de la tierra colorada.

Cuasimodo, apoyado en el estribo del pórtico, observa con atención.

Yo rompería algunas figurillas del pórtico, plantaría zarzas y jaramago en el atrio.

Podría acaso, con sus vigorosos puños, forzar las cerraduras de las endebles puertas interiores; pero le detendría la fortísima exterior del pórtico, ó la no menos resistente, aunque más baja, de la sacristía por la parte de la calle.

Allá es donde «bajo los cielos áticos los crepúsculos radiosos tiñen de amatista los dioses esculpidos en los frisos de los pórticos; donde en el follaje argentado de los árboles de torsos flacos, crepitan las agrias cigarras, ebrias de las copas del Estío.

Es atleta y escultura viviente en el gimnasio, ciudadano en el Pnix, polemista y pensador en los pórticos.

La grandiosidad de la cueva de Artá, sin su pórtico inmenso mirando al Mediterráneo, perdería la mitad de su importancia y el mejor de sus encantos.

Su erudición, disparatada y pintoresca, la había adquirido oralmente, como los griegos, bajo los pórticos compostelanos, entre estudiantes, gente ociosa y pícara, quienes, lo declaro con rubor, por reírse de él, dándole pábulo a su manía, le abarrotaban la cabeza con noticias y noticiones históricos y literarios, unos ciertos, otros inventados.

La fila de tílburis se estaciona a lo largo de la ancha acera; de cada uno baja ligeramente el corredor, abandonando las riendas en manos del lacayo, sube aprisa la escalinata y se pierde en el grupo numeroso del pórtico.

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