10631 oraciones de ejemplo con mandaba

Quiso luchar con su llanto, y secándose prontamente los ojos, habló así á su marido: «Una noche me preguntaste... : te pregunté... Y yo te respondí que Dios me mandaba que no te amase...

Es verdad que me lo mandaba Dios.

El gesto con que León la mandaba salir fuera no podía detenerla, y adelantaba hasta clavar sus ojos en el cuerpo y rostro de María, observándola como se observa la cosa más interesante y al propio tiempo más tremenda del Universo.

El 28 de septiembre, doce días después de haberse iniciado la revolución, se titulaba el cura «teniente general» y mandaba un ejército de 56,000 hombres, con el cual tomó posesión de Guanajuato pasando á cuchillo á toda la guarnición y al intendente Riaño (que se hizo fuerte en la Alhóndiga y se defendió como era su deber.

Unas veces mandaba fusilar á su escribiente por haber hecho un gesto involuntario; otras veces, acordándose de un preso á quien tenía con grillos hacía veinticinco años, le mandaba sacar para darle cuatro tiros.

Unas veces mandaba fusilar á su escribiente por haber hecho un gesto involuntario; otras veces, acordándose de un preso á quien tenía con grillos hacía veinticinco años, le mandaba sacar para darle cuatro tiros.

En la batalla de Ayacucho mandaba una división, cuando aún no tenía 25 años.

Las autoridades peruanas prohibieron toda comunicación con la escuadrilla chilena que mandaba el contralmirante Simpson; pero Candelaria encontró medio de burlar con ingenio las disposiciones de las autoridades.

El capitán Prat, que mandaba la Esmeralda, hubiera podido retirarse con honor dada la inferioridad de los dos barcos chilenos; pero siendo de más andar los dos barcos enemigos, comprendió que con la retirada no se evitaba la lucha porque el enemigo le hubiera dado alcance.

Á los desertores, á los insubordinados y á los espías, los fusilaba ó los mandaba ahorcar sin debilidades ni contemplaciones.

Inútil es decir que nuestro ejército no pudo ya contener el torrente impetuoso de la opinión, apoyada por tropas que mandaba un general inteligente, activo y victorioso.

Sus virtudes, su laboriosidad y la parte activa que tomó (siendo capitán de voluntarios), en una compaña contra los indios que mandaba el Halcón negro, le valieron figurar en la Asamblea del Estado.

Aquel salón sólo se abría cuando llegaba el califa, y entonces se encendían las lámparas y la araña y se abrían todas las ventanas, y el califa se sentaba en un magnífico diván forrado de seda, terciopelo y oro, y mandaba á las cantoras que cantasen y á los músicos que tañesen sus instrumentos; pero lo que prefería era oir al ilustre cantor Ishak, cuyos cantos é improvisaciones admiraba todo el mundo.

Carlos V, en una pragmática de 1539, mandaba salir del reino a los gitanos y personas que con ellos andan en su hábito y traje.

La mujer comprendió que aquello «no se hacía por juego», y desde aquel punto obedeció al marido en todo lo que le mandaba, y quedó mansa como una paloma duenda «et hobieron muy buena vida.

Respecto a la partida de los Chicos de Calatayud, la mandaba Mosén Manuel Oroz.

Misas tuvo su partida de bandidos, y estuvo en la cárcel varias veces, hasta convertirse en un jefe realista, que mandaba un núcleo de fuerzas importantes en el Ampurdán.

Al cabo de algún tiempo, el Empecinado, levantando el vaso, exclamó: ¡Catalans, per la salut de nostre rey y per la felicitat de España! Entonces el sargento que mandaba el grupo de realistas llenó su vaso y respondió en castellano: Por la salud del que desde hoy en adelante será nuestro general.

Mandaba el pelotón un capitán apellidado Porras, que era conocido por el mote del Capitán Mala Sombra.

Y aunque aquellos dos, Ciguayo y Tamayo, con sus compañías se levantaron y infestaron toda esta isla en aquel tiempo sin sabello Enrique, pero la opinion de toda la tierra era que todo lo mandaba hacer Enrique, por lo cual vivian todos los vecinos españoles della con mucho mayor miedo.

Cuando no le ponía á limpiar cubiertos, me le mandaba por carbón; ya le llevaba consigo á la compra, ya, en fin, le hacía barrer la casa.

Después ponía los cuadernos uno sobre otro, á un lado, muy bien colocaditos por orden de actos; los libros á otra parte, el tintero en medio, las plumas en su sitio; en fin, todo como Dios mandaba.

Soy el coronel Mansillarepuse, imitando su postura, y añadiendo: ¿cómo está el cacique Ramón? Contestóme que estaba bueno, que mandaba saludarme con todos mis jefes y oficiales, y á saber por qué razón habiendo llegado á sus tierras, pasaba de largo por ellas.

Mariano mandaba saludarme; Ramón á decirme que ya salía á encontrarme.

Díjome por medio del lenguaraz: Que Mariano Rosas mandaba saludarme con todos mis jefes y oficiales

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