532 oraciones de ejemplo con maletas

El buen hombre me atavió un troton mas duro que las piedras, que cargó conmigo con la mejor voluntad de que es capaz un rocin; y por su parte se echó á andar á buen paso, caballero en una yegua de humor apacible y dócil, encajado entre las maletas y el baúl que componian mi modesto equipaje.

Debiste pedirle permiso; y si te lo negaba ¡paciencia! ¿No te he dicho, mujer, que para ser buena casada, y hacer el viaje en paz, metieses en las maletas un par de arrobas de paciencia?

Ya enviaría alguien que recogiese sus maletas.

Sólo quedaban cuatro horas para la salida del buque; y Ulises, después de recoger sus maletas y enviarlas á bordo, dió un último paseo por todos los lugares donde había vivido con Freya.

Cierto mercader de pieles se presenta en una aldehuela del Pirineo con un buen acopio de ellas, adquirido en Argel: por esto, y por llevar los fardos y las maletas determinadas iniciales, y por algo que él dice sobre el clima africano y las cacerías en aquellas selvas, tómanle los sencillos aldeanos, que eran muy aficionados a la caza, por un famoso matador de leones.

Estos últimos estaban compuestos de plataformas de carga, y en ellas se apelotonaban mujeres, niños, ancianos, revueltos con fardos de ropas, maletas y carretillas que les habían servido para llevar hasta la estación todo lo que restaba de sus ajuares.

En el espacio reservado para ocho personas se instalaron catorce; los pasillos se obstruyeron para siempre con montones de maletas, que servían de asiento á nuevos viajeros.

¡A saber lo que traes de Europa guardado en tus maletas!...

Josefa envió, de noche ya, las maletas por su sobrino a cierta venta no lejana de Peñascosa.

Por la noche vino un chico a traerme dos maletas, y al otro día bien temprano dio allí el señor cura con una chavalita que venía toa tapá.

De modo, que es lo mas fácil del mundo, que carguen con sus maletas y se vayan á donde mejor les convenga: no he de pasarlo yo mal, alojado en una hospedería, teniendo casa en Granada.

La palabra fué interrumpida por la aparicion de otro jóven de aspecto severo, que decia a unos cargadores: por aquí, muchachos, en ese cuarto del fondo colocad las maletas de las señoritas, i en este otro el equipaje del señor; i despidiendo con su propina a los conductores, el jóven tomó asiento, como fatigado i esclamó.¡Pero, chicos! ¿Por qué habeis hecho el viaje por el Estrecho, que es el fin i remate de estas Américas?

Mientras suben las numerosas maletas y sacos de viaje, mientras capitán Tiago los conduce á sus aposentos, digamos algo acerca de este matrimonio, cuyo conocimiento hemos hecho tan ligeramente en los primeros capítulos.

Su equipaje estaba ya hecho y las maletas cerradas.

Ya, ya que está preparado el coche y dispuestas las maletas para esa dramática fuga, atropellando todos los respetos sociales y pisoteando las leyes.

Al entrar en su casa vacía, encontró á su criado ocupado en hacer las maletas, conforme le había mandado aquella tarde.

Y al entrar en casa para hacer las maletas, lo primero que hice fué esconder las pistolas, por si no pudiendo el señor matarse en otra parte, se le antojaba matarse aquí.

Le ordenó escribiera un oficio al alcalde para que preparase para las cinco de la mañana siguiente dos bagajes mayores para sus maletas y las de los oficiales.

Al frente del movimiento contra la Junta Central se colocaron Montijo, Eguía, la Romana y tanta mala fama tenían los centrales, que la Regencia decidió prender á muchos, y mandó registrar sus maletas á otros.

Muy pizpireta, saltó la niña: Porque hoy hemos madrugado todos en casa; á mi papá se le ha ocurrido marcharse ahora á Las Palmeras en el tren correo, y como pasa á las ocho, desde el amanecer están en danza las maletas y los armarios... yo no las cosas que ha revuelto... ¡y eso que va por dos días!...

que eso: el que cabalga delante con arnés tranzado y espuela de caballero, es el mismo Gonzalo Nuñez; el que cabalga detrás, su escudero; lo que llevan en esas dos maletas, oro puro.

Mon maître—dijo Antonio, este nuevo tunante le está preguntando al otro qué traemos, a su parecer, en las maletas.

Nos fumigaron las maletas y quedamos libres.

En el otro, Octavia y las maletas.

Estos eran en confuso los recuerdos que evocaba yo en Minger-Hotel, miéntras los criados acarreaban nuestros baúles y maletas y nos estableciamos en nuestros respectivos cuartos en toda forma.

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