48 colocaciones para batas

Doña Manuela, recogiéndose la cola de su bata teatral, bajó a la cuadra, no pasando de la puerta por miedo al caballo, que se revolcaba furioso.

Despidió a su criado, después de quitarse la ropa, y envuelto en su bata se tendió en el sofá.

Oyeron a sus espaldas el roce de la bata que arrastraba Cupido con grotescos contoneos: se aproximaba al balcón con doña Pepita para contemplar el amanecer.

Las mangas de la bata, sueltas y muy cortas, descubrían unos brazos blanquísimos, dorados por ese vello apenas perceptible que tienen algunas frutas antes de estar manoseadas.

En el bolsillo de la bata tenía medio duro, una peseta, y algunos cuartos, la vuelta del duro que dio a Papitos para que le trajera... no recordaba qué.

Púsose Laura más blanca que los encajes de su bata de seda; el tirón había dolido; pero ni la sonrisa se apartó de sus labios, ni un punto cambió la lánguida y acariciadora expresión de sus ojos.

Venía vestida con una especie de bata de paño ordinario, que ceñía con una ancha correa de cuero, de la cual pendía por un lado un manojo de llaves y por otro un gran rosario de cuentas gordas.

Se seca con el pañuelo la frente, el cuello, hasta el escote de la bata

El notario corrió hacia la viuda desmayada y se puso a buscar con prisa febril entre los pliegues de su bata para encontrar la prueba escrita.

Era cosa graciosísima verla coser los botones de la bata de son beau-frère Adolphe...

V A la noche siguiente fué también Camila y cantó, para entretenerme, peteneras, malagueñas, la canción de la bata, y, por último, trozos de ópera.

Esta es la tercera edición de la bata.

Atándose los cordones de la bata saludó a un viejecillo que entraba haciendo reverencias con un sombrero de copa alta muy grande y muy grasiento.

Mas, con grandes risotadas le detuvo la señoril y hambrienta turba, y alcanzándole Leopoldina Pastor por los cortos faldones de la bata, le gritaba muerta de risa: ¿Pero dónde vas, Fernandito?...

La cosa es gravísimadecía éste con su aire de buitre viejo, paseándose por el cuarto con su bata y su gorro de dormir; gravísima.

Con un pañuelo liado a la cabeza, cubierto el cuerpo de ajadísima bata, trabajaba sin descanso ayudada de una amiga y de la criada de la casa.

Se volvió con propósito de marcharse, y yo la detuve por la bata, tembloroso de pena y de coraje.

También se abrió la puerta del gabinete y apareció en ella la figura del duque, de bata y gorro.

Toda la peregrina fábrica de la opulenta figura, libre y tremante bajo la suave estofa de la bata, se retorcía con angustia... La desencadenada tempestad de gemidos despertó al niño de su letargo febril.

Iba y venía agitadísimo, de un ángulo á otro de la habitación, recogiéndose los faldones de su bata arqueológica.

Pero en aquel instante aparecía en la puerta la figura de don Rosendo con bata multicolor y gorro de terciopelo con borla de seda.

Casualidad sería; pero al sentarse quedó fuera de la fimbria de su bata medio piececito primorosamente calzado con una babucha de raso, muy escotada, sobre una media de seda azul con rayas blancas.

se abrió la colgadura granate y apareció el cuadro disolvente, el hombre de la bata escocesa y el gorro verde, con una palmatoria en la mano.

Sin saber cómo, dejose ir la dama al impulso de una espontaneidad violenta que en su espíritu bullía, y contó a su amigo el incidente de la bata, sorprendida por el esposo en un momento en que se alzó la venda...

¡Pobre Florita!... ¡Calle! ¡Ella viene hacia aquí! ESCENA II DON GONZALO y FLORA Flora (~Por la izquierda, con una bata y el pelo medio suelto.~) La felicidad es un pájaro azul, que se posa en un minuto de nuestra vida y que cuando levanta el vuelo, ¡Dios sabe en qué otro minuto se volverá a posar! Gonz.

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