112 Metáforas para días

19 Porque aquellos días serán de aflicción, cual nunca fue desde el principio de la creación [de las cosas] que creó Dios, hasta este tiempo, ni será.

Aquellos días fueron de los más agradables de la vida de Manuel; lo único que le molestaba era el hambre.

Los cinco ó seis primeros días fueron de ajetreo continuo para el héroe: hoy comía aquí, mañana cenaba allá...

Transcurre el tiempo sin que surjan sucesos extraordinarios, y de pronto, las horas valen meses, los días son años, y pasan en unos minutos cosas que en otras ocasiones necesitarían siglos.

Así todo muda en el tiempo: lo que un día estuvo en auge, al siguiente cayó en descrédito; lo que una vez estuvo en olvido, otra vez fué muy celebrado y de todos los hombres mereció alabanzas, honores y agasajos.

Tan pronto sacaban a relucir alguna oportuna cita de la Vida del hombre flaco, a saber: El verlo en paños menorescausaba risa, señores, como aquella de la Vida de don Espadón, que dice: Todo el día está bailandoy a su dama acariciando.

Un día era una boda, con flores, orquesta y cánticos.

Lo que se dice, cuando el día está de bonitas, se ve cada cara como una gloria.

El presidente presencia la gran revista; todo el día es un bouquet de sol y música.

Día y noche estaba el insigne cacique atravesado en la carretera, y a cada viaje la elección de Cebre se presentaba más dudosa, más peliaguda, y Trampeta, desesperado, vociferaba en el despacho del Gobernador que importaba desplegar fuerza, destituir, colocar, asustar, prometer, y, sobre todo, que el candidato cunero del gobierno aflojase la bolsa, pues de otro modo el distrito se largaba, se largaba, se largaba de entre las manos.

Después de las fiebres Luisito quedó débil y a cada paso daba a la familia una sorpresa desagradable; un día era un calenturón, al otro unas convulsiones.

Todo el día estaba en la calle, y los festivos solía ir de caza al coto que en sociedad con varios amigos tenía arrendado.

El día estaba en calma, mi alma alegre.

Los primeros días estuve en cama, mirando tristemente desde la ventana los tejados rojos y llenos de piedras y las chimeneas puntiagudas de Barbadillo.

» Otro día era la cefalalgia, el bolo histérico, ó el dolor agudísimo en el dedo gordo del pie.

El día que no había comida de campo había cena en la casa hasta la madrugada.

Un día era un cesto de dátiles impacientemente deseados y que la anciana devoraba con avidez; otras veces granadas, plátanos o nueces de coco que engañaban apenas la repugnancia de su estómago gastado.

Los demás días su chuletita con patatas fritas.

El día en que Portal vino a acompañarme domingo por señas estaba el cielo encapotado, cosa no frecuente en Madrid, y el camarada entró hasta mi habitación metido en luengo impermeable barato, de esos que apestan a azufre desde una legua.

Los primeros días todo fue concordia, sobriedad en el beber; pero la cabra no tardó en tirar al monte, y... otra vez la endiablada hembra divirtiendo a los chicos y dando que hacer a los del Orden.

Todos los días había contusiones y equimosis.

16 El primer día os será santa convocación, y asimismo el séptimo día [os será] santa convocación; ninguna obra se hará en ellos, solamente lo que toda persona hubiere de comer, esto solamente se aderece para vosotros.

Si un día creyese que podía causarte pena, que no me merecía un hombre como , te gorvería la espalda y me ajogaría de tristeza al verme sin ti: pero aunque te pusieras de rodillas fingiría haberme olvidado de tu cariño.

Los días festivos dedicábalos íntegros á la lectura de novelas sentimentales.

Los días que siguieron a esta catástrofe fueron de desesperación para el enamorado Luis que veía desaparecer sus esperanzas, y para el asistente y sus quince compañeros que sentían aproximarse la hora de la expedición al pasado sin recoger el fruto de sus maquinaciones.

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