21 Adjetivos para describir musgo

Las hayas son lisas, de brillante corteza cubierta por el liquen, y de verde musgo en la base; mazorquillas de hojas adornan la parte baja del tronco, pero los ramajes se extienden á quince metros de altura y se unen de árbol en árbol en continua bóveda, perforada por rayos paralelos que forman dibujos en la hierba.

En su cerebro, insensible a todo lo que no fuesen sensaciones animales, apenas si las exigencias de la vida habían hecho florecer un ligero musgo de pensamiento.

Gronvelle y Jaunez han sustituído el algodón con una capa de musgo seco de 5 á 6 centímetros de espesor, sobre el que colocan otra de 2 centímetros de paja de centeno machacada.

Miguel, colocándose á sus espaldas, vió que tenía una manga casi suelta, dejando ver la blanca carne del brazo y la deliciosa oquedad de la axila con su fino musgo.

En los sitios sombríos la escarcha, no derretida todavía, brillaba como polvo diamantino sobre el musgo aterciopelado.

Yo creí que el musgo era uno, indivisible e inalterable, y hallo que no es un musgo, sino infinitos musgos variantes, multiforme, hasta polícromos los que adornan el campo.

Vamos, voy á coger tu brazo: eres el olmo, esposo mío, y yo soy la vid, cuya debilidad unida á tu fuerza me da algo de tu vigor; si algún objeto te desliga de , no puede ser sino una vil planta, una yedra usurpadora ó un musgo inútil que, creciendo sin cultivo, penetra en tu savia, la infecta y vive á expensas de tu honor.

De lejos parece sutil pelusa verde, levísimo musgo, y sólo cuando vemos moverse en estas praderas insectos diminutos que son vehículos ó caballos, nos damos cuenta de las proporciones del falso césped.

Los mayores miraban con semblante serio las huellas de la lucha; los pequeños, riendo alegremente, triscaban como cabritillos; todos iban buscando vestigios del paso de la tropa y mostrándose mutuamente las peñas donde chocó una granada, la tierra removida en el piso de las zanjas y el musgo manchado por la sangre; pero lo que más les regocijaba era recoger cartuchos vacíos.

¡Siento el estupor del salvaje, del naturalista, del verdadero descubridor (de un verdadero e ignorante hombre de la ciudad), y estoy largo tiempo contemplando aquella maravilla de la diminuta y original flor de los musgos montañeses!

A modo de maleza que invade un muro abandonado, veía el artillero en el conducto auditivo, en las fosas nasales, en las cejas, en las muñecas de su cuñado, que teñía de rojo el sol poniente, una vegetación, un musgo piloso, que acrecentaba su aspecto inculto y desapacible.

; «patas de león», simpáticas moradoras de las umbrías; buvardias que se me antojan talladas en coral; helechos que parecen tiras de raso; musgos raros; frutos desconocidos; guías enflorecidas de cierta campánula blanquecina que huele a miel virgen.

Yo no podía decidirme a dejar perder por , por mis hermanas y por la innumerable familia de aldeanos, tan parientes por el corazón como nosotros por la sangre, el vestigio de aquellas venerables reliquias bajo un poco de hierba o de musgo roído continuamente por los carneros en el cementerio de la aldea.

El foso era lugar también interesante para Martín; las paredes estaban cubiertas de musgos rojos, amarillos y verdes; entre las piedras nacían la lechetrezna, el beleño y el yezgo, y los grandes lagartos tornasolados se tostaban al sol.

Yo creí que el musgo era uno, indivisible e inalterable, y hallo que no es un musgo, sino infinitos musgos variantes, multiforme, hasta polícromos los que adornan el campo.

En el barrio de Santa Cecilia había por entonces una casa grande, de piedra berroqueña, antigua, ennegrecida por el tiempo y por los musgos, agujereada, con los aleros rotos: la Casa del Duende.

Por la fachada, orientada al Norte, tenía un aire sombrío; los musgos verdosos nacían entre sus piedras y los hierbajos crecían sobre la cornisa de los balcones y en el alero.

Es una primavera interminable, y cubre todo cuanto toca con el musgo ávido del placer, con la enredadera veloz de la ilusión.

Pronto desaparecen los alisos, a medida que el suelo se eleva o caldea: los viejos troncos agujereados; las hayas, cuya corteza tigrada como tejido parece de musgo dorado; los castaños, con sus ramas extendidas como los cedros, con hojas agudas cual lanzas, bordan el camino.

Los troncos añosos sirven de terreno a diversas especies de musgos florecientes, y las lianas y moreras festonean, enredan y confunden todas estas diversas generaciones de plantas.

Por todo el cuerpo se le difundió al modo de una delicia penetrativa ó suavidad oleaginosa, como si su alma resbalase sobre sedas velludas ó yaciese en un musgo fragante.

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