El día en que salté sobre ella con mi Relámpago creí haber visto brillar en su fondo una cosa extraña ... muy extraña ... los ojos de una mujer.

Este automóvil tenía la forma de una lechuza, y los faros que le servían de ojos, aunque apagados, brillaban con un resplandor de pupilas verdes.

Un viso sombrío oscurecia el ramage de los árboles que crecen sobre los arcos arruinados, y las estrellas brillaban al traves de las grietas que presentaban aquellas ruinas.

La verdad es que aquella tiendecita primorosamente adornada, donde brillaban por todas partes los metales y las piedras preciosas, era digno aposento para la bella; el estuche que mejor convenía a joya tan delicada.

Como guiados de un mismo pensamiento y al verse rodeados de repentinas tinieblas, los dos combatientes dieron un paso atrás, bajaron al suelo las puntas de sus espadas y levantaron los ojos hacia el farolillo, cuya luz, momentos antes apagada, volvió á brillar de nuevo al punto en que hicieron ademán de suspender la pelea.

Es de noche, y la luna naciente brilla entre los cipreses.

El Padre Montero me miró con extrañeza y ví que sus trémulos labios iban a formular una pregunta; pero en ese momento el ave movió las alas, que brillaron a la luz del ocaso, como si cayera una cascada de gemas dentro de una hoguera, y tendió el vuelo en dirección nuestra.

Círculos de espuma fosforescente brillaban sobre las olas.

Cuando llegábamos á bordo del vapor que nos condujo desde Alpenach eran las once de la mañana, y bajo un cielo lleno de esplendor brillaban bajo el rayo casi perpendicular del sol el lago y el rio, sus muelles y puentes, los grandes y bellos edificios modernos que dominan un ancho malecon en escuadra, los campanarios de la catedral y otras iglesias, y las numerosas torres feudales y bastiones de las murallas almenadas que rodean la ciudad.

Durante el día, sus paredes enjalbegadas la destacan en blanco del fondo verde de la huerta que le rodea; por las tardes, en cuanto el sol se pone, centenares de cristales se alumbran en su fachada; ya de noche, las luces del interior irradian su luz por las ventanas, y, como la de un faro, brillan á diez leguas de distancia.

005:015 Ni ustedes prenden una lampara, y la ponen debajo de un recipiente, sino en una repisa; y brilla para todos los que están en la casa.

Una ráfaga de esperanza brilla ante mis ojos....

Brillaba en la obscuridad tal cual farolillo de los barcos anclados.

Hablaba golpeando cadenciosamente con una mano el dorso de la otra, y sus ojos pardos, brillando tras las gafas de oro, eran lo más notable del rostro, por su expresión extremadamente bondadosa y atenta.

¡Cuántos hombres grandes lo han ocupado en lodos los tiempos! ¡Cuántos espíritus poderosos, inquietos, sutiles, hábiles, han brillado desde allí!

En un ángulo, sobre la alfombra negra, la roja lumbre de un brasero brillaba sin intermitencias, fijamente, como una pupila redonda y sin párpados.

Desde las más lejanas cimas occidentales á las que apenas se columbran en occidente, hay una escala armoniosa de todos los colores y matices que puedan nacer al brillar del sol en la transparencia del aire.

Por dos veces la había contemplado Maltrana cerrando los ojos, con su piel pálida, sus ojos negros y fríos que brillaban hacia adentro, sus caderas de eterna creadora y sus pechos amargos: cuando el salvaje Sigmundo habla a la walkyria que le anuncia la muerte; cuando la desesperada Iseo se enrosca de dolor y se mesa los cabellos, agitados por el viento del mar, ante el cadáver de Tristán.

Frente á frente vió una claridad extraña, como toda claridad que brilla durante el día.

Brillaba sobre la arena, como si fuera de azogue; la claridad indecisa de la luna rielaba en sus aguas, y salía de él un murmullo misterioso y confuso.

Ya para huir despavorido acaso Las manos á la crin y el pie al estribo Iba á llevar, cuando atajó su paso La voz de su señor (cuya armadura Brillaba al Sol con resplandor tan vivo Que deslumbraba), y dándole el nativo Nombre gritóle:«¡Zil, pronto, á caballo!

" Brillaba con tanta evidencia la curiosidad amable en sus lindos ojos, que Charito, impaciente, la abordó con un tema trivial, el primero que se le ocurrió.

Lagunas y acequias brillan hasta perderse de vista entre los pastos y las salicarias.

Brillaba sin embargo en su semblante una alegría desusada en él, y podíase conocer desde luego que mas tenia de fausto que de infausto el suceso que producia en aquella ocasion tanto movimiento.

Brillaba entre todos esos americanos (que se mostraban muy convencidos de su importancia) un cierto «ciudadano del Estado libre de Massachusetts,» cuya muestra literaria hubiera sido digna de figurar en una coleccion especial de barbaridades insignes.