44 Metáforas para fines

El fin más ordinario, que se proponen, es la adoración de los pastores; otras veces la huída á Egipto, ó episodios de esta festividad religiosa.

Al fin de cuentas es agua pasada.

Deja que el sol ardiendo las lluvias evapore, y al cielo tornen puras con mi clamor en pos; deja que un ser amigo mi fin temprano llore, y en las serenas tardes, cuando por alguien ore, ora también, ¡oh patria! por mi descanso a Dios.

Durante mucho tiempo, en el horror y en las tinieblas de la Edad Media, imaginaron los hombres que la fin del mundo sería el año 1000.

En este caso nos recuerda, sin embargo, que la verdad es un medio y no un fin; en el arte el fin es la belleza.

EL FIN DE LA BATALLA No menos brava que la del primer día fué la lucha que se armó, acabada la tregua.

5 El fin del mandamiento es la caridad [nacida] de corazon limpio, y de buena conciencia, y de no fingida: 6 de lo cual apartándose algunos, se divertieron á vanidad de palabras: 7 queriendo ser doctores de la ley, [y] no entendiendo ni lo que hablan, ni lo que afirman.

Tolomeo, que quedó Por capitan de mis guardas, Y siempre á Mariene asiste Sin poder seguirme, á causa De quedar convaleciente De aquella herida pasada, Dará la ocasion, á cuyo Fin, para él es esta carta: (Dásela.

La otra especie, que se hace con mucha frecuencia, es aquel en que cogida la capa del mismo modo que digimos para la suerte al costado con la capa por detras, se va el diestro hácia el toro describiendo una curva, cuyo fin es el centro de la suerte, la cual se concluirá del modo que hemos visto se rematan todos los galleos y recortes.

El fin del hombre es la ciencia.

Para Leibnitz, este mundo es el mejor, porque conspira a perpetuar la conciencia y con ella la voluntad, porque la inteligencia acrecienta la voluntad y la perfecciona, porque el fin del hombre es la contemplación de Dios, y para Schopenhauer es este mundo el peor de los posibles, porque conspira a destruir la voluntad, porque la inteligencia, la representación, anula a la voluntad, su madre.

Sin embargo, ni el romanticismo de Schlegel, ni el de Schack, es el absurdo y monstruoso que reinó después en Francia, y que pasó á nuestra España, esto es, una violación perpetua de todas las reglas del buen gusto, una monomanía continua de romper todo freno y toda valla y traspasar todos los límites razonables, un delirium tremens, cuyo único fin es el culto á lo inverosímil, á lo extravagante y á lo patibulario.

¿por qué no un Dios que se alimenta de nuestro dolor? ¿Es acaso nuestra dicha el fin del Universo?

El mismo radicalismo de las teorías fatigaba á la larga, se llegaba en la anarquía pronto al fin, y el fin era un dogmatismo como otro cualquiera.

El fin de éste es la edad misma; una posición social nueva, un empleo distinguido, una boda ventajosa, ponen término honroso a sus inocentes travesuras.

Diversas monografías, curiosas algunas, novelescas otras, han ilustrado este grupo de simulaciones, cuyo fin es la explotación de la caridad pública y privada.

Nadie ama sino bajo el concepto de bueno; todos buscan y procuran lo mejor; y el hombre honrado que se asocia con otros hombres, no sólo es discupable que crea, sino que debe creer que la tal asociación es la mejor del mundo, y que los fines á que se ordena y endereza son por todo extremo excelentes.

El fin del hombre es la felicidad eterna, que consiste en la visión y goce de Dios por los siglos de los siglos.

Antes, con risa en la ocasión funesta, descubre que el fin mío fue tu fiesta; mas gran simpleza es avisarte desto, pues que está tu gloria conocida en que mi vida llegue al fin tan presto.

Era don Pedro un presbítero natural de Ecija, que vivía en Sevilla y hombre de no muy buenos instintos y peores mañas, cuyo fin fué al cabo lamentable.

Es más bien un contrato, purificado, santificado y sancionado por la religión, cuyo fin principal es la fundación de las familias, la educación de los hijos y la conservación de los linajes.

«El fin de Dios es su mayor gloria, y esto os ha de servir de norma en la vida.

Mas, por otra parte, la Historia, el proceso de la cultura, no halla su perfección y efectividad plena sino en el individuo; el fin de la Historia y de la Humanidad somos los sendos hombres, cada hombre, cada individuo.

Les falta igualmente educación intelectual, cuyo fin no es la instrucción, que es la tolerancia.

Porque los hombres ciertamente por el que es mayor que ellos juran: y el fin de todas sus controversias es el juramento para confirmacion.

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