277 colocaciones para vestida

Amplían sus hábitos, alargan los bordes de sus vestidos, 023:006 y aman los sitios de honor en las fiestas, las mejores sillas en las sinagogas, 023:007 los saludos en la plaza de mercado, y ser llamados `Rabí, Rabí´ por hombres.

Cuando recobró el conocimiento, estaba medio tendida en el sofá; el cuerpo de su vestido estaba desabrochado y Roussel tenía cogida su mano y se inclinaba sobre ella con inquietud.

Junto á los Sustantivos marchaban los Pronombres; que iban á pie y delante, llevando la brida de los caballos, ó detrás, sosteniendo la cola del vestido de sus amos, ya guiándoles á guisa de lazarillos,

La falda del vestido no tenía nada de particular mientras la dama no se movía; era negra, de raso.

Aquel monton de carne está allí entre los pliegues de su vestido, como un trapo que se tira al suelo, y que contrae los dobleces á que le obliga su gravedad.

Pues éste lo compré hoydecía Lola remangando desenfadadamente la manga de su vestido de muselina rosa con lazos de raso granate obscuro, y enseñando un brazalete de cuyo aro pendía un cochinillo retorcido de rabo y potente de lomo, ejecutado en fino esmalte.

a eso venía, a enseñar a la vecinita un corte de vestido de punto de Flandes ... como es recién casada ... y como nada cuesta el ver ... pero, con permiso de su señoría, cerraré la puerta ...

* * * * * Una mañana sintióse gran ruido de voces, patadas, choque de armas, roce de vestidos, llamamientos y relinchos, como si un numeroso ejército se levantara y vistiese á toda prisa, apercibiéndose para una tremenda batalla.

Principiaban por reirse del color de sus vestidos y de su manera de llevar el cabello.

Algunas muchachitas tocaron disimuladamente la tela de su vestido, para apreciar mejor su finura.

¡Qué me importa el ridículo!replicaba el desgraciado entre sollozos, con el rostro pegado a la seda de su vestido.

22 A cada uno de todos ellos dio mudas de vestidos, y a Benjamín dio trescientas [piezas] de plata, y cinco mudas de vestidos.

, miéntras que la gente de tono hace prodigios en las procesiones para ponerse á la altura de la opulencia inaudita de la Vírgen, los majos y las manolas ostentan en la feria todo el lujo de sus vestidos pintorescos, sus armas, cabalgaduras y aperos de montar.

Porque el mozo que se me fué, vino a mi casa, habrá ocho meses, roto y flaco, y ahora lleva dos pares de vestidos muy buenos, y va gordo como una nutria.

Después se deshizo el montón y con algunos pedazos de vestido de menos y algunos bultos en los ojos de más, todos los alborotadores se marcharon corriendo hacia la tienda de comestibles.

De repente, hacia la puerta que conducía a las habitaciones de Josefina, se oyó el crujir de un vestido de seda que rozaba contra el muro: era que la niña venía al cuarto de su madre.

Es de advertir que en aquel día D. Fadrique llevaba casaca por primera vez: estrenaba la prenda, si puede calificarse de estreno el aprovechamiento del arreglo ó refundición de un vestido, usado primero por el padre y después por el mayorazgo, á quien se le había quedado estrecho y corto.

, ella estaba allí, tan cerca, que sentía el fino aroma de iris con que perfumaba sus cabellos, tan cerca, que podía tocar el extremo de su vestido avanzando la mano.

La costumbre exigía que se cubrieran con sus prendas de ceremonia, con sus vestidos de invierno, encerrándose en ellos cual si fuesen cáscaras de dolor.

Aquellos rostros ennegrecidos por la pólvora, animados aún por el ardor del combate, aquellos hombres, con los vestidos desgarrados por los bayonetazos, algunos de los cuales sangraban al salir de las tinieblas a la viva luz, ofrecían el más extraño espectáculo.

Luego el soberano gusto, el arte, mejor dicho, con que sabía adaptar el color y la forma del vestido al tono de sus carnes y a los cambios que en su naturaleza se operaban, daba primor y relieve a aquella adorable figura.

Tan pronto como le vió el divino Aquiles, el de los pies ligeros, compadecióse de él y le dijo estas aladas palabras: 7 «¿Por qué lloras, Patroclo, como una niña que va con su madre y deseando que la tome en brazos, la tira del vestido, la detiene á pesar de que está de prisa y la mira con ojos llorosos para que la levante del suelo?

Se quedó callada la niña, mirando con mucha insistencia al ruedo de su vestido.

Vistió luego la mujer del Corregidor a Costanza con unos vestidos de una hija que tenía de la misma edad y cuerpo de Costanza, y si parecía hermosa con los de labradora, con los cortesanos parecía cosa del cielo: tan bien la cuadraban, que daba a entender que desde que nació había sido señora y usado los mejores trajes que el uso trae consigo.

Alguna vez llegó hasta cortarle los botones de los vestidos; pero con un solfeo que le dieron no le quedaron ganas de repetirlo.

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