51 colocaciones para orgías

Pero así como el soltero que fué siempre juicioso, cree de su deber, la víspera de sus bodas, despedirse de la vida libre con una noche de orgía en compañía de sus amigos, de igual modo Benincasa quiso honrar su vida aceitada con dos o tres choques de vida intensa.

El espectáculo que éste ofrecía era tan aterrador, que Andueza se puso de un brinco sobra la silla, y aplicando espuela al caballo, pardo al escape, no sin gritar a sus compañeros de orgía: ¡Agarrarse, muchachos, que el mar se sale y apaga el sango!

Oía el ruido de la orgía nocturna, y no me hacía buen estómago la idea de tomar parte en ella á obscuras.

Algo como la locura de una orgía ó el estrépito de un claustro de colegiales aturde en ese santuario alegre de los gayos turpiales, mirlos; toches, pericos, loros, guacamayos y demas análogos, que forman con sus plumajes pintorescos una interminable y movible sucesion de arcos iris, de sombras y luz, y tienen una gran sonata de mil flautas y flajolés en desacuerdo.

La orilla derecha tiene en sus majestuosas calles, en sus deslumbrantes edificios, algo de la atmósfera de la orgía.

Cuando un laurel los déspotas levanten Y en medio de los brindis de la orgía El triunfo impío en su insolencia canten, Fulmine su tremenda profecía, Y anuncie con su voz aterradora De libertad la celestial aurora.

Y al calor de las orgías Y al vapor de los licores, Disertan de sus amores En obsceno platicar; Pues su lengua irreligiosa, Sin respetos y sin vallas, Sólo de sangre y batallas Ó mujeres ha de hablar.

¡Oh! no, vivir es gozar, Y son bellos, alma mia, Los cánticos de la orgía Cuando gime airado el mar.

De resultas de las frecuentes libaciones, hirvió la sangre, se acaloraron las cabezas, las dulces pláticas se convirtieron en confusión y bullicio, y el banquete empezó a tener carácter de orgía.

Besas la carne de la orgía, los labios que pasaron por todas las pústulas del adulterio, por todas las heridas del estupro, por...».

Vuela y á España di que todavía Sin ira y sin pavor mi voz resuena Sobre el festín de la centuria impía, Que á sus míseros hijos envenena Brindándoles las copas de su orgía, Que la revolución con sangre llena: Dila que hasta que espire en mi garganta Celebrará su gloria y su fe santa.

Parece que el culto de Baco, con sus frenéticas orgías, vino á Grecia desde Tracia y Macedonia, y halló en Grecia al principio grande oposición.

Yo, a mi vez, deseo invitaros a una fiesta oriental, si es que os dignáis aceptar el modesto ofrecimiento de un persa con levita: mi festín se reducirá a algunos exquisitos licores que yo mismo compongo, porque aquí son desconocidos; a frutas de entre trópicos y a media docena de pipas cargadas de opio: ahí es donde escondo los deleites de mi orgía.

Todas las noches los jardines se iluminaban con millares de farolillos, y barcas empavesadas, de figura de dragones ó cisnes, llenas de músicos, con mesas dispuestas para el banquete, recorrían los estanques y lagos; en la más suntuosa de las embarcaciones, la emperatriz, rodeada de su corte, se entregaba á los delirios de la orgía.

LV Entre el discorde estruendo de la orgía Acarició mi oído, Como nota de música lejana, El eco de un suspiro.

Una noche obscura, muy obscura, en que no se oía ni un rumor en la tierra ni brillaba un solo astro en el cielo, los señores de la fortaleza, engreídos por una reciente victoria, se repartían el botín, y ebrios con el vapor de los licores en mitad de la loca y estruendosa orgía, entonaban sacrílegos cantares en loor de su infernal patrono.

Había algo en aquellos ojos negros, moteados de pintas doradas, que no era una expresión de astucia, sino de despreocupación canallesca, y en sus facciones cuidadas y un poco embadurnadas por afeites de tocador mujeril notábanse ciertas placas violáceas que eran como el indeleble sello de placeres buscados en los postreros estertores de la orgía y en las últimas capas del vicio.

Le molestaba este estrépito de orgía vulgar, como si deshonrase la majestad de la noche.

Mis amigos, más felices que yo, olvidarán su soledad en el estruendo de una orgía.

Allí caía Sheridan, rendido, con la mirada opaca, el rostro lívido por los excesos de la orgía, y allí se levantaba para gritar a Pitt, para azotarle el rostro con esta frase que cimbra como un látigo: «¡, no ha corrido sangre inglesa en Quiberon, pero el honor inglés ha corrido por todos los poros!» Allí Wilberforce, más allá Mackintosch... ¿Cómo recordar a todos?

En aquellos ojos, ventanas del alma, espejos delatores de tudas las dobleces de un carácter, adivinábase una inmensa malicia; lo mismo sabían fingir la cándida mirada de la inocencia y del asombro, que animarse y chispear con la excitación brutal de la orgía.

, que él propio tornó á desearle mi cuerpo á sus desenfrenadas caricias ciertas nochesaquellas de las series de tres ó cuatro días que recluíanle en Montsalvato, á reponerse, la extenuación de sus orgías por Roma en ausencias de semanas.

Era una reunion de marineros, de charlatanes, de ladrones, de almacenistas, de embaucadores[650], de sacerdotes impostores: una poblacion que solo pensaba en carreras, en juegos, en bailes, en procesiones, en fiestas y bacanales: desplegábase un lujo desenfrenado; dábase cabida á todas las locuras del Oriente; predominaban las supersticiones más malvadas y el fanatismo de la orgía.

Reina cierta libertad que da á la fiesta carácter de orgía.

No alabaré el litúrgico furor de tus orgías Ni su erótica didascalia, Para que alumbres sin mayores ironías, Al polígloto elogio de las Guías, Noches sentimentales de mises en Italia.

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