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A este fin dispuso que la columna del cargo de D. Manuel de Castilla, corregidor de Paruro, siguiese el camino del pueblo de Macari, donde habia de hacer alto, para esperar las órdenes posteriores.

Se ignoraban en el ejército estas últimas particularidades, sin saberlas se puso de nuevo en movimiento, para seguir la marcha, con la resolucion de alojarse aquella noche en Tinta: pero no pudo verificarse, á causa de que el rio inmediato detuvo el paso á las tropas, por estar tan crecido, que no obstante las precauciones y activas providencias que tomó el Comandante General, D. José del Valle, no pudo evitar se le ahogasen dos hombres.

¡Bah!... ¡bah!... Esteban, exclamó don Dionís con aire burlón, sigue los consejos del preste de Tarazona; no hables de tus encuentros con los corzos amigos de burlas, no sea que haga el diablo que al fin pierdas el poco juicio que tienes; y pues ya estás provisto de los Evangelios y sabes las oraciones de San Bartolomé, vuélvete á tus corderos, que comienzan á desbandarse por la cañada.

No cabe duda que todo eso del hablar las corzas es pura aprensión de Esteban, que es un completo mentecato, decía entre el joven montero, mientras que jinete en un poderoso alazán, seguía paso á paso el palafrén de Constanza, la cual también parecia mostrarse un tanto distraída y silenciosa, y retirada del tropel de los cazadores, apenas tomaba parte en la fiesta.

Si fuesen ciertas las noticias transmitidas por un observador moderno, deberiamos buscar sus fuentes en la misma Cordillera, entre los 36 y 37 grados de latitud, y seguir su curso por las inmediaciones de Muinlin, y al sur de Payen: en lo que no cabe duda es, que ningun rio de la provincia de Mendoza desagua en el Colorado, al menos de un modo aparente.

Había quedado viuda bastante joven, con dos hijos, un varón que había seguido la carrera de marino y que a la sazón estaba navegando, y una hija a quien había casado hacía un año.

El único deseo, el único afán de su vida era que su hijo siguiese las huellas de su padre, fuese un hombre respetado por su talento e ilustración.

Los funcionarios públicos, siguiendo el ejemplo de los corregidores, que eran el blanco principal de la animadversion de los pueblos, desamparaban sus puestos, y dejaban libre el campo á los amotinados.

Así se esplicaba este rebelde, para seducir á los pueblos, engrosando su partido, y con mano armada pasando á los filos de su cólera á cuantos se le oponian, invadió las provincias de Azangaro, Carabaya, Tinta, Calca y Quispicanchi, que por fuerza ó de grado se declararon sus partidarias, á cuyo ejemplo siguieron el mismo rumbo las de Chucuito, Pacajes, Omasuyos, Larecaja, Yungas y parte de las de Misque, Cochabamba y Atacama.

Mientras la goleta San Martin penetraba por la boca del rio, dos botes, que se construian en las inmediaciones del campamento, debian seguir los movimientos de la division Ramos, para elevarse hasta donde les era posible hacerlo.

Á las once, habiendo dejado todo dispuesto para seguir mi viaje, me acosté.

Yo he vivido también así, gentleman, pero no crea que he seguido sus costumbres.

Clara empezó á creer otra vez que había Dios, y siguió la dirección indicada.

Los buques de guerra que navegaban siguiendo la costa para impedir que el gigante se lanzase mar adentro se metieron en el puerto ó se alejaron á toda máquina, perdiéndose en la línea del horizonte, como si se les acabase de ordenar un rápido viaje.

Después, antes de retirarse, dirigió una larga mirada iracunda a la doncellita, que seguía con los ojos en el suelo con expresión hipócrita donde se traslucía el triunfo del amor propio.

Se había fijado en la asiduidad con que el ingeniero seguía á su hija, en su afición á bailar juntos y en sus conversaciones aparte.

Siguiendo la línea de construcciones, dejamos á la proa, Malacañang, residencia de nuestra primera Autoridad, y bien modesta por cierto, para la jerarquía del alto Jefe que la habita.

Siguiendo la igual y espaciosa calle que tiene por continuidad el camino del puerto, se llega á la plaza, en la cual, y tomando á la derecha se encuentran en línea, la casa-administración, el presidio, el llamado palacio, ó sea morada del Gobernador, el parque y los almacenes de la plaza; todos estos edificios son espaciosos y de sólidos materiales.

En esto, el humano linaje, en su conjunto, seguía un impulso necesario.

Bautista tuvo que ir a un rincón a reirse, y la superiora y el sargento siguieron su conversación.

Estas dificultades y embarazos encendieron el corazon de Orellana, y resuelto á seguir la propia suerte que tuviesen los moradores de la villa de Pune, volvió á ella lleno de constancia, decidido á defenderla hasta el último término.

Se dedicaron a seguir la pista de la monja.

Con este designio dirigió su marcha hacia el pueblo de Lampa por Calapuja, obligándole á seguir esta ruta los clamores de una muger, que le representó las muchas violencias que sufrian en aquel pueblo, por una partida de 300 indios, gobernados por Ingaricona.

Gusta seguir con la mirada su variable decoración, apenas aparecen, cuando se deshacen.

Gillespie seguía inmóvil, sin hacer ningún gesto de dolor, considerando inútil la exteriorización de su pena, pues contaba con un «otro yo» ocupado en derramar sus propias lágrimas.

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