413 colocaciones para sueña

Nunca me han gustado los hombres que pasan el tiempo soñando despiertos, leyendo libros ó escribiendo cosas que nada producen.

Pero llegó el día en que ni aún el sueño pudo ahuyentar mis sufrimientos; y lo más extraño del caso era que, a medida que soñaba las cosas más fantásticas y hermosas, más agudos eran los dolores que me torturaban.

Este había soñado su antiguo sueño discordante de los lagartos-peces, los dragones alados, el pavoroso reino de los reptiles: salía de la niebla siniestra para penetrar en la amable aurora de las concepciones armónicas.

Ana, sentada lejos, casi hundida y perdida en una butaca grande de gutapercha, de grandes orejas, donde había ella soñado mucho despierta, soñaba también ahora con los ojos muy abiertos, inmóviles.

Yo había soñado una vida venturosa al lado de este hombre que me enamora; yo me veía ya elevada hasta él por obra milagrosa del amor; mi pobre inteligencia en comunión perfectísima con su inteligencia sublime; mi voluntad siendo una con la suya; con el mismo pensamiento ambos; latiendo nuestros corazones acordes.

Él, que soñaba con grandes amores desinteresados y extraordinarios, iba a venderse, ofreciendo su mano y su nombre a una mujer que apenas había visto; a contraer una alianza que escandalizaría a toda la isla... ¡Digno término de una vida inútil y atolondrada! El vacío de su existencia se le aparecía ahora claramente, sin los engaños de la presunción personal.

El Palacio Ducal, que está unido á la basílica de San Márcos, es uno de esos palacios que sueña una fantasía acalorada, es la realizacion de un sueño: es una grande obra monumental, á cuyo pié hay dos columnas traidas de Asia, un grupo de Alejandría, con cuatro antiquísimas figuras pegadas á la pared; describo sin órden, segun mis apuntes taquigráficos, segun me acuerdo, adelante.

«En plata, que doña Ana soñaba con un hombre...».

¡Ay!, hija mía, usted delira, usted sueña despierta.

La envidia del beneficiado soñaba para don Fermín más grandezas que el mismo Magistral veía en sus esperanzas.

Se despidieron con el laconismo del día anterior; pero aquella noche la muchacha se revolvió en la cama, inquieta, nerviosa, soñando mil disparates, viéndose en un camino negro, muy negro, acompañada por un perro enorme que le lamía las manos y tenía la misma cara que Tonet.

Con la alegría de la 30 niñez, soñando un porvenir de color de rosa...

En la venta del burdo género están las patatas y el pan para todo el año; y soñando con la inmensa felicidad de volver a casa con una docena de duros, zapatos para las hijas y un refajo para la mujer, pasean tristes y resignados por entre el gentío, lanzando a cada minuto su grito melancólico como una queja: «¡Medias y calcetines...! ¡el mediero!» Doña Manuela iba mal por el arroyo.

Poco á poco del seno Destacándose va, del horizonte, Sobre el éter sereno La cumbre azul de un monte; 20 Y así como el bajel se va acercando, Va extendiéndose el cerro Y unas formas extrañas va tomando: page 221 Formas que he visto cuando Soñaba con la dicha en mi destierro.

Te miro triunfadora como Marte hundir al despotismo con la espada, galopar sobre un rayo de la aurora, y ascender hasta el cielo de la Fama; y, mientras sueña el alma con victorias, predica el evangelio de tu raza que nos enseña a estrangular tiranos y a retar al Destino cara a cara...

Ora se pone uno á vagar, soñando y recordando mil historias, bajo la sombra espesa de los bosquecillos de naranjos, limoneros y granados, donde se siente la embriaguez deliciosa que producen el azahar y el jazmin, la albahaca y las rosas en profusion.

Ra-Ra creyó estar gozando anticipadamente una parte del triunfo con que soñaba á todas horas.

Yo amaba entonces las armas y la lucha, y soñaba con la corona del vencedor.

De esa gloria que has soñado no pueden salir héroes, sino charlatanes y bandoleros.

Pero, explícame, ¿cómo te encuentras por estos andurriales? ahora, cuando te vi, se me figuró que serías alguno de esos pilluelos, que vienen a robar en mi despensa: por eso me eché encima de ti, sin prevenirte... Ni soñaba, hijo, que pudieras ser , ¡ajo! ¡miren al Varguitas, el rey de los cajetillas, en casa del tío Agapo! Me pareces triste, Quilito; estás paliducho, con muchas ojeras... vamos a ver, ¿de qué lado te duele?

Quizá ya lo hayáis olvidado; pero cuando se es joven o se conserva el corazón joven, hay momentos en la vida en que se sueña noche y día, en que la misma imagen está sin cesar ante nuestros ojos, en que se lucha en vano contra un sentimiento que se quería sofocar, pero cuyo poder nos domina con una tiranía implacable.

Luego, Catalina animose y, con voz casi irritada, prosiguió: Usted dirá lo que quiera, Juan Claudio, pero un peligro nos amenaza... , ; ya que esto no tiene para usted ningún valor... Pero, por otra parte, no era tampoco un sueño; era como una antigua historia que se reproduce, una cosa que se vuelve a ver en sueños y que se conoce.

La envidia del beneficiado soñaba para don Fermín más grandezas que el mismo Magistral veía en sus esperanzas.

Necuacuam, ninguno sueña remotamente con una nueva guerra.

Por la noche, cuando el cansancio comenzaba a cerrar sus ojos, ya no soñaba en ángeles deslumbrantes ni en demonios horribles.

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