27 Verbos a usar para la palabra incienso

El Magistral no menos dulce, suave y pegajoso, recibía con placer aquel incienso, detrás del cual habría tantas talegas.

Rocía el fuego con el vino a la redonda, y luego pone el incienso en el fuego, y dice: Al bien del triste pueblo numantino Endereza, ¡oh gran Júpiter!, la fuerza Propici#a#, del contrario amargo sino.

Mientras en sus relaciones íntimas con la dama se mostró Jacobo duro y despótico, imponiéndole en todo su voluntad como dueño, hallóla siempre dócil y sumisa, pronta a sacrificarse por él y a prestarle todos los homenajes, con la humildad del pobre que al quemar ante el ídolo su incienso no espera ni pide otra recompensa que la satisfacción de verlo aceptado.

Las burguesas de exuberantes carnes y respiración angustiosa dejábanse caer en los mullidos sillones, fatigadas por tan largo plantón, mientras las niñas correteaban o volvían como distraídas a los balcones, para ver si en la obscura plaza, perfumada de incienso, permanecía aún el grupito de adoradores.

que me he desternillado de risa leyendo un artículo que le dedican á ese chiquillo á quien yo protejo, y el condenado crítico le llama bardo acá, bardo allá, y le echa unos inciensos que apestan.

Ni aun a carne trasciendes, salvo que al menos exhalan las que van removiendo los héroes, y te entronizas por lo insensible al incienso.

La baronesa, halagada por el incienso que la tributaban los suyos, y ebria por el orgullo que le producían tantas distinciones, llegó a ilusionarse sobre su propio poder y hasta se avergonzó del miedo que en otro tiempo le habían producido las turbas populares.

Había mucha luz en la estancia; el aire estaba impregnado de olor a incienso.

El patricio rendía con la mirada un tierno y fervoroso culto al retrato; lanzábale con los ojos todo el incienso de su alma, y hasta se me figuró que sus rodillas se doblaban, buscando con ansia el duro pavimento.

Los españoles la llaman y usan como incienso, pero es un error, pues no tiene otra fragancia que la resina, bien que es un poco mas fina.

Entonces, en la época de la Brigadiera no tenía él experiencia, le halagaba la vanagloria, le seducía y mareaba el incienso de la adulación.

Su Señoría don Jerónimo Manrique de Lara ofertaba el incienso con sus manos huesosas y pálidas.

Parecía como que, abiertos los balcones, el viento de la calle había penetrado arrollándolo todo y desvaneciendo aquella atmósfera pesada que olía a incienso.

Cuando niño pasé en las catedrales horas como éstas, entre olor á inciensos, sin noción del tiempo, purificado en beatitud y adorando en los altares á una Virgen.

Su busto exiguo permanecía rígido, insensible al incienso; su boca fina, desdeñosa, casi imperceptible como la herida de un bisturí, no sonreía; sus ojos pequeños y buídos miraban al espacio inquietos, devorando la distancia.

Traían un símbolo de triple misterio, portando el incienso, la mirra y el oro.

» Al ver brotar de la pasion el lloro ¿Rechazarías mi amoroso incienso? Si dijese:«Tu imágen solo veo; «Vírgen pura, de rostro de azucena!» Con esa voz que el alma me enajena Me dirías risueña:«No lo creo.

Desde entónces sonó el nombre de Calderon, como nombre de batalla, entre los románticos, y algunos le imitaron, no infelizmente, en el teatro; pero á esto y á panegíricos vagos se redujo todo el incienso que España quemó en sus aras.

Sentía yo á veces impulsos de provocar sus confidencias, y no quería seguirlos, porque era demasiado atrayente para el enigma de aquel espíritu, y si me enfrasco en él, adiós la sana delicia de mis paseos con el niño, adiós la sedación disfrutada á su lado, preocupándome de sus antojos, respirando con infatuación de ídolo el incienso del culto que me tributa... Lo repito, soy su divinidad.

Olor eclesiástico de viejos recintos sahumados por el incienso, cuchicheos de beatas, visos negros de sotanas raídas o elegantes, que de todo hay allí, llenan estas admirables páginas, en las cuales el narrador hace gala de una observación profunda y de los atrevimientos más felices.

Y estando en esto, que ya era medio dia, vinieron cuarenta indios, todos caciques, con buena manera y mantas ricas á la usanza dellos, saludaron á Cortés y á todos nosotros, y traian de sus inciensos zahumándonos á cuantos allí estábamos, y demandaron perdon de lo pasado, y que de allí adelante serian buenos.

Yo no gusto de los holocaustos de carneros, ni de la gordura de los pingües ni de la sangre de los becerros; abomino el incienso, porque vuestras manos tienen sangre.

No por eso dejaron los nobles y los alfaquís de acudir á la Alhambra para felicitar al Soberano; pero al tiempo que se tributaba al pié del trono el incienso de la adulacion, salió de en medio de la turba de cortesanos una voz, que cual trueno asaltó los oidos del atónito Aben Hazen.

Solamente puedes aspirar a los inciensos que te tributarán las hopalandas más miserables de la Universidad.

No me es lícito disponer del incienso que usted da á los demás escritores españoles, pero me atrevo á aconsejarles que acepten sólo la mitad ó la tercera parte, y consideren el resto como despilfarro que usted hace, arrebatado por su cariñosa largueza.

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