154 colocaciones para equivocadas

El Magistral, como equivocando el camino, se dirigió hacia la puerta del patio, aunque parecía lo natural subir por la escalera de la galería y pasar por las habitaciones de Quintanar.

Pero con tanto requesito, si una se descuida un poco, o se equivoca en una sola palabra del rezo mental...

¡Ay, qué equivocado estás!».

Se equivoca en los nombres, y los altera; de modo que no es fácil entenderlos14, 56.

» Y viajamos día y noche; pero por desgracia, el capitán equivocó la ruta.

Fayolle también los contó y dijo: Se ha equivocado, señor duque.

En el trato comun se explica todo con el nombre de verdad; mas conviene mucho separar estas cosas, porque el que falta á la veracidad voluntariamente, es hombre falso y engañador; el que siendo veraz equivoca las cosas, no es falso ni mentiroso, sino facil crédulo y poseido del error.

Tenía la cabeza mareada y corría grave peligro de equivocar los datos y decir algún disparate.

Te advierto que yo, á quien muchos tienen por hombre de entendimiento, me equivoco siempre en las cosas prácticas.

Todos los días, al sonar las doce, se quedaban en la clase, con el libro delante y las piernas colgando, tres ó cuatro individuos que se habían equivocado en una suma ó confundido á Jeroboan con Abimelech, ó levantado algún falso testimonio á los pronombres relativos.

Me comparo entonces a cierto aprendiz de mago de una antigua leyenda, que se propuso evocar y llamar a a un ser etéreo, a una sílfide, a una diosa beatificante, y equivocó las fórmulas, los procedimientos y los conjuros, y suscitó un vestiglo que cayó sobre él, le derribó por tierra y le pisoteó el cuerpo y el alma.

¿Es falsa? No señor; es que se ha equivocado usted—dijo el viejo devolviendo la moneda.

Llegado a la meseta de los cincuenta se parece el hombre a un extraviado viajero que ha escalado la cima de la montaña por abruptos y pedregosos senderos y que, una vez llegado arriba, comprende que equivocó por completo la senda.

Hace veinte años que este pobre señor Hardoin es fiel a su despacho por no renunciar a esa preciosa vecindad, esperando que el mejor día la señorita Raynal se equivoque de puerta y se meta en su casa para no salir más.

Son también la experiencia, y por eso, sin hablar, guían; y mientras el campo uniforme calla, ellos, al peregrino que equivocó su rumbo, le dicen: ¡Sígueme!...

Porque equivocado una vez, equivocado mil y quinientas...

La calumnia se equivoca en los hechos; pero á falta de hechos hay intenciones, sentimientos, esperanzas.

Parto de aquesas montañas, Que, equivocando las señas, Para ser fiera eres hombre, Para ser hombre eres fiera... FENCIS.

La Justicia le obligaba a reconocer que el actual obispo de Vetusta, don Fortunato Camoirán, era una persona respetable, un varón virtuoso, digno; equivocado, equivocado de medio a medio, pero digno.

No era un milagro que se hubiesen equivocado los médicos que antaño le habían condenado para siempre a la esterilidad de su mujer; no era un milagro que Emma pariese ya cerca de los cuarenta años.

Yo soy, á menos que no me equivoque, amigo.

Conociólo Don Basilio y, para burlarse de los Curas tanto como del Poeta, prorumpió al instante en estas dos quintillas: Tus equívocos, Fray Blas, Nos admiran, como soy; Mas perdonen los demas, Porque yo admirado estoy Que no sean muchos mas; Pues tu ingeniosa cabeza Se equivoca sin preludio, Con tal primor, tal destreza, Que lo que parece estudio Es en naturaleza.

«Y como probará, que la Iglesia de Jaca se equivoca con el Cielo? Valiéndose de un embrollo de embrollos, sin atar ni desatar, y confundiendo el Cielo material con la Gloria, como á él le parece, que le viene mas á cuento.

Y era verdad, solo que ella equivocaba la razón de su cariño; porque aquel hombre también era malo para ella, pero era ella quien le quería más que nadie en el mundo, y aquel amor de mujer era bastante para vestir de luz el alma del criminal, como de luz resplandecían las llagas de los leprosos al posarse en ellas las manos de azucena de la Santa Reina Isabel de Hungría.

Y si era de doña Inés aquella carta, doña Inés no era Amina, se habia verdaderamente equivocado Angélica, sus disculpas no eran fingidas; él se habia engañado tambien creyendo encontrar una intencion en el acento de aquellas dos mujeres; no, no podia ser Amina doña Inés, porque le citaba, porque una mujer no cita á un hombre jóven mas que para asuntos amorosos, y Amina no le hubiera citado porque amaba al marqués de la Guardia.

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