24 Metáforas para extraña

(Ap.) ¡Extraña audacia de hombre! El poco temor que muestra, dice el valor que encubre.

¡Extraña debilidad la que da tales alientos para luchar y vencer en las mayores tormentas del corazón; y extraña fuerza la mía, que me abate y enerva cuando necesito ser valiente! Si por los efectos hemos de juzgar de las cosas, entre mi fuerza y su debilidad, cualquiera, en mi caso, optaría por el fanatismo de Águeda.

¡Extraña y poderosa fracmasonería de los hombres de sotana!

Extraña es también la completa y espantosa miseria hasta donde el autor conduce a su heroína, dotándola para ello de generosidad tan magnánima, que no puede menos de confundirse un poco con la simpleza hasta en el pensamiento de las personas más novelescas y despreciadoras de los intereses materiales.

Extraña es tu palidez, extraño tu vestido, extraña sobre todo, la longitud de tus cabellos, y todo este silencio solemne.

Párase ante una hierba olorosa que nunca había visto: una extraña mariposa revolotea ante él: mientras estudia las nuevas especies de plantas ó animales ó procura darse cuenta del conjunto de los rasgos de aquella naturaleza desconocida, se le acerca un pastor, hombre de otra raza y de otra civilización: hasta su idioma es distinto.

LA EXTRAÑA MUERTE DE FRAY PEDRO [imagen] Ilustrísimo señor, a Fray Pedro lo henos encontrado muerto.

Extraño era el aspecto de los dos seres, que parecían los genios del lugar.

Y vese aquí que hasta los más extraños sucesos son caminos por los que la sabiduría del Altísimo lleva a las criaturas adonde más les conviene para la salvación de sus almas.

Raro litigio teneis: extraña es vuestra demanda, y no se os puede negar, conforme á las leyes de Venecia.

¡Extraño destino el mío! Hasta el anochecer estuve recostado sombríamente en la borda del buque, viendo el mar liso como una vasta pieza de seda azul, doblarse a los lados en pliegues suaves; poco a poco grandes estrellas palpitaron en la concavidad negra, y la hélice en la sombra iba trabajando rítmicamente.

Los aterrorizados indígenas no habían visto nunca un caballo (porque fueron los españoles los primeros que llevaron al Nuevo Mundo caballos, carneros y otros animales domésticos), y juzgaron que aquellos extraños y pálidos recién venidos, que iban sentados en bestias de cuatro patas y llevaban camisas de hierro y palos que despedían truenos, sin duda debían de ser dioses.

¿Del chico mal que causo a mi D. Joaquín, sin que él lo sienta ni lo vea, no resulta un bien grandísimo para otros sujetos? ¿Qué cosa sustancial, qué tesoro, qué joya quito yo a mi D. Joaquín para que un extraño la disfrute?

Tan extraño era el espectáculo, que aun cuando tanta tiempo había estado esperando verlo, la verdad, no se le ocurrió al pronto que aquélla era la terrible Quimera de tres cabezas.

¿Qué extraño sería que se amasen? Tomasa, por su juventud, alegre humor y buena presencia era la favorita de sus camaradas y de los empleados blancos de la finca.

Tal fué este extraño suceso que me pareció conveniente asentar aquí, y que duró mucho tiempo en la memoria de estas gentes.

el gobernador sobre ellos con todo el ardor de su picado amor propio, y púsole su mala suerte ante los ojos, lo primero, un plieguecillo de esquela, con el timbre de la condesa de Albornoz, y escrito en él, con diversos caracteres de letra, este extraño letrero: ¡Qué animal tan hermoso es el hombre!

Todo lo extraño é inusitado era para el indio misterio.

A última hora empezó a mostrarse fría, exigente, caprichosa y sobre todo a sentir una extraña melancolía que la tenía horas enteras taciturna, sin poder arrancarle ni una sonrisa ni una palabra.

Habrá hocico también, y acaso moquiteo, porque no se te vió el pelo cuando ella más gritaba durante el apuro gordo; y si se te vió, porque no te alegras, como debes, al contemplarte reproducido; has estado hasta soez con las visitas, ó has pecado de expresivo con algunas que ella sabe; y luego, porque su mamá, ó su modista, ó su doncella... ó el Peñón de Gibraltar; pues hasta lo más extraño es un motivo serio para darte guerra.

«Una vida en tiempos de Felipe II», subtitula su autor á esta novela interesantísima para nosotros, como lo es siempre el concepto que merecemos á los extraños, y si el extraño es persona de quien nos importa mucho la simpatía, con mayor causa.

Este extraño exterior es un poema por solo; un poema originalísimo y único en el mundo.

Extraño es en verdad que sólo este hombre no sintiese simpatía por la linda callejera.

Vuestros generosos sentimientos han desengañado a la desgraciada Serafina, y me quitan además hasta el natural rubor que me acusa el que un extraño sea testigo de una afrenta hecha a mi noble sangre.

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