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cuando empezaba á contar los éxtasis que le daban y las visiones que tenía, era el cuento de las cabras de Sancho.

Si no alcanzaran los niños esa respuesta, investigarían y continuarían investigando, hasta que encontraran una explicación cualquiera, porque el niño no gusta de permanecer en la duda; lleno del sentimiento de su existencia, empezando la vida como un vencedor, quiere hablar como quien domina todas las cosas.

Acostumbrada á ver en los salones de su casa á muchos hombres que habían empezado su carrera siendo pobres y ahora eran millonarios, se imaginó que esta era inevitablemente la historia de todos los humanos y que á Edwin le llegaría su turno.

Anoche me dijo Moreno que Pirovani y Canterac empiezan á hacerse la guerra.

¿No cree usted que solamente el ferrocarril ha de alterar notablemente la fisonomía local de Santander? Y á propósito, ¿qué hay de ese proyecto? Que ha llegado á ser casi una realidad, y que muy pronto se van á empezar las obras.

Era webmaster para el Departamento de informática del CMU (Carnegie Mellon University), y empecé nuestro sitio local en 1993.

Porque es tal el respeto y el cariño, la adoracion inmensa que en siento, que, aunque el cielo me dió el dolor por vida y lo que es sufrir desde muy niño, volveria contento á empezar esta lucha maldecida, si, al ligarme á la tierra nuevos lazos, me arrullara tu acento al dormirme tranquilo entre tus brazos.

En la calle no se encuentra sino al pobre vendedor de legumbres, sucio y harapiento; los barberos afilan filosóficamente sus navajas, detras de sus celosías bajas; los aguateros asturianos empiezan su tarea, arriando sus diminutos pollinos cargados de pequeños toneles de agua; los mozos de café, trasnochados por sus innumerables é inamovibles parroquianos, bostezan, se estiran voluptuosamente, y hacen traquear sus coyunturas como matracas.

después aparece á la luz en forma de alegre fuente, y empieza de nuevo su viaje hacia el océano por los lechos inclinados del arroyo, de barrancos y ríos.

Tu tío no puede tardar yadijo una de ellas,le dejamos empezando la misa; pero él despacha pronto, y a estas horas estará en la sacristía quitándose la casulla.

La tercera: Colocar los pensamientos con orden para la averiguacion de la verdad, empezando por las cosas mas simples y mas fáciles de entender, para caminar como por grados al conocimiento de las mas difíciles y mas compuestas.

Sus compañeras las senior, instaladas en el mismo cuerpo de edificio que ella, hablaban de la nueva vida que iban á encontrar al salir del colegio; y las junior, que empezaban sus estudios, las oían en un silencio respetuoso de seres inferiores.

Según los periodistas, el Hombre-Montaña sería conducido al puerto en la mañana siguiente para que empezase sus trabajos.

Había formulado tres veces la misma pregunta, sin obtener respuesta, y los doctores jóvenes, más revoltosos, empezaban á reir del silencio del gigante y de la confusión del conferencista.

Cerca de ellos estaba un coche, la portezuela se abre, ambos suben, el carruaje empieza su marcha....

Así es suma necedad empezar un discurso diciendo: El tiempo es precioso, como dice Séneca; ó de este modo: La verdad es buena, como dice S. Agustin, porque estas sentencias son tan comunes, que todos las saben.

Cuando hablaban así, como otros dos hermanos del alma, empezaba la noche, retumbaban los truenos lejanos y vibraban en el cielo los relámpagos que a don Fermín le sorprendieron al entrar en Vetusta.

Vuelto a España, empezó la serie de sus descubrimientos, apoyado pecuniariamente por los mercaderes de Sevilla, que hacían crédito a su valor.

Baste saber que estuvo siete años en Roma, bajo el pontificado de León X, y que volvió a su convento de Sevilla el año de 1521 en que va a empezar la historia que aquí referimos.

Al llegar á casa, y después de felicitar sinceramente al exclaustrado por su discurso, lo cual no dejó de envanecerle un poquillo por la razón de gastar yo bigote y perilla y ser de la ciudad, nos sentamos alrededor de la mesa que ya estaba preparada, y empezó la comida, previo benedicite del franciscano.

Alistados pues seis cañones cargados de mucha metralla, y hecha señal, empezaron los españoles el combate con poco efecto: porque algunos indios á la primera descarga se escondieron en los fosos que antes habian hecho, los cuales no defendian lo bastante á los que se agachaban: otros persistian peleando, otros retrocedian.

Fray Miguel, al empezar este relato y al presentarle yo a mis lectores, no era escritor, ni predicador, ni por nada se distinguía.

En el castillo de proa algunos marineros empezaban los preparativos para levar el ancla.

Esta tarde empiezan las fiestas de 210 la Virgen de las Mieses...

ii Empezó entonces para Barbarita nueva época de sobresaltos.

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