25 Adjetivos para describir antesalas

Stein se hallaba en una pequeña antesala.

¡Aquí verás siempre las antesalas llenas de la misma gente: son personas que esperan durante meses un maná que nunca llega, y... siempre están contentas! ¡No digás! ¿No digás?...

En la cruz de dos corredores abríase una antesala redonda, grande y desmantelada, con cuadros de santos y arcones antiguos.

Y el rumor de los pasos que vienen y van, parece marcar todos los gestos y todas las actitudes de aquellos criados que desgranan mazorcas en la antesala oscura.

¡Tiempos aquellos en que nuestras risas locas y felices habían turbado el noble recogimiento del Palacio, y se desvanecían por las claras y grandes antesalas, por los corredores oscuros, flanqueados con angostas ventanas de montante donde arrullaban las palomas!...

Y torciendo á la izquierda, guió por una escalera angosta que sombreaba un grupo de acacias y castaños de Indias, llevándoles á una especie de antesala descubierta, que formaba parte de los consabidos corredores aéreos.

Por supuesto que tuve que hacer una antesala digna de un pretendiente, porque una de las cosas que mejor se saben hacer aquí, es esto de antesala.

y por eso, cuando el otro día los pillé en la antesala muy entretenidos, hechos un caramelo, díjeles para mi saco: «Eso, niñines, á divertirse, que es ley de Dios.

Aparte de su deliciosa situación y de los jardines cuidadosamente asistidos, es deplorable que continúen cubiertos de cal los preciosos arabescos de la galería y pórticos, y que no se haya hecho más que una ligera restauración en la espaciosa antesala cuya estructura es tan hermosa y elegante.

En el año 1853 se fortificaron los muros por el exterior para contener la ruína indicada en la antesala inmediata.

El solemne ayuda de cámara le conocía, y le saludó; como no se le sometía á las interminables antesalas de las visitas ordinarias, fué directamente desde la puerta hasta el comedor, en donde se hallaba el doctor Lanyón.

Por el arco de frente al de entrada se pasa á una magnífica antesala, y de allí al mirador de Lindaraja.

Linda era la antesala, pintado el techo con los bordes de guirnaldas de flores silvestres, las paredes cubiertas, en sus marcos de roble liso dorado, de cuadros de Madrazo y de Nittis, de Fortuny y de Pasini, grabados en Goupil; de dos en dos estaban colgados los cuadros, y entre cada dos grupos de ellos, un estantillo de ébano, lleno de libros, no más ancho que los cuadros, ni más alto ni bajo que el grupo.

Poco después se aparece Sancho, el cual, sin atender á la resistencia de los satélites del Monarca, penetra hasta la antesala regia y pregunta bruscamente quién es Payo de Bivar.

Fué el caso que al filo de la media noche, cuando más plácidamente reclinado estaba en cómoda butaca el señor Sagasta contemplando cómo se reducían a cenizas los troncos de su chimenea, ni más ni menos que nuestras posiciones ultramarinas, y evocando mentalmente los hechos todos de su larga y aprovechada vida, sonó en la antesala ruido de extraña música, así como el rascar de huesos con que suelen acompañar sus tangos los negros de Cuba.

E inmediatamente se dirigió a la antesala, seguida de la locuaz viuda.

En la antesala, separada sólo por algunas columnas del salón, charlaban los padres graves, echando ojeadas satisfechas a éste, donde veían a sus hijas divertirse.

En el recibimiento, mientras recogía sombrero y bastón, no pudo menos de fijarse, con penosa y estéril lucidez, en detalles que le sorprendieron: un soberbio mueble de antesala tallado, un rico tapiz antiguo, una alfombra nueva y densa como vellón de cordero, un retrato, escuela de Pantoja, una lámpara de muy buen gusto.

Halló la antesala completamente vacía y muy obscura.

En la antesala vaga ahora una sombra negra, la sombra del capellán.

Cruzó la vieja el salón haciendo equilibrios para no pisar las colas que se abrían en insolentes abanicos, y repartiendo reverencias, que la Montevideo calificó burlescamente de reverencias para uso de artista pedicure en Versalles, llegó al fin a la antesala, fría y destartaladota, adornada con dos o tres reposteros y algunos bancos.

Al llegar arriba atravesaron una vasta antesala donde gran número de jóvenes se apresuraron a abrirles paso y saludarles con la familiaridad que se usa en los pueblos pequeños.

César se encuentra en una antesala, muy alta de techo, muy estrecha y amueblada con el mencionado cofre de madera y con una percha.

Estaba la antesala atestada de damas de todas clases, de magos de todos colores, de jueces, mercaderes, oficiales y pedantes, que todos estaban quejosos del ministro.

Y como si fueran reliquias de los mil curiosos objetos que Fernán-Méndez Pinto hubo sin duda de traer cuando volvió a Europa, se admiraban en aquella antesala broqueles, armaduras, lanzas y sables chinos, japoneses e indostaníes, combinado todo en las panoplias con flechas y cuchillos de pedernal de los tupinambas, de los tupíes y de otras tribus guerreras del imperio brasílico.

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