20 Verbos a usar para la palabra marisco

Los religiosos domínicos tomaron la delantera y exploraban el camino, recogiendo algunos mariscos, yerbas y cuanto creían que podía servir de alimento.

Yo le había dicho aquella noche: «Señora: no coma usted esos mariscos»; pero no me hizo caso.

Y Tòni contraía el peludo rostro con sonrisa de gula viendo por anticipado el restorán famoso del puerto, sus salones crepusculares oliendo á marisco y á salsas picantes, y sobre la mesa el hondo plato de pescado con un caldo suculento teñido de azafrán.

Tambien recogieron á bordo del navio el perro que se vió en la playa, lleno de heridas, y los dientes gastados de comer marisco.

Al siguiente día se alejó de aquel sitio y tomó la orilla de la playa para proporcionarse algunos mariscos; pero el sol que tostaba su desnudo cuerpo, los movimientos que tenía que hacer para proporcionarse que comer, y la falta de cuidados, ocasionaron que sus llagas volviesen á inflamarse hasta un grado tal, que le era imposible moverse.

Le entran por la parte del S dos arroyos, y desagua por otro que corre al E: al N de dicha laguna tiene dos médanos pequeños, en los que se crian mariscos, en el cual parage acampamos: y á las 6 de la tarde llegaron dos indios del Cacique Lepin, enviados del capitan Lican (que manda la gente de dicho Lepin, y es el heredero del cacicazgo por fallecimiento del Cacique Lepin).

Con frecuencia me he maravillado después pensando para qué había venido trayendo y guardando aquellos mariscos, en el discurso de su azarosa, culpable y agitada vida.

Los puestos de ostras y erizos establecidos en sus muelles parecían rociados con esta agua impregnada de mariscos.

Un ostricario moreno, enjuto, de ojos de brasa y enormes bigotes, tenía su puesto en la puerta del restorán, ofreciendo mariscos de intenso olor, que tal vez habían echado media semana en ascender desde la ciudad á las alturas del Vomero.

¡Ja, ja! Creedme, señor corregidor; mi amigo y compañero el noble Oliver de Butrón es hombre peligroso cuando enristra la lanza y cuando se queja su estómago, y lo mejor que podéis hacer es procurarle cuanto antes esos mariscos que tanto anhela.

El doctor recordaba ciertos mariscos que, segregando el jugo de su cuerpo, forman la concha, el caparazón que les sirve de vestido y defensa.

Esta fecundidad suele atribuírsele a los mariscos, y si la explicación es exacta, los mariscos vienen a ser, en fin de cuentas, los verdaderos responsables del nepotismo español.

Prosiguieron su camino todos juntos, la playa siempre en la mano, sustentándose de soló el marisco muy miserablemente.

Durante tres meses del año «sólo tenían mariscos y agua muy mala»; y en otras épocas únicamente bayas y otras plantas, y se pasaban el año yendo de aquí para allá en busca de ese escaso y poco substancioso alimento.

¡Mísero don Juan! La más suculenta gelatina se le acedaba, irritábanle los mariscos, la carne asada le daba náuseas, lo caliente le producía frío, con lo helado sudaba, las trufas le enfurecían, el rico Borgoña se le antojaba brebaje despreciable y la manzanilla le daba ganas de llorar; púsose al fin más triste que San Juan cuando descubrió la estrella del ajenjo que vertía hiel sobre la tierra.

ELVIRA-NICOLASA Acabábamos de cenar Elvira y yo en un gabinetito de una fonda donde le gustaba que la llevase a tomar mariscos y vino blanco.

En este tiempo, auiendose diuidido los perdidos a buscar comida o algun marisco para comer, la costa adelante,

La marea hubo de ir depositando estos huevos en la playa, y de ellos salieron ya los muchachos, listos y traviesos, y aptos para alimentarse de mariscos, raíces, frutas silvestres y sabandijas.

¿No es verdad, señor, que nadie al verme, al escucharme, puede creer que yo he sido una pobre muchacha que se llamaba Aniquilla, que corría descalza por las rocas buscando mariscos cuando era niña, y que más tarde?... ¡oh, Dios mío! No, no, nadie lo creería, porque Dios os ha dado la nobleza, como ya os lo he dicho, de una grande hermosura, y con esa maravillosa hermosura una discreción adorable y un claro ingenio.

Comian hierbas sin cognoscer si eran malas ó buenas, comian marisco que hallaban por la ribera de la mar; y el mayor tormento fué faltalles el agua, que en toda la isla no la hallaron, si no fué un charco de ciénaga, lodoso y de agua salobre.

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