22 Adjetivos para describir tenedores

¡O uno u otro! La patrona vaciló unos instantes, dirigió una mirada compasiva a Barragán que inmóvil, con el tenedor suspendido sobre el plato miraba estupefacto al empleado, y profirió con trabajo: Pues bien, señor de Freire, si he de decirle la verdad... prefiero que se quede el señor de Barragán.

Necesito fondos en esa plaza para proponer al Gobierno el pago de parte del cupón exterior á los tenedores ingleses, con lo cual la operación se redondea aquí de un modo completo.

La persistente baja, motivada por los sucesos de Badajoz y el azoramiento de los tenedores extranjeros, convidaba á meterse en danza, teniendo serenidad y empuje.

Un día que, sentado á la mesa, entre desganado y encaprichado, picaba con el tenedor blanco filete de lenguado fresquísimo, rociado con limón, se levantó de pronto llevándose las manos á la garganta, al pecho, á las sienes después; se precipitó hacia la ventana, abrió la boca en redondo, aspiró locamente, y como el jadeo de asfixia no cesase, tambaleándose, se arrojó al suelo, tendido cuan largo era.

Bien, pues, si la caja se establece, en este mero hecho el gobierno promete á los tenedores de cobre cambiárselo por plata ú oro, como hace un Banco con sus notas: ¿y cual es el capital que tiene la caja para cumplir esta promesa?

El tenedor de libros, un hombre ictérico, de cara chupada y barba de judío de monumento, muy silencioso y tímido, que había roto a hablar intrigado por las cábalas ideadas y fantaseadas sobre la vida de don Telmo, se fué poniendo cada vez más amarillo de hipocondría.

A intervalos prudentes el enano suspendía su lectura, empuñaba la botella del agua y vertía algo de su contenido sobre el terrón de azúcar puesto en un tenedor colocado sobre los bordes de la copa.

¡Y este teniente de pobre estatura, que parecía un tenedor de libros elevado por la movilización, era su enemigo!...

púsose en pie, y empuñando un enorme tenedor y el afilado trinchante, hizo una carnicería que elevó protestas.

Al fin se presenta una ocasión para que abandone mi papel effacé de mero oyente: un hermano del ingeniero italiano se interesa por la República Argentina, como tenedor accidental de algunos títulos de Buenos Aires y Santa Fe.

Un día que, sentado á la mesa, entre desganado y encaprichado, picaba con el tenedor blanco filete de lenguado fresquísimo, rociado con limón, se levantó de pronto llevándose las manos á la garganta, al pecho, á las sienes después; se precipitó hacia la ventana, abrió la boca en redondo, aspiró locamente, y como el jadeo de asfixia no cesase, tambaleándose, se arrojó al suelo, tendido cuan largo era.

Otra le marca los dientes, pero no sueltos ya, como están en el tenedor acabado, sino sujetos todavía.

Otro día dijo: Al llegar a San Petersburgo... ¡Arrea!-gruñó el irascible tenedor de libros.

La mayoría de la Corte sostuvo que el banco de los Estados Unidos, por el pago hecho al de Paris, se constituyó en tenedor legal de la letra, y con este carácter, tenia derecho á los perjuicios por vía de compensacion contra los Estados Unidos en calidad de giradores, como lo habria tenido cualquier tenedor particular de la letra.

A pesar de la indiferencia que fingía, el aventurero don Jaime estaba visiblemente inquieto y receloso; en ocasiones permanecía con el tenedor levantado olvidándose de llevarlo a la boca y pareciendo prestar oído atento a ruidos perceptibles solamente para él; otras veces se sumergía en una divagación tan profunda, que su hermana o su sobrina se veían obligadas a volverle a la realidad dándole un golpecito.

En el comercio de Chipiteguy llevaba la contabilidad un tenedor de libros llamado Matías Frechón, hombre reservado, hipócrita y poco simpático, y había dos mozos para traer y llevar el género, uno llamado Quintín, y el otro, Claquemain.

La mayoría de la Corte sostuvo que el banco de los Estados Unidos, por el pago hecho al de Paris, se constituyó en tenedor legal de la letra, y con este carácter, tenia derecho á los perjuicios por vía de compensacion contra los Estados Unidos en calidad de giradores, como lo habria tenido cualquier tenedor particular de la letra.

No le diré a usted que no esté comprometido, muy comprometido: era el principal tenedor de vitalicias, ¡calcule usted! Pero quebrado, no, no... al menos a me parece.

Lo poquísimo que come, lo come de través y con la punta de los dientecitos, cogiéndolo con el tenedor, remilgada, de la manera más mona que se puede soñar.

Un día que, sentado á la mesa, entre desganado y encaprichado, picaba con el tenedor blanco filete de lenguado fresquísimo, rociado con limón, se levantó de pronto llevándose las manos á la garganta, al pecho, á las sienes después; se precipitó hacia la ventana, abrió la boca en redondo, aspiró locamente, y como el jadeo de asfixia no cesase, tambaleándose, se arrojó al suelo, tendido cuan largo era.

Soy tenedor de libros»respondía D. José, satisfecho de una razón que, a su juicio, excusaba todas las demás razones; y consideraba para cuán lejos está de la mente del vulgo aquel precioso arte o ciencia en que era maestro.

Por fin, después de largo esperar, apareció el pastor, un hombre de cierta edad, manera de empleado de gobierno o de profesor de lenguas, o antiguo tenedor de libros; pero con ojos de visionario y rostro moldeado de fe.

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