31 Metáforas para piezas

Cada pieza de él estaba mal avenida con la inmediata: las piernas se negaban a sostener el tronco; el tronco forcejeaba por desprenderse de la cabeza, y los brazos andaban de acá para allá sin saber a qué arrimarse, porque en todas partes estorbaban y de todas partes se caían.

El espejo horizontal y otras piezas están en casa de Torres.

Esta pieza, donde la buena vieja está siempre sentada, es el comedor.

Cuando los caballeros tienen tantas distracciones, una pieza de baile es bien poca cosa para ellos.

El Marqués y sus amigos se pusieron á examinar la vajilla que por orden de Avila se había construído, y era toda de barro tan primorosamente labrado, que cada pieza era curiosidad digna de un museo.

Esta pieza, que desde el umbral se veía por completo, estaba en el mayor desorden.

He pedido que comer por mi dinero, y esta pieza es todo el dinero que tengo.

Si me siento en ellas, adios mi dinero... Y todo desigual; cada pieza es de diferente forma y color.

Esta pieza es fría; yo la prefiero sin embargo, porque al menos aquí se respira.

Esta pieza burlesca es de mucha gracia, haciendo alarde el poeta de agudezas y chistes extremados, y ofreciendo, además, un efecto cómico incomparable, porque las burlas más desatinadas y hasta las más absurdas revisten tono patético, y se expresan en elegantísimos versos.

Aunque usted me vió ayer hacer el papel de alguacil en la comedia de Samuel Simón, no por eso crea que semejantes piezas son de mi gusto.

Y la pieza era una liebre, una zorra, un gato montés, un «esquilo» (ardilla), un faisán o una alimaña de regular cuantía, pues es muy de notarse que de ese y otros linajes parecidos son los animales con que se topa uno yendo de paseo, aun por los sitios más inmediatos al pueblo, como se topa en cualquier otra parte del mundo, que no sea aquélla, con el gato doméstico, el perro cariñoso o las aves de corral.

Toda la pieza es de mármol, y de mármol la gran mesa que se halla en el centro, rodeada de sillones de mármol tambien, destinada para el procedimiento sudatorio, que es muy singular.

La forma en que se hacía la lectura está bien expresada, pues en el artículo tercero se lee que «la pieza destinada para el efecto, es en la que antes estaba la mesa del billar.

La pieza no era un modelo de curiosidad y delataba el desorden de una casa donde falta dirección.

Las piezas de oro son: la moneda de cinco dólares, la de diez dólares y la de veinte dólares.

Las piezas eran obscuras como camarotes.

La doctora se alojaba en una oficina... ¡Cómo hubiera llegado él á encontrarla! La primera pieza era realmente una oficina, un despacho de comerciante, con casillero para los papeles, mapas, caja de caudales y varias mesas.

Las piezas corrientes son de plata y valen un boliviano (100 centavos), 50 y 20 centavos.

Ahora, las piezas de artilleríase dijoya no son «la última razón de los reyes», pero lo son de los pueblos.

» Esa es la cosa; pero con la ventaja de que las piezas son, por el respetive, de locimiento pa la salida... y abunda más la llubina que el muble, con buen qué de rodaballos... Quiere decirse que, motivao á este particular, no hay que ablandarse en el precio tanto como solemos: bien se puede pedir, uno con otro, á tres reales la libra; y casa por casa y escogido, á treinta cuartos lo que menos.

Rachilde escribe su «Vendeur de Soleil», pieza dramática que se ha presentado casi en toda Europa con éxito, para demostrar que los únicos que no han visto el sol son los románticos.

La pieza que coronó la velada fue un rudo himno de misa campestre que los novios, entrelazadas las manos, cantaron con gran entusiasmo y vehemencia.

La pieza era una sala pequeña, alta de techo, con el suelo y los muros revestidos de basalto.

Es el salón una pieza rectangular, muy vasta y severa, amueblada con sillas y sillones de enea; en las paredes penden fementidas copias de Murillo, pintadas por el Hermano Urbina, aquel prevaricador de insolente brocha que infestó de mamarrachos los colegios de la Orden.

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