1681 oraciones de ejemplo con flores de

Despojadas ya de sus túnicas y sus velos de mil colores, que destacaban sobre el fondo, suspendidas de los árboles ó arrojadas con descuido sobre la alfombra del césped, las muchachas discurrían á su placer por el soto, formando grupos pintorescos, y entraban y salían en el agua, haciéndola saltar en chispas luminosas sobre las flores de la margen como una menuda lluvia de rocío.

Recogía las más exquisitas y bellas flores de la montaña, y venía a colocarlas todas las mañanas en la puerta de la casa de Carmen, quien se encontraba al levantarse con estos hermosos ramilletes, adivinando por supuesto qué mano los había colocado allí.

Sobre una de ellas había un San Antonio muy viejo y carcomido, con un vestido flamante y una vara de flores de reciente hechura.

El duque, nacido en Valencia, el más hermoso jardín de Europa, para su baile hacía traer las flores de Francia.

Las flores de vívidos colores, las frutas exóticas, la vajilla de plata, la cristalería, bajo las poderosas lámparas de gas titilaban como el cielo estrellado, producían un fuerte deslumbramiento.

Otras flores de mayor sensibilidad no se atreven á entrar en inmediato contacto con la nieve, y cuidan de rodearse de muelle funda musgosa.

En lontananza una consola sostenía sendos fanales colmados de flores de trapo, incoloras y deformes.

Mientras tanto el médico se paseaba, con los brazos cruzados sobre el pecho y los ojos errantes en las pálidas flores de la alfombra....

Un día se encaminó a un prado, cercano al monasterio, en el cual crecía gran número de flores de diversas especies, y estas quizás, le recordaron las que tantas veces había trazado, idealizadas, en breviarios y misales, pues nuevas lágrimas de dolor nublaron sus ojos.

Las paredes están cuajadas de pabellones de coquillo colorado, bombas, farolillos, vasos, y guirnaldas de ramaje ó flores de papel.

Dice así: «Recetario de yerbas y flores de Guinobatan.

Dice así: «Adjunto te mando, hijo mío, el diploma del premio que han logrado en la Exposición de Viena, las esencias de las flores de ese país, que mandaste en tus colecciones.

[Illustration: Publlshers' Photo Service En el valle del Amazonas donde el calor y la humedad hacen que todo palmo de tierra esté cubierto de una lozana vegetación, helechos inmensos, flores de innumerables matices, árboles gigantescos y plantas trepadoras colgadas de ramo en ramo como festones.

» Y aun volvió a loarle en la silva II de su Laurel de Apolo, publicado en 1630: «Ni en Écija dejara el florido Luis Vélez de Guevara de ser su nuevo Apolo, que pudo darle solo, y sólo en sus escritos, con flores de conceptos infinitos, lo que los tres que faltan: así sus versos de oro con blando estilo la materia esmaltan.

No se reunía con ellos; él sabía un rincón perfumado por las flores de las acacias y de los espinos que caía sobre un sitio en donde el río estaba en sombra y a donde afluían los peces.

Muchas veces, en el mes de Mayo, cuando pasaban Tellagorri y Martín por la orilla del río, al cruzar por detrás de la iglesia, llegaba hasta ellos las voces de las niñas, que cantaban en el coro las flores de María.

Dentro de su prodigiosa extension se ostenta con el lujo de una primavera privilegiada, el soberbio Pré Catelan, deliciosísimo sitio de recreo que reune la mas rica y variada coleccion de flores de Europa.

Y mostró á Elena un banco rústico rematado por una especie de doselete hecho con guirnaldas de follaje y flores de papel.

La joven se había quitado el velo y la corona y con el traje blanco cubierto de flores de azahar, rubia y sonrosada y los ojos animados por la alegría, era la imagen viva de la felicidad.

Llegaba con la cara radiante y las manos llenas de flores de sus estufas; abrazaba á su querido hijo, le contemplaba, le acosaba á preguntas y daba vueltas á su alrededor con inquieta ternura.

Mamá Delfour, siempre vestida de negro, con el aire grave y reflexivo de una mujer que conoce el precio de la vida, presenció impasible las invenciones de la recién llegada: fiestas orientales que alborotaban el tranquilo hotel; tés danzantes; túnicas de lino transparente, estrechas como fundas y con enormes flores de realce, en las que encerraba su magra desnudez.

Estaba en una sala baja, fresca y obscura, y cuando yo entré se ocupaba en armar unas flores de altar.

Principios sondijo Monipodio; pero todas ésas son flores de cantueso viejas, y tan usadas, que no hay principiante que no las sepa, y sólo sirven para alguno que sea tan blanco, que se deje matar de media noche abajo; pero andará el tiempo, y vernos hemos; que asentando sobre ese fundamento media docena de liciones, yo espero en Dios que habéis de salir oficial famoso, y aun quizá maestro.

Adios, Provenza; adios, Bocaire; adios, Ródano; adios, familias inocentes; adios, casta doncella, que con el aliento de tu boca prestas nuevos aromas á las flores de tu campo vírgen; á las flores que esmaltan esas márgenes encantadoras; adios casitas; adios, palmeras; adios, cipreces.

Hácia la cumbre el bosque disminuye y se aclara, y las pequeñas praderas de pasto natural se desarrollan como hermosas alfombras, salpicadas de lindas flores de mil matices y bosquecillos de avellanos enanos, y se aspiran con infinita delicia las brisas de las montañas, cargadas de aromas desconocidos.

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