346 colocaciones para echarse

Dió algunas excusas, empujó por un lado, abrió brecha por otro; pero aun así no consiguió verse completamente libre, porque el barbero, echándole el brazo por encima y hablando en voz baja con la actitud y tono confidencialmente misterioso que cuadra á dos grandes hombres al comunicarse una idea que ha de salvar al mundo, dijo: Yo, señor don Lázaro, tengo todo este barrio por mío.

Feliz con sentir el traje de Amparo rozando con sus piernas, echándole de vez en cuando miradas intensas de apasionado deseo, acudiendo a servirla con solicitud de esclavo medroso, se apretaba a veces más de la cuenta contra su ídolo, acometido de rabiosa pasión.

Tablas dio algunos pasos hacia ella, y echándose ambas manos a la estrecha cintura, se meneó a un lado y otro como muñeco de goma, y escupió estas palabras: ¡Cristo!... si habré dicho alguna vez que no quiero clerigones en casa....

Eres una gran chicasiguió aquél echándole un brazo al cuello y obligándola a sentarse de nuevo, y él junto a ella.

Estuvo a punto de echarse a los pies de Juanita y besárselos, pero aún se reportó y dijo: Quiero creer, creo en tu sinceridad de este momento.

Agitábanse los diputados, echándose unos a otros la culpa del alboroto; nos apostrofaban también desde abajo llamándonos canalla soez, y los porteros dieron principio a la expulsión.

Pues es un cura liberal, muy campechano, franco, muy franco, de esos por el estilo del P. Paco... Y como había chicas muy guapas, dábamos cada jarana, él con su guitarra y sus peteneras y yo con mi violin... Te digo, chico, que nos divertimos en grande; ¡no hay casa que no hayamos subido! Y murmuró al oido de Plácido algunas palabras echándose á reir despues.

¡Qué locura!... ¡Qué fardo iba usted á echarse á cuestas, amigo Moreno!...

Sus camaradas tuvieron que sacarlo de entre los tizones tirando de sus pies, mientras otros corrían hacia el mar para echarle agua en los mostachos y la cabellera humeantes.

No se pegaba de trompadas con los suyos más de tres veces al día; su madre no lograba echarle la vista encima arriba de una por semana, y para eso había de cogerle durmiendo; de modo que sus siniestros de muelas, orejas y cabellos, por temporal materno, aunque pocos y buenos, aún le prometían pellejo sano para muchos años.

La cuestión es muy sencilladijo el Doctrino, echándose atrás el sombrero y bajando la voz.

26 Y rešpondiendo el, dixo, No es bien tomar el pan de los hijos, y echarlo à los perrillos.

¿Dónde está ese hombre, para que la Policía pudiera echarle el guante?

Con su presa en el morral, salió otra vez al camino que antes llevaba; y echándose la escopeta al hombro, marchó á largos pasos hacia su casa, pues ya había oído tocar á mediodía y no le gustaba hacer esperar á don Silvestre que de fijo, estaría arrimando las sillas á la mesa.

Con su presa en el morral, salió otra vez al camino que antes llevaba; y echándose la escopeta al hombro, marchó á largos pasos hacia su casa, pues ya había oído tocar á mediodía y no le gustaba hacer esperar á don Silvestre que de fijo, estaría arrimando las sillas á la mesa.

Ello es que se le venían con frecuencia suma impulsos de tratar a Amparo como a las chiquillas de su aldea, las tardes de gaita; de pellizcarla, de soltarle un pescozón cariñoso, de echarle la zancadilla, de darle un varazo suave con la recién cortada vara de mimbre.

El excelentísimo Martínez, el colosal buey Apis, vino al punto a destacarse entre ellos, presentándole con una mano su imprudente carta, echándole la otra al pescuezo para conducirle sin piedad al Saladero...

El señor, contra las presunciones del granuja, pasó de largo, echándole á la cara una bocanada de humo de su grueso cigarro.

» Y entre sus observaciones había éstas: «En Filipinas la persona más inútil en una cena ó fiesta es la que la da: al dueño de la casa pueden empezar por echarle á la calle y todo seguirá tranquilamente.

¡Ah tunante...!»dijo este con alegría, echándole la zarpa al cuello y dejándose arrebatar las naranjas.

La primera carta está para echarse al correo pero la segunda y la tercera quedan aun por escribir.

Los Turcos con gran priesa pusieron los carros alrededor de los cautivos y presa, haciendo su acostumbrada oracion así lo cuenta Gregoras, y echandose polvos sobre la cabeza.

¡Ay, por qué no supe hacerlo! [imagen] [imagen: Memorias del Marqués de Bradomin] [imagen: L]legué a la Corte de Estella, huyendo y disfrazado con los hábitos ahorcados en la cocina de una granja por un monje contemplativo, para echarse al campo por Don Carlos VII.

Hasta las más recalcitrantes beatas pasaban al lado del Ateo sin echarle una mala maldición: era como un oso viejo, ciego y con bozal que anduviese domesticado, de calle en calle, divirtiendo a los chiquillos; olía mal pero no pasaba de ahí.

Tuvo habilidad para llevar la disputa al terreno filosófico, y de allí al teológico, que fue como echarle agua al fuego.

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