Qué preposición usar con marcas
Un pequeño sendero que los surcos del labrador destruye cada otoño, y que el tránsito de los caminantes marca de nuevo muy pronto, serpentea sobre la ribera del barranco.
Era Gurdilo, el célebre jefe de la oposición al actual gobierno: una hembra alta, desprovista de carnes, con el cutis avellanado como si fuese de correa, y unos tendones gruesos y tirantes que se marcaban en el cuello, en los brazos y en las demás partes visibles de su cuerpo.
¿Se comprenden hoy los tremendos sellos de reloj, pesados como badajos de campana, que iban marcando con impertinente retintín el paso del individuo?
Yo miré lo primero por los gatos, y como no los vi, pregunté que cómo no los había a un criado antiguo; el cual, de flaco, estaba ya con la marca del pupilaje.
Luego pedimos chuletas de carnero, y volvió á hacer dos marcas en el artículo correspondiente.
Los cabellos, que en alguna manera tiraban a crines, él los marcó por hebras de lucidísimo oro de Arabia, cuyo resplandor al del mesmo sol escurecía.
Cubrían sus peinados con enormes sombreros de altivas plumas; en una mano llevaban una vela rizada y sin encender, envuelta en un pañuelo de encajes, y con la otra se recogían y ceñían al cuerpo la falda, marcando al andar sus secretas amenidades.
La otra puerta era la de la taberna, la que estaba abierta desde una hora antes de apuntar el día y por las noches hasta las diez, marcando sobre el negro camino como un gran rectángulo rojo la luz de la lámpara de petróleo colgada sobre el mostrador.
»] [Nota 416: Entre las diversas marcas con que solía herrarse a los esclavos en los siglos XVI y XVII, era la más frecuente la de una S y un clavo, para indicar esclavo.
La preponderancia de los Mindanaos fué en aumento hasta el año 1846 en que la aplicación del vapor á los buques de guerra inició era de tranquilidad para los infelices indios de nuestras provincias, marcando de modo infalible la ruina del poder pirático de los malayo-mahometanos.
Tan pronto marcaba para un lado como para otro.
¡Cuando hay simpatía y buena voluntad!... Y ellos, regocijados por la alegría de la vieja, reían como niños grandes, con una carcajada sonora que marcaba bajo la piel la fuerte osamenta de las mandíbulas y dejaba al descubierto el luminoso marfil de unas dentaduras envidiables.
Muchos amos cometían la atrocidad de carimbar o poner marca sobre la piel de los negros, como se práctica actualmente con el ganado vacuno o caballar, hasta que vino de España real cédula prohibiendo la carimba.
Saludaron los trabajadores a Montenegro, y éste, por una puerta lateral de la bodega de los Gigantes, pasó a la llamada «de Embarque», donde estaban los vinos sin marca para la imitación de todos los tipos.
Marcar á fuego
Pero fuéralo o no en efecto, de esta manera fue como don Cándido interpretó el discurso del esclavo, hiriéndole en lo vivo, de un lado, que prescindiera de él en su embajada; del otro, la odiosa diferencia que marcó entre ama y amo.
El libro no tiene barbas: le salen muchas cintas y marcas por entre las hojas, pero ésas no son barbas: ¡el que sí es barbudo es el gigante que está pintado en el libro!: y es de colores la pintura, unos colores de esmalte que lucen, como el brazalete que le regaló su papá.
La paciencia tiene un límite que marca a veces el decoro, y ¡ay de las zorras el día en que las gallinas se cansen de ser gallinas!...
Pero faltaba un paso que dar para hacer redituar el diezmo un ciento por uno, y Facundo, desde el segundo año, no quiso recibir el de animales, sino que distribuyó su marca a todos los hacendados, a fin de que herrasen el diezmo, y se les guardase las estancias hasta que él lo reclamase.
» Esta impresión repetida quiere decir que las observaciones imperfectas hechas al amanecer, le hacían dudar de las que con verdad marcaban durante la noche la variación de la aguja y le inducían en el nuevo error de suponer que la estrella describiera al rededor del polo un círculo de más de 12 grados (una gran cuarta).
Los yegüerizos echaban sus lazos de cerda a los potros indómitos, sujetándolos por las orejas, mientras se calentaba el hierro en un fuego de boñiga seca; y al estar la marca al rojo, ¡zas!, se la aplicaban al costado, quemándose los pelos y quedando la piel señalada para siempre con la cruz y la media luna.
Mostrámosle la ventanilla por donde parecía la caña, y él marcó desde allí la casa, y quedó de tener especial y gran cuidado de informarse quién en ella vivía.
Don Carlos pensó en escribir una orden al gobernador de Vera para que facilitase y diese escolta a la persona portadora de los documentos cuando se presentara en la frontera; pero, al ir a escribir la nota, Marcó del Pont dijo que él mismo acompañaría a Roquet hasta Vera y diría al comandante de esta villa fronteriza, coronel Lanz, que cuando Roquet volviese a Bayona le llevasen con escolta hasta el Real.