216 oraciones de ejemplo con adulaciones

Era Sabel la reina de aquella pequeña corte: sofocada por la llama, con los brazos arremangados, los ojos húmedos, recibía el incienso de las adulaciones, hundía el cucharón de hierro en el pote, llenaba cuencos de caldo, y al punto una mujer desaparecía del círculo, refugiábase en la esquina o en un banco, donde se la oía mascar ansiosamente, soplar el hirviente bodrio y lengüetear contra la cuchara.

El hombre prudente debe ir haciendo una serie de sabias adulaciones desde la Universidad hasta el paraíso.

A veces consentía en recibir a algún viejo aristócrata: penetraba en la sala tartamudeando adulaciones, rozando casi la alfombra con sus cabellos blancos; e inmediatamente, cruzando sobre el pecho las manos de fuertes venas donde corría sangre de tres siglos, me ofrecía su hija por esposa o para concubina.

Luego que la nube de guacamayos, cananeos y demás tropa voluntaria descargó el nublado de sus adulaciones y cortesías, doña Flora, aprovechando un claro de la conversación, me dijo: ¡Muy bien, Sr. D. Gabriel! Días y más días sin pasar por casa.

Margarita, por medio de halagos y adulaciones, lo tenía dominado por completo.

No eran adulaciones ni «cortesanías de madrileño» estas palabras: podía jurárselo, y esperaba ser creído sin que ella me pusiera en un extremo tan desfavorable para mi formalidad.

Callaban ó prorrumpían en adulaciones al ungido de Dios, músico y comediante como Nerón, de una inteligencia viva y superficial, que, por tocarlo todo, creía saberlo todo.

Los largos días vacíos, lejos de todo afecto, que pesan como plomo sobre los hombros, la carga aplastadora de las tinieblas durante las noches sin sueño, las adulaciones dictadas por la codicia, que suenan a falso y dan náuseas, los celos de rivales cuyo mutismo obstinado irrita: todo eso he conocido.

Pero no bien trocó los harapos por un vestido de riquísima plata, que el Arzobispo le obligó á tomar por cierto; no bien notó los honores que le dispensaba la guardia del Virrey; no bien entró en los salones perfumados de éste, sintió sus adulaciones y vislumbró todo el poder, sintió pasiones desconocidas, y se trocó en otro hombre.

Prefiero los ataques á las tontas alabanzas y adulaciones de los amigos...

No extrañes que use contigo este lenguaje, un poco duro, muy distinto de las adulaciones que oyes sin cesar, pero que es sincero, leal y está inspirado en el deseo de tu bien.

Estas pequeñas adulaciones son muy frecuentes en la guerra.

Este penetró a la humilde habitación del poeta insigne, le babeó sus adulaciones mejor hiladas, le puso sobre el techo de la sinagoga, le expuso las injusticias persistentes e implacables del rabioso Drumont y, por último, suplicó al descendiente del defensor de Rodas, dijese cuál era el precio de sus escritos, pues éste sería pagado en buenos luises de oro inmediatamente.

Gran consuelo recibí leyéndola, y gran edificacion para el ánima notando la manera de su proceder, y con cuánto ingenio y sotil elocuencia pinta las cosas que más á pecar nos atraen, y los engaños de las vanas gentes, y las adulaciones de los servidores, y la hipocresía de los esforzados.

Cuenten ustedes con que no han de hallar en mi respuesta ni desdenes ni adulaciones.

Ya empecé diciendo que no hallarían en ella ni desdenes ni adulaciones.

Hay adulaciones ofensivas para la discreción de los que están demasiado altos, para no estar sobre tan burdas adulaciones.

Hay adulaciones ofensivas para la discreción de los que están demasiado altos, para no estar sobre tan burdas adulaciones.

Los recientes resultados han demostrado durante este año lo que se profetizó el año anterior en el Manual: nuestros agentes e ingenieros fueron recibidos por los españoles con honores casi divinos: tan obsequiados fueron con adulaciones y cigarros.

Porfirio Díaz tiene el constante prurito de los elogios y adulaciones con motivo de la redundante prosperidad de México; pero también pesa sobre su frente cana la responsabilidad de los nefarios efectos de su mafia política, su legalizada mano negra, hijas legítimas de sus cogitaciones poderosas y abstrusas de semblanza política.

Lo más que toleran es que se les arroje ramilletes de flores, pues aceptan todo cumplido, toda clase de adulaciones, por más burdas y repugnantes que sean, y al recibirlas hacen demostraciones extravagantes de afecto, como las viejas solteronas cuando se les dice una galantería sobre sus marchitos encantos.

En el regimiento le llamábamos «el oficial pólvora...» ¡Qué regimiento aquél!exclamó Ilia Fomitch lisonjeado por las delicadas adulaciones de su superior, pero todavía enfurruñado.

¡Pobre Raimundo! si á él le denigraban sus sablazos, en eran medio indirecto de gratificar al bufón de mi opulencia, de pagarle la tertulia que me hacía y las adulaciones con que halagaba mi vanidad.

Decid a vuestro auditorio las necedades más viles, las más bajas adulaciones, y os aclamará; decidle la verdad, le será desagradable y os execrará.

Basta que un hombre libre los denuncie para que la posteridad los amortaje; sobra una sola crónica para borrar las adulaciones de los palaciegos, en vano acendradas en la hora fúnebre.

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