34 Metáforas para santos

Nuestros santos, los castizos, han sido siempre alegres y aun mordaces.

Si es, como imagino, juramento promisorio, requeríais «juicio de discusión», como lo apellida Santo Tomás; es, a saber: el claro discernimiento de lo que hacíais; y éste os faltó, puesto que estabais queriendo tomar a Dios como cómplice de un delito contra su Iglesia.

El Mal no es un propósito: ¡es una fatalidad! * * * * * ¡Cuán negra es una conciencia desnuda! ¡Qué santo es el aspecto de la Hipocresía! * * * * * No hay malvados, sino enfermos o desgraciados.

¡Dios nos proteja, pues tan santa y justa es nuestra causa! , ¿por qué callas?

La santa Orden de Malta sólo era una distinción honorífica.

Cuando se grita ¡fuego! en una casa, los más estoicos saltan de la cama, y cuando se grita ¡ladrones!, el mayor santo echa mano al cuchillo de la cocina.

No dijo ningún disparate el que dijo que el santo es el mayor enemigo de la religión.

Santo Tomas, tierra enferma en que viven poco los indios36.

Los santos no son los factores prácticos de la vida social, sino las masas mediocres que imitan débilmente su fórmula.

Antonio resistió algun tiempo á las seducciones de aquella encantadora sirena de su color; pero menos fuerte que su santo en punto á tentacion es de aquel género, cedió al fin y se dejó prender incauto entre las dulces y á la vez punzadoras redes de amor.

¡Qué tierna emoción le producía siempre su lectura favorita! ¡Cómo su imaginación, despertada por aquella crónica de santidad, encontraba puntos de comparación entre la vida de San Luis y la suya! El santo italiano había sido hijo de un marqués, soldado de gran valor; él tenía por padre a un conde que se había distinguido mucho en los campos de batalla.

Pero este santo misógino (así me dice mi marido que se llama a los enemigos de la mujer) era, por lo demás, hombre de mucho talento.

Crecerá en el palacio de Gravelinas, y cuando vea en aquellos salones las armaduras del Gran Capitán, de D. Luis de Requesens, Pedro de Navarro, y Hugo de Moncada, creerá que tales santos están en su iglesia propia.

El santo varón Parsondes había sido mi maestro, y me había comunicado todo lo comunicable de la ciencia y de la virtud del primer Zoroastro.

Pasado el auto de los matrimonios e casamientos con las solemnidades que la santa Iglesia manda, Amadís se llegó al rey Lisuarte e díjole: Señor, quiero demandaros un don que os no será grave de lo dar.

Ha llegado la unción hace un momento y han ido poniendo sobre sus ojos, sobre sus oídos, sobre sus labios, sobre sus manos, sobre sus pies los santos óleos.

Junto a la bacía cuelgan enormes muelas, que en cualquier museo inglés pasarían por colmillos de elefantes, y por los de San Cristóbal en las iglesias españolas, donde la anatomía comparada es rechazada como herética en asuntos de reliquias, y es cosa extraña (y ningún teólogo español pudo nunca darnos la razón de ello) que este santo no sea el «patrón especial» contra los dolores de muelas; de éstos, Santa Apolonia es la calmante patrona.

que el lábaro santo de tu peregrina clavaste en la Alhambra granadina y en las sangrientas aguas de Lepanto; que alumbraste a la humana historia con los reflejos de tu inmensa gloria, no puedes perecer, nación guerrera.

Como consecuencias de tales premisas los santos fueron todos unos perturbados, histéricos y degenerados.

" Esto dice la portada de su novena, Manila, 1918."Solo al invocar su nombre, al adorar su Santa Reliquia, y al beber de la agua pasada por ella, hace a millares el Santo los portentos" (pág. 6).

La gran dama, que en Of, Tebas o Dióspolis Magna, se enamoró del hijo predilecto de Jacob, debió ser hermosísima; sólo así se concibe que asegure el Santo ser mayor prodigio el que Josef no ardiera, que el que los tres mancebos, que hizo poner Nabucodonosor en el horno candente, no se redujesen a cenizas.

Que el santo leño de la Cruz era una reliquia digna de toda veneracion, así por haber muerto en ella todo un Dios humanado, cuanto por ser instrumento de nuestra redencion; y que asì, cuando se les grabase este madero, lo mirasen con toda reverencia.

Santo, divino espectáculo el de un pueblo que lucha por su independencia: cada hombre es un héroe, cada corazón es un santuario, cada combate es una epopeya, cada patíbulo un apoteosis.

El Obera, maldito, dado habia La cruz à aqueste indio y deputado: Por sacerdote, y santo le tenia; Despues de aqueste fui bien informado De aquellas ceremonias que hacia Aquel maldito indio y endiablado; Y como Papa à un hijo intitulaba, Y al otro Emperador y Rey nombraba.

El santo profeta nos sea testigo ante Alá que nosotros y nuestros hijos somos inocentes de este hecho.

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