94 oraciones de ejemplo con medrando

Con tantos oficios florecía él y medraba que era una bendición del Cielo, y aunque había empezado en su mocedad por no poseer más que el día y la noche, había acabado por ser propietario de buenas fincas.

Fermín fue medrando, medrando; el muchacho valía, pero más valía su madre.

Fermín fue medrando, medrando; el muchacho valía, pero más valía su madre.

En cuantas historias conozco de hombres que para medrar o para divertirse y holgarse se han dado al diablo, el diablo figura después constantemente al lado de ellos como ayudante o espolique, y no has de ser menos aunque distes muchísimo de haberte dado al diablo.

Si doy por cierto, y no lo doy por cierto, que la política es sólo un medio de medrar en la mayoría de cuantos a ella se dedican, culparé más aún a los egoístas que no quieren intervenir en la política porque ya están medrados.

Lope de Vega, máximo poeta entonces viviente de la lengua española, no gozó nunca de la protección cortesana; su nombradía era principalmente popular: otros eran los ingenios que vivían y medraban en los salones de Palacio.

Yo no soy cura cortesano, ni clérigo palaciego, ni he venido aquí para medrar de mala manera... ¡Señor Resmilla! ¡Francamente, señora Condesa!

El escudero palpábale sus músculos precoces, y a medida que sus fuerzas medraban íbale enseñando esas tretas misteriosas, a las cuales creía deber su buena ventura todo soldado que llegaba a la vejez.

D. Sabino era un hombre despechado, lleno de hiel contra la sociedad, y sobre todo contra el régimen actual de cosas, con el cual no medraban más que los intrigantes, mientras los hombres de carácter independiente quedaban postergados.

Los rábanos, berengenas, lechugas y otros manjares por el mismo órden con que se alimentaban los penitentes solitarios, eran poco adecuados para criar mantecas; y aunque algunos tenían un cuervo ú otro caritativo pajarraco que diariamente les llevaba un pan, tampoco medraban mucho, pues el pan seco, más que otra cosa, es mortificación y abstinencia.

Pertenece a los Nuezvanas que no salieron nunca de la península, esperando los tesoros de los Nuezvanas indianos y medrando políticamente con los méritos de sus conquistas, exploraciones y hazañas en los desiertos de Indias.

La perra medraba con rapidez asombrosa; su cuerpo cenceño, enjuto, largo, se cubría de fuerte terciopelo raso, color ceniza de cigarro fino.

No obstante, los celos de Zureda iban en aumento, agarrándose á todos los pretextos, sirviéndose hasta de lo más nimio para medrar y embeber vampirescos todos los pensamientos del maquinista.

Andaos por ahí á decir verdades y moriréis por los hospitales; no es tiempo de eso, ya me llamaba sancto, y pardios las buenas doctrinas de Eubulo, criado antiguo de esta casa, me habian casi convertido; pero poco puedo medrar con sus devociones y sanctidades; no ando yo tras eso, ni es esto lo que busco.

Si se ha de hacer es porque de este hurto se nos seguirá mucho provecho y interes, que vivir y no medrar es gran pesar.

Fué tambien una regla, en esta isla, general, que los que no echaban los indios á las minas, sino que los ocupaban en otras granjerías y trabajos, como ménos reprobados y ménos aflictivos de los inocentes indios, tuvieron ménos necesidad y más medraban.

La exactitud de tales contrastes podía seguirse mejor atisbando las evoluciones de Epifanio y de Romualdo: el gerente de La Honradez, vestido de azul, era el bailarín de la luz y de los muros encalados; Epifanio, en cambio, por lo mismo que palidecía bajo las lamparillas eléctricas, dentro de su terno gris, medraba notablemente en la penumbra de la hiedra.

Al lado de estos militares alegres y fanfarrones, de los dependientes de comercio y estudiantes llenos de entusiasmo, hay los abogados, los que se sienten con aptitudes políticas, y esa gente es gente hambrienta y rapaz que busca la carrera, que quiere medrar... Tipos como yodijo Tilly.

El juglar caminaba por la vida y vió pasar á los soldados; marchaban á la guerra temerosos los bisoños; jóvenes, casi niños, arrancados á todos sus amores; trazando ardides para medrar sin peligro, los veteranos; todos ellos sin ardor y sin fe.

Entretanto, el establecimiento medraba, y Riopardo, moreno, afeitado, lucio, adquiría ese aplomo que acompaña á la prosperidad.

El colegio medraba por horas.

¡Medrando se va con la mudanza de estado, y nombre de don Dionís! DUQUE.

Después de asegurarme de la solidez de la puerta y de la imposibilidad de forzar los cerrojos (exploración instintiva en todo preso), noté con disgusto que mi lecho se reducía a jergón de paja mohosa, donde crecían y medraban flora y fauna desbordantes.

Así, estoy por ver de medrar y no de quedarme con un palmo de narices.

Sobrellevó heroicamente su pobreza sin asaltar el presupuesto, sin vender sus libros á los gobiernos, sin vivir de comisiones oficiales, ignorando esa técnica que simula el mérito para medrar á la sombra del Estado.

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