35 Metáforas para compañero

Y acto continuo los otros compañeros y yo empezamos á dar porrazos en la puerta.

»Tanto el Rey como Jocondo habian notado aquella amorosa lucha; pero engañados por un comun error, creyó cada cual que su compañero habia sido el afortunado.

Este no sabía con certeza si el nuevo compañero era un amigo, un maestro ó un sirviente.

Pero debe usted tener en cuenta que mi compañero de la Facultad de Ciencias Físicas raro es el año que no tiene un hijo, y como su hombre se pasa todo el tiempo en la cama con el recién nacido ó cuidando de su nutrición, no le queda tiempo para seguir las modas.

Como él era un bendito, un cualquier cosa, sin pelo de hombre siquiera... los compañeros, ¿eh?...

pero... mis compañeros... los frailes... son unos canallas.

Mi compañero era un catalan de sangre pura y demócrata de ribete; mientras que la hada del wagon en que íbamos era una rubia de fisonomía británica, é hija nada ménos que de un escritor absolutista á puño cerrado.

Aprovechando aquella oportunidad, admitieron á su servicio á Falanto (que así se llamaba el jóven), y le confiaron á él y á sus demás compañeros la custodia de la ciudad de Dictima.

Lo que más me afligió fué verme separadode un modo que luego comprendí era definitivode mis compañeros.

El compañero que tornaba de alguna academia militar, la conversación con algún ingeniero inglés, la frase de desprecio que escuchaba en el casino acerca de los que no tenían carrera, despertábanle de pronto el deseo.

Díganlo los médicos, ó si no, dígalo mi compañero, que es más simple que yo.

El verdadero compañero del cazador es sin disputa el perro; por lo tanto, debe buscarse dócil, obediente é inteligente.

Así transcurría la primera hora de sus bodas, mientras los vanos placeres de que sus compañeros eran el emblema se trocaban en las arduas dificultades de la vida, personificadas en los sombríos puritanos.

»Y cuando caso fuere que, impedido »por la que da a las cosas fin postrero, »en el plazo faltare definido, »no será grande falta un compañero: todos por haréis lo que es debido, »aunque, según en Dios confío y espero, »ríos, montes, fortuna, ni embarazo, »no harán que no llegue al justo plazo.

La otra vez no se presentó en la inmensa ciudad que se llama Roma, sino que había predicado por pueblecillos no mayores que el Palmar, y sus compañeros fueron gente de percha y de red, como la que se reunía en casa de Cañamèl.

Ninguno de ellos hubiera podido decir si sus compañeros de viaje eran guapos o feos, jóvenes o viejos; tan cuidadosamente recataban sus semblantes, y no estará de más añadir que, si imposible era a los ojos del cuerpo divisar la seña corporal más insignificante, aun lo era más a los ojos del espíritu conjeturar las del alma, es decir, las intenciones que cada uno de ellos pudiera abrigar.

Su compañero el Fraile, más repulsivo, era un hombre grueso y grasiento, con la cara ancha, de blancura mate, tachonada de pústulas; ojos negros y unas barbas negrísimas, que parecían de alambre, con algunos hilos de plata.

Todos aquellos compañeros de mesa eran instrumentos de la Injusticia Social y había que terminar con sus privilegios, con sus ideas, con sus sentimientos.

Los compañeros que Falanto habia elegido eran todos jóvenes, como he dicho, y gallardos; así es que desde el primer momento se apoderaron de los corazones de las bellas cretenses; y como además de su gallardía, eran sumamente afables, enamorados y vigorosos, se hicieron en pocos dias tan bien vistos á los ojos de las mujeres de aquel país, que no tardaron estas en preferirlos á todas las cosas del mundo.

Sus dos compañeros estaban en plena juventud.

Mi compañero era un malagueño tan cerrado, como lo era sevillana la hermana San Sulpicio.

A poco se detuvo el tren en Omaha, y miéntras mis compañeros comian, yo apunté en mi cartera: Omaha: Término del ferrocarril de la Union, está á la orilla occidental del Missouri y al lado del famoso puente que se cita como un grandioso monumento.

En efecto, san Cecilio y sus compañeros eran una mina, porque sus restos calcinados han dejado, mediante la fe, muy buenas utilidades...á los capellanes del Monte-Santo.

Los compañeros, que lo sabían, mirábanle con disimulo y enviaban sonrisas y guiños a la joven, la cual adoptaba un continente protector, maternal, con él.

Bien hubiera querido poder escaparme en aquel mismo punto; pero todos mis compañeros estaban mejor montados que yo, y si me vieran huir correrían tras y presto me atraparían, o me espolearían por las espaldas con una descarga de sus carabinas, con la que me hubiera ido muy mal; y así, no me atreví a exponerme a una acción tan poco segura.

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